Capítulo 2. El contexto de la agricultura argentina

Argentina es un país de ingresos medio-alto, rico en recursos naturales y capital humano. Su historia de inestabilidad macroeconómica y volatilidad en la orientación de las políticas, desde los mercados abiertos hasta la sustitución de importaciones ha conducido en general a un pobre desempeño económico a largo plazo. La excepción principal ha sido el sector agrícola que, a pesar de los impedimentos creados por la política pública, ha innovado y crecido en las últimas dos décadas. Impulsada por altos precios agrícolas internacionales, la agricultura, especialmente, en la región pampeana, ha experimentado una transformación estructural importante en la productividad, en las prácticas ganaderas, tecnologías y acuerdos institucionales y contractuales. Esto se ha visto reflejado en los grandes cambios en el uso de la tierra y en el tipo de productos cultivados favoreciendo a la producción de soja y cambios en la estructura y el destino de las exportaciones, particularmente hacia Asia. Sin embargo, otras producciones agrícolas han tenido un rezago: especialmente en las economías regionales (aquellas ubicadas fuera de la región pampeana), incluido el tabaco, el algodón, las frutas y las hortalizas.

    

2.1. Una economía marcada por la fuerza del sector exportador agropecuario

La economía argentina ha estado sujeta a muchas fluctuaciones y graves crisis económicas en las últimas décadas. Hace cien años, el ingreso per cápita era de un 92% del promedio de las 16 economías más ricas, mientras que en la actualidad es sólo de un 43% (Bolt and van Zanden, 2014[1]). La baja densidad demográfica de Argentina y el abundante territorio fértil han contribuido a su relativa ventaja en las materias primas agrícolas, cuyas exportaciones sentaron las bases del alto ingreso per cápita a principios del siglo XX. La tensión entre el crecimiento de la exportación agrícola y el desarrollo de un sector industrial nacional han sido el núcleo de ciclos políticos recurrentes que se han descrito como ciclos de “stop and go(Gerchunoff, 2016[2]).

Luego de décadas de apertura comercial desde fines del siglo XIX, Argentina sufrió la contracción de demanda de 1929 y comenzó un ciclo más introspectivo (OECD, 2017[3]). Después de la Segunda Guerra Mundial, las políticas de sustitución de importaciones para desarrollar un sector industrial se desplegaron bajo una sucesión de gobiernos militares y civiles, hasta el regreso de la democracia en 1980. Hubo dos episodios de hiperinflación en 1975 y entre 1989 y 1990 respectivamente. En la década de 1990, el país volvió a abrirse al comercio con una moneda estable anclada al dólar y redujo la inflación; sin embargo, los desequilibrios presupuestarios en crecimiento desembocaron en el incumplimiento de la deuda de 2001 (Lence, 2010[4]).

Durante el período 2002 a 2010, la economía creció, apoyada por los altos precios de los commodities a pesar de la reinserción de las restricciones a la importación y los impuestos (retenciones) a la exportación agrícola. Sin embargo, el crecimiento se estancó en el período 2009 a 2014, con un tipo de cambio fijo sobrevalorado, controles de capital y restricciones comerciales. El nuevo gobierno, electo en noviembre de 2015, ha dado pasos importantes para corregir varios desajustes. Lo ha hecho mediante la eliminación de los controles de capital y la mayoría de los impuestos a la exportación, la simplificación y los procedimientos de importación y la corrección de las estadísticas nacionales. En septiembre de 2018, se implementó un impuesto temporal en todas las exportaciones para aumentar el ingreso fiscal.

Como resultado de estas décadas de inestabilidad política y económica, el porcentaje del PIB que representa la actividad comercial también ha sido errático: cayó de un 36% en 2005 a un 21% en 2016 (Tabla 2.1). La producción agrícola primaria representó el 8% del PIB en 2016, mientras que se estima que la transformación de todo el sector agroindustrial sea de un 32% del PIB (Regúnaga and Tejada Rodriguez, 2015[5]). Debido a este elevado porcentaje del sector agroalimentario en la economía en general y en las exportaciones en particular (64% en 2016), los balances fiscales y externos de Argentina son extremadamente susceptibles a los desarrollos en este sector.

La producción total agrícola en Argentina está dominada por la ganadería extensiva y el uso de mecanización y tecnologías modernas en la región pampeana. Esto explica el bajo porcentaje del sector agrícola en el empleo nacional: estimado en un 2% en 2016. Sin embargo, se estima que el sector agroalimentario y agroindustrial proporcione entre el 18 y el 35% del empleo total de del país (Regúnaga and Tejada Rodriguez, 2015[5]).

Tabla 2.1. Indicadores contextuales del sector agrícola de Argentina

 

1995

2000

2005

2010

20161

OCDE 2016

Contexto económico

 

 

 

 

 

 

PIB (mil millones de USD en PPA)

354

438

541

756

874

54 075

Población (millones)

35

37

39

41

44

1 284

Superficie terrestre (mil km2)

2 737

2 737

2 737

2 737

2 737

34 404

Superficie agrícola (SA) (mil hectáreas)

128 045

128 510

137 798

147 481

148 700

1 225 182

Densidad de la población (habitantes/km2)

13

14

14

15

16

37

PIB per cápita (USD en PPA)

10 130

11 810

13 818

18 334

19 934

42 104

Comercio como % del PIB2

16

18

35

29

21

40

La agricultura en la economía

 

 

 

 

 

 

La agricultura en el PIB (%)

6

5

9

9

8

2

La agricultura en el empleo (%)

1

1

1

3

2

5

Exportaciones agroalimentarias (% de las exportaciones totales)

53

45

47

51

64

10

Importaciones agroalimentarias (% de las importaciones totales)

6

6

3

3

4

9

Características del sector agrícola

 

 

 

 

 

 

Cultivos en la producción agrícola total3 (%)

62

58

57

58

62

n.a.

Ganado en la producción agrícola total3 (%)

38

42

43

42

38

n.a.

Porción de tierra arable en SA (superficie agrícola) (%)

21

22

24

26

26

32

n.a.: no aplicable.

1. O último año disponible.

2. Relación entre la suma de las exportaciones y las importaciones sobre el PIB.

3. La columna de la OCDE 2016 representa el total de los países de la OCDE para las variables que miden valores absolutos (PIB, población, superficie y área) y de la OCDE promedio para el resto.

Fuente: Cálculos del autor basados en (WDI, 2018[6]) y una base de datos Comtrade (UN, 2018[7]).

2.2. Un país con ingresos medio-bajos con una elevada pobreza urbana

Argentina es el segundo país más grande de América Latina, después de Brasil, a 2,78 millones km2, y el cuarto más poblado (después de Brasil, México y Colombia) con una población de 44 millones de habitantes, de los que un 92% viven en zonas urbanas1 (INDEC, 2010[8]; WDI, 2018[6]). Argentina es rica en recursos naturales, que incluyen tierra para los cultivos y agua. El país es una república constitucional federal y una democracia representativa. El Presidente es el jefe de Estado y de Gobierno. Las elecciones presidenciales tienen lugar cada cuatro años, con posibilidad de una reelección. Argentina es un país federal compuesto por 23 provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Las provincias se dividen a su vez en 512 departamentos y 2 164 municipios (INDEC, 2017[9]).

Argentina es un país que cuenta con ingresos medios-altos y un PIB per cápita de USD 18 489 [PPA 2011] (WDI, 2018[6]). En lo que respecta a la distribución de ingresos, tiene un nivel similar al resto de América Latina, tuvo un coeficiente de Gini de 43% en 2016 y ha participado en la tendencia decreciente de la región (con la excepción de Costa Rica). Sin embargo, el país se compara desfavorablemente con los estándares de la OCDE (31,6% en 2012).

Figura 2.1. La desigualdad en Argentina y los países de América Latina seleccionados (coeficiente de Gini)
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Nota: 1990 o año disponible más cercano.

Fuente: Indicadores del Desarrollo Mundial del Banco Mundial (WDI, 2018[6]).

La incidencia de la pobreza extrema medida como el porcentaje de la población ( número de personas en zonas urbanas) que viven bajo una línea de pobreza menor a USD 1,90 por día (2011 PPA) es muy reducido: 1,7% en 2014 (WDI, 2018[6]). Sin embargo, de acuerdo a la línea de pobreza nacional2, se considera que casi la tercera parte de la población vive en condiciones de pobreza en zonas urbanas: 32,2% en 2016 y 28,6% en 2017. A pesar de estos índices relativamente elevados, el país ha sido testigo del progreso en la reducción de la pobreza en los últimos años (INDEC, 2017[9]). El índice de la línea de pobreza nacional alcanzó su nivel máximo (53% en 2002) en los años posteriores a la crisis financiera y económica de 2001 (Figura 2.2). A diferencia de los países de América Latina, la pobreza rural es relativamente baja; la mayoría de la pobreza se localiza en las zonas urbanas (INDEC, 2017[9]); (Ministerio de Agroindustria, 2018[10]).

Argentina tiene estándares de desarrollo humano relativamente altos en lo que respecta al capital humano, educación, salud, vivienda y seguridad en comparación con otros países de la región de América Latina. En 2016, el país estuvo en la posición 45 del índice de desarrollo humano del PNUD, el único país de la región además de Chile (posición 38) en la categoría “desarrollo humano muy alto” (UNDP, 2017[11]). Con los años, el gobierno argentino ha demostrado un compromiso continuo en la provisión de servicios públicos básicos. Por ejemplo, los gastos públicos en la salud fueron de un 2,7% del PIB en 2014 (WDI, 2018[6]); la esperanza de vida media fue de 76,5 años en 2015 (UNDP, 2017[11]); y el acceso a la electricidad es de aproximadamente 99% (WDI, 2018[6]).

El país también tiene tasas de alfabetización elevadas y la matriculación escolar primaria tiene una tasa de alfabetización del 98% de edades entre 15 y más (WDI, 2018[6]). Además, casi el 58% de la población rural tiene, como mínimo, siete años de escolarización; a nivel nacional (urbano y rural) esta cifra aumenta a un 86% de la población (INDEC, 2010[8]). El gasto público en la educación fue de casi 5,3% del PIB en 2014 (WDI, 2018[6]). La fuerza laboral agrícola bien capacitada de Argentina, con un promedio de 12 años de escolarización ha sido y continúa siendo un factor importante para el desarrollo del sector (Ministerio de Agroindustria, 2018[10]). Una encuesta realizada en 2012 de la Universidad Austral estima que la región pampeana el 70% de los productores tenían menos de 55 años y un 37% contaba con un título universitario (Feeney et al., 2012[12]).

Figura 2.2. Índices nacionales de pobreza urbana, puntos seleccionados en su momento
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Fuente: (INDEC, 2017[9]).

2.3. Producción dinámica de granos y semillas oleaginosas mientras que otros sectores quedan rezagados

Ha habido un crecimiento importante en la producción de granos, particularmente en cereales y semillas oleaginosas durante los últimos 30 años en Argentina. Este crecimiento no solo ha estado impulsado por las mejoras en la productividad para los cultivos principales (es decir, soja, maíz y trigo), sino también por un aumento de las tierras destinadas a dichos cultivos (Figura 2.3). Parte de este aumento proviene de los cambios en el uso de la tierra (es decir, pastizales para la producción vacuna), mientras que otra parte proviene de la expansión de la superficie total destinada a la agricultura.

Figura 2.3. Evolución de las hectáreas en usos seleccionados, 1990 a 2015
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Fuente: Datos del uso de la tierra (FAOSTAT, 2018[13]).

El uso de la tierra para la producción de soja ha experimentado el cambio más grande, de 2 millones de hectáreas en 1980 a 20 millones en 2017, seguido del maíz, de 3,3 a 8,4 millones de hectáreas durante el mismo período. El enorme crecimiento de los cultivos también se refleja en la producción: la soja aumentó de 3,5 a 55 millones de toneladas en el período 1980 a 2017 y el maíz también tuvo un gran aumento, de 6,4 a 49,5 millones de toneladas (Figura 2.4.A).

La producción ganadera también ha experimentado un crecimiento. Por ejemplo, la producción de aves de corral aumentó de 335 720 toneladas en 1990 a 2 055 000 toneladas en 2016 Figura 2.4.B). La carne de cerdo también tuvo un aumento importante: de 140 548 toneladas a 522 429 toneladas durante el mismo período. Por otro lado, la carne vacuna experimentó una disminución importante en los últimos años, de 3 007 000 toneladas a 2 643 000 toneladas entre 1990 y 2016. Esta disminución fue consecuencia de una reducción en el número de animales, que resultó de las políticas como la prohibición de exportaciones, los impuestos o retenciones a la exportación y la incertidumbre de la política macroeconómica. Estas políticas desalentaron la producción nacional de ganado y favorecieron la producción de cultivos, los cuales tienen ciclos más cortos y requiere menos inversión inicial.

Figura 2.5 muestra la contribución de los productos principales al valor de la producción agrícola. La soja es el primer producto que experimentó un aumento en su contribución en las últimas dos décadas, pero evidencia reciente, desde 2016, indica un retroceso parcial de esta tendencia.

Figura 2.4. Evolución del crecimiento de productos de cultivo y de ganadería seleccionados, 1980 a 2016
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Fuente: (FAOSTAT, 2018[13]).

Figura 2.5. Contribución de determinados productos básicos al valor agrícola de la producción, 2015-17
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Fuente: OCDE (2018), “Producer and Consumer Estimates”, Base de datos de estadísticas agropecuarias de la OCDE.

La Productividad total de los factores (PTF) de la agricultura ha crecido en Argentina a una tasa promedio anual de 1,4% durante los últimos veinte años. Esta tasa es menor que la de Brasil y más baja que el rendimiento de Chile y Estados Unidos (Figura 2.6.A). Dicho esto, esta tasa se encuentra en concordancia con el crecimiento de la productividad de los países del Cono Sur y la de Australia. El uso de insumos en la producción agrícola también aumentó un 1,4% en promedio, sumado a un crecimiento total de la producción agrícola de 2,8% en las últimas dos décadas. Sin embargo, las tasas de crecimiento de producción y el aumento de la PTF se ha desacelerado en los últimos diez años en comparación con la década anterior.

Según las estimaciones del Banco Mundial (Lema, 2015[14]) este aumento de la productividad total oculta diferencias significativas entre los productos vegetales y animales. El aumento de la productividad en productos vegetales ha sido mayor a un 2% durante las últimas dos décadas, superior a la de otros países del Cono Sur, mientras que la producción animal total de la PTF fue mucho menor al 1% en promedio (Figura 2.6.B).

Este comportamiento diferenciado de la PTF, con altos incrementos en los cultivos y estancamiento del ganado, refleja la dualidad de la innovación en la agricultura de Argentina. Los nuevos paquetes tecnológicos para los sistemas de producción (que incluyen las semillas modificadas genéticamente, la siembra directa y el aumento en el uso de pesticidas) se han incorporado con rapidez a la producción de cultivos en la región pampeana, junto con la agricultura por contrato a gran escala; mientras tanto, la ganadería y otros productos regionales no tuvieron una situación similar.

Figura 2.6. Productividad total de los factores de la agricultura en Argentina
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Fuente: Comparaciones internacionales de (Fuglie, 2012[15]); Cultivos y ganado de Argentina (Lema, 2015[14]).

2.4. Cambios en las exportaciones y en la participación en las cadenas de valor

En 2016, las exportaciones de Argentina representaron un 10,6% del PIB y las importaciones a un 10,2%. El superávit del comercio agroalimentario es casi tan grande como el déficit en el comercio no agrícola (Figura 2.7). El sector agroalimentario es una fuente importante de ingresos en divisas. El valor de las exportaciones agroalimentarias se triplicó en 2002 y 2017, impulsado por los altos precios internacionales y el aumento de la demanda. Las exportaciones agroalimentarias representaron más del 60% del total de las exportaciones en 2017.

Figura 2.7. Comercio agroalimentario de Argentina: Exportaciones, importaciones y equilibrio comercial
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Nota: El comercio agroalimentario incluye pesca y sus productos derivados.

Fuente: Base de datos Comtrade (UN, 2018[7]).

El incremento más importante en las exportaciones se ha producido en soja (granos, aceite y pasta), maíz y trigo. La pasta de aceite de soja y las exportaciones relacionadas a la soja representaron casi 50% de todas las exportaciones agrícolas entre 2015 y 2017. Otros productos de exportación importantes son el maíz, el trigo, las frutas y las hortalizas (frescas y procesadas), seguidos de la carne vacuna y el vino (Figura 2.8). Según las Perspectivas Agrícolas de la OCDE, es probable que las exportaciones bovinas crezcan en la próxima década (Recuadro 2.1). Sin embargo, existen riesgos asociados a la duración e incertidumbres en la legislación sobre bioseguridad en los principales países importadores como la Unión Europea y China. La incorporación de los cultivos genéticamente modificados y el uso de ciertos agroquímicos se está convirtiendo en una gran preocupación en algunos países, y si esto se lleva al marco de las legislaciones en materia de bioseguridad, podría condicionar las semillas e insumos a utilizar y el funcionamiento de toda la cadena de valor en Argentina.

Figura 2.8. Porcentaje de productos básicos en las exportaciones agroalimentarias en Argentina
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Fuente: Base de datos Comtrade (UN, 2018[7]).

Recuadro 2.1. Las Perspectivas Agrícolas para argentina: Vuelve a haber un crecimiento en la carne vacuna

Las Perspectivas Agrícolas 2018-2027 es una iniciativa colaborativa de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de las Naciones Unidas. La proyección no es una predicción del futuro, sino más bien un escenario plausible basado en supuestos sobre las condiciones macroeconómicas, el contexto de política agrícola y comercial, las condiciones climáticas, las tendencias de productividad a más largo plazo y los desarrollos del mercado internacional.

Las Perspectivas Agrícolas proyectan que la producción en Argentina aumentará más rápido que el consumo. Consecuentemente, las exportaciones continuarán creciendo al igual que en toda América como región. Cada vez una mayor parte de estas exportaciones están destinadas a Asia y África.

En el caso de Argentina, la tasa de crecimiento anual de los cultivos más importantes, la soja, el maíz, el trigo y la cebada será menor que lo que fue durante los últimos diez años. La superficie destinada a los cultivos más importantes se expandirá a un ritmo lento. En el caso del girasol, la superficie destinada aumentará en contraste con la tendencia a la baja durante la década pasada. Se espera que la trituración de soja y de otras semillas oleaginosas crezca a un ritmo más rápido que la producción, aumentando el procesamiento interno.

La producción de aves de corral y carne de cerdo continuará creciendo con rapidez, pero a un ritmo menor que durante la década pasada. Por el contrario, se proyecta que la producción de carne vacuna y de leche crezca considerablemente rápido en la próxima década, lo que revertirá los años de descenso. La producción de leche fue prácticamente constante durante los últimos diez años y crecerá considerablemente a un 1,3% por año. Por este motivo, las exportaciones de leche entera en polvo (LEP) se expandirán con rapidez. El cambio de tendencia en la producción de carne vacuna es incluso mayor ya que había estado en declive durante los últimos diez años y, se proyecta un incremento sólido de 1,6% por año. Esto dará como resultado una expansión importante de las exportaciones de carne vacuna.

Los supuestos subyacentes no abarcan ningún impacto potencial de la crisis y cambios políticos durante 2018. Un entorno de políticas estables es especialmente importante para la producción de rumiantes para la exportación, puesto que requiere acceso a los mercados internacionales. Además, se esperan patrones climáticos normales, pero como lo ha demostrado el año agrícola 2017/18 en Argentina, este podría no ser el caso. Por lo tanto, es necesario tener en cuenta una gran cantidad de incertidumbres conectadas a las proyecciones de las Perspectivas Agrícolas 2018-2027.

Figura 2.9. Crecimiento en la producción en Argentina (tasas de crecimiento promedio anual)
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Fuente: OCDE/FAO (2018), “OECD-FAO Agricultural Outlook”, Estadísticas agrícolas de la OCDE (base de datos).

En las últimas dos décadas se vio un cambio marcado en los principales destinos de las exportaciones agroalimentarias. En concordancia con una tendencia en América Latina hacia una relación comercial y de inversión más profunda con China (OECD/CAF/ECLAC, 2015[16]), el porcentaje de las exportaciones argentinas que tiene por destino la mayoría de los países de la OCDE y Brasil se ha reducido, mientras que el porcentaje con destino a los países asiáticos, en particular China, pero también Vietnam y la India, ha aumentado significativamente. En la actualidad, China es el mercado principal para las exportaciones de la agricultura argentina (11,3%), bien por encima del 8% de Brasil (Figura 2.10). Los países de la Unión Europea en conjunto continúan siendo el socio comercial más importante de Argentina, pero su importancia relativa está disminuyendo.

Figura 2.10. Ingresos de las exportaciones agroalimentarias de Argentina por país de destino
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Nota: UE 15 en 1995-97 y UE 28 entre 2015 y 2017.

Fuente: Base de datos Comtrade (UN, 2018[7]).

La participación de Argentina en las cadenas de valor globales en todos los sectores es baja en comparación con otros países pertenecientes y no pertenecientes a la OCDE. Según la base de datos TiVA de la OMC y de la OCDE, en 2011 el indicador total (eslabonamiento hacia adelante y hacia atrás ) de la participación de Argentina en las CVG fue de un 30% en comparación con un promedio del 48% en las economías en vías de desarrollo y desarrolladas (WTO, 2017[17]). El indicador del eslabonamiento hacia atrás (participación por comprar insumos extranjeros) fue relativamente más bajo que los indicadores del eslabonamiento hacia adelante (participación por vender insumos para las exportaciones de otros países). Para el sector agrícola, la participación de la CVG de los eslabonamientos hacia atrás y hacia adelante (10% y 14% respectivamente) también es baja en comparación con otros países. Para el sector alimentario es incluso más baja (Greenville, Kawasaki and Beaujeu, 2017[18]).

Sin embargo, el flujo de valor agregado entre el sector agrícola de Argentina y otros sectores nacionales y extranjeros es mayor que lo que estos indicadores parecieran revelar. Por ejemplo, 44% del valor agregado agrícola proviene de otros sectores nacionales, lo que representa un eslabonamiento hacía atrás importante para las cadenas de valor nacionales; y un 33% del valor agrícola agregado se exporta en comparación con un 23% en Brasil y un 32% en Chile (Tabla 2.2), lo que representa un eslabonamiento hacia adelante importante con las cadenas de valor extranjeras. El grado de integración del eslabonamiento hacia adelante de la agricultura argentina en las cadenas de valor es particularmente alto cuando se toman en cuenta ambos mercados: el nacional y el extranjero. Un 55% adicional de valor agrícola agregado termina en la producción de otros sectores del país, lo que da un total de 88% de porcentaje de valor añadido que integran las cadenas de valor nacionales o internacionales (uno de los porcentajes más altos del mundo).

Tabla 2.2. Eslabonamientos hacia atrás y hacia adelante de la agricultura y las cadenas de valores
Porcentajes del valor añadido a la demanda y la producción final

 

 

Mundo

Argentina

Brasil

Chile

Indicador del eslabonamiento hacia atrás (demanda)

 

Ingreso de USD 1 pagado por consumidores provenientes de:

 

Agricultura

74%

45%

65%

61%

 

Otros sectores domésticos

18%

44%

29%

27%

 

Países extranjeros

8%

11%

7%

13%

Indicador del eslabonamiento hacia adelante (producción)

 

Porcentaje de ingresos de USD 1 del valor agregado vigente:

 

Agricultura

70%

12%

20%

34%

 

Otros sectores domésticos

22%

55%

57%

34%

 

Países extranjeros

8%

33%

23%

32%

Fuente: Cálculos del autor de la base de datos de ICIO GTAP de 2014 (Greenville, Kawasaki and Beaujeu, 2017[18]).

2.5. Predominan los grandes cultivos en el sector agrícola de la región pampeana

No existe información actualizada sobre la estructura del sector agrícola en Argentina; el último censo agrícola data de 2002 (Recuadro 2.2). Según esto, el número total de activos agrícolas en el país fue de 297 425, con un tamaño promedio de aproximadamente 588 hectáreas (Tabla 2.3). El tamaño promedio de las superficies destinadas a los granos tiende a ser mayor, de 2 000 hectáreas, mientras que el tamaño de las superficies destinadas a las frutas y las hortalizas es relativamente menor, de 30 hectáreas.

Por lo general, la propiedad de la tierra es elevada: casi el 99% de toda la superficie agrícola está bajo el sistema privado de tenencia agrícola y los derechos de propiedad son seguros. En 2002, alrededor del 74% la tierra destinada a la producción pertenecía a los propietarios y se considera que un 11,5% se alquiló. Se supone que el resto se destinó para otros fines, que incluyeron la aparcería.

Tabla 2.3. Estructura y superficie agrícola en 2002

Rango de hectáreas

Activos

Hectáreas

Contribución

0-5

40 957

105 895,1

0,1%

5,1-10

22 664

177 973,5

0,1%

10,1-25

39 833

714 584,2

0,4%

25,1-50

33 787

1 290 129,1

0,7%

50,1-100

34 881

2 660 005,5

1,5%

100,1-200

34 614

5 150 390,1

2,9%

200,1-500

40 211

13 113 229,4

7,5%

500,1-1 000

21 441

15 261 566,5

8,7%

1 001-2 500

16 621

26 489 560,0

15,2%

2 501-5 000

6 256

22 525 345,1

12,9%

5 001-7 500

2 088

12 962 493,8

7,4%

7 501-10 000

1 285

11 546 633,6

6,6%

10 001-20 000

1 851

27 296 370,2

15,6%

>20 000

936

35 514 388,0

20,3%

Total

297 425

174 808 564,1

100,0%

Fuente: INDEC, 2002.

Recuadro 2.2. Estadísticas oficiales en Argentina

La calidad de las estadísticas se ha deteriorado durante 2007 a 2015. La frecuencia y la calidad de los censos subyacentes, las entrevistas y los procedimientos disminuyeron y parte de los datos sobre la inflación, el PIB y los niveles de pobreza se volvieron poco fiables. En julio de 2011, el FMI descubrió que Argentina no cumplía con los requisitos mínimos de notificación debido a la inadecuada provisión de datos del Índice de Precios al Consumidor (IPC) y del PIB (IMF, 2013[19]). Desde 2016, el instituto nacional de estadísticas INDEC se reformó completamente y cambió su liderazgo. En la actualidad, Argentina trabaja con la OCDE para mejorar la calidad de las estadísticas.

En el caso de las estadísticas agrícolas relevantes para este estudio, muchas áreas se vieron afectadas por la ausencia o la inestabilidad de los datos estadísticos. Este es el caso particular de los datos sobre viviendas y las encuestas agrícolas, pero también para el Censo Agrícola, que no se ha actualizado desde 2002. La información de la producción agrícola está incompleta, los datos sobre la inflación de los alimentos no son confiables y no hay información disponible sobre la pobreza rural y las estructuras agrícolas. La información sobre la producción y el comercio es más confiable. Pero la única información estructural sobre el sector agrícola tiene fecha de 2002 y, debido a la transformación dinámica del sector en las últimas dos décadas, es probable que muestre una imagen distorsionada de la situación actual.

References

[1] Bolt, J. and J. van Zanden (2014), “The Maddison Project: Collaborative research on historical national accounts”, The Economic History Review, Vol. 67/3, https://doi.org/10.1111/1468-0289.12032.

[13] FAOSTAT (2018), Food and Agriculture Data, Food and Agriculture Organization of the United Nations.

[12] Feeney, R. et al. (2012), Encuesta Sobre las Necesidades del Productor Agropecuario Argentino 2012, Centro de Estudios en Agronegocios y Alimentos, Universidad Ausral.

[15] Fuglie K., W. (ed.) (2012), Productivity Growth and Technology Capital in the Global Agricultural Economy, CAB International, Wallingford, UK.

[2] Gerchunoff, P. (2016), ¿Por Que Argentina No Fue Australia?, Siglo Veintiuno, http://www.sigloxxieditores.com.ar/fichaLibro.php?libro=978-987-629-699-1 (accessed on 06 April 2018).

[18] Greenville, J., K. Kawasaki and R. Beaujeu (2017), “A method for estimating global trade in value added within agriculture and food value chains”, OECD Food, Agriculture and Fisheries Papers, No. 99, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/f3a84910-en.

[19] IMF (2013), Press Release: Statement by the IMF Executive Board on Argentina, http://www.imf.org/en/News/Articles/2015/09/14/01/49/pr1333 (accessed on 05 June 2018).

[9] INDEC (2017), Encuesta Permanente de Hogares, Instituto Nacional de Estadística y Censos, República Argentina.

[8] INDEC (2010), Censo Nacional de Poblacion, Hogares y Viviendas 2010, Instituto Nacional de Estadistica y Censos, Republica Argentina.

[14] Lema, D. (2015), Crecimiento y Productividad Total de Factores en la Agricultura: Argentina y Países del Cono Sur 1961-2013, World Bank, Washington, DC.

[4] Lence, S. (2010), The Agricultural Sector in Argentina: Major Trends and Recent Developments, Iowa State University.

[10] Ministerio de Agroindustria (2018), Sector background information provided by the Ministry of Agroindustry for the OECD Review of Agricultural Policies of Argentina.

[3] OECD (2017), OECD Economic Surveys: Argentina 2017: Multi-dimensional Economic Survey, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/eco_surveys-arg-2017-en.

[16] OECD/CAF/ECLAC (2015), Latin American Economic Outlook 2016: Towards a New Partnership with China, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/9789264246218-en.

[5] Regúnaga, M. and A. Tejada Rodriguez (2015), Argentina's agricultural policies, trade and sustainable development objectives, International Center for Trade and Sustainable Development (ICTSD).

[7] UN (2018), UN Comtrade database.

[11] UNDP (2017), Human Development Report, United Nations Development Programme.

[6] WDI (2018), World Development Indicators, World Bank, Washington, DC.

[17] WTO (2017), Trade in value-added and global value chains: Statistical profile of Argentina, https://www.wto.org/english/res_e/statis_e/miwi_e/countryprofiles_e.htm.

Notas

← 1. Urbano hace referencia a la población que reside en zonas de más de 2 000 habitantes; las zonas rurales son, en cambio, aquellas con menos de 2 000 habitantes.

← 2. La línea de pobreza nacional oficial está basada en el costo de las necesidades básicas. Consiste en establecer si las familias tienen la capacidad de satisfacer (mediante la compra de bienes y servicios) un conjunto de necesidades alimentarias y no alimentarias que se consideran esenciales (estas incluyen: vestimenta, transporte, salud, vivienda, educación, etc.) (INDEC, 2017[9]).

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