1. Hacia una economía circular en Valladolid, España

La transición hacia una economía circular está en marcha y las ciudades y regiones están en el centro de la misma. En 2050, la población mundial alcanzará los 9.000 millones de personas, el 70% de las cuales vivirá en ciudades (UN, 2018[1]). La presión sobre los recursos naturales aumentará, al tiempo que se necesitarán nuevas infraestructuras, servicios y viviendas. Las ciudades ya representan casi dos tercios de la demanda energética mundial (IEA, 2016[2]) y producen hasta el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero (World Bank, 2010[3]). En 2050, los habitantes de las ciudades seguirán siendo los más expuestos a altas concentraciones de contaminantes atmosféricos1 (OCDE, 2012[4]). Las ciudades producen el 50% de los residuos mundiales (UNEP, 2013[5]). Se calcula que, para 2050, los niveles de residuos sólidos municipales en todo el mundo se duplicarán (IEA, 2016[2]; UNEP/IWSA, 2015[6]). El 80% de los alimentos se consumen en las ciudades y, en comparación con los niveles actuales, se necesitará un 60% más de alimentos en las próximas décadas para alimentar a la población (Ellen MacArthur Foundation, 2019[7]). Al mismo tiempo, el estrés hídrico y el consumo de agua aumentarán en un 55% para 2050 (OECD, 2012[4]). Las ciudades y las regiones son las principales responsables de los servicios públicos locales, como el transporte, los residuos sólidos, el agua y la energía. Como tales, están en el centro de las decisiones clave que tienen un fuerte impacto en el bienestar de los ciudadanos, la calidad del medio ambiente y el crecimiento económico.

No existe una definición única para la economía circular, que ahora se enfrenta a un periodo de desafío de validez. Aunque hay muchas definiciones de la economía circular, todas incluyen como supuesto básico el reconocimiento de los residuos como recurso (Recuadro 1.1). La economía circular consiste en evitar el desperdicio de recursos mediante la reutilización de materiales, la mejora del diseño para aumentar la durabilidad de los bienes y productos, y la transformación de los residuos. En las ciudades y regiones, la economía circular debe garantizar que: los servicios (por ejemplo, desde el agua hasta los residuos y la energía) se presten evitando la generación de residuos, haciendo un uso eficiente de los recursos naturales como materias primas, optimizando su reutilización y permitiendo las sinergias entre sectores; las actividades económicas se planifiquen y se lleven a cabo de forma que se cierren, ralenticen y estrechen los bucles a través de las cadenas de valor; y las infraestructuras se diseñen y construyan para evitar los bloqueos lineales, que utilizan los recursos de forma intensiva e ineficiente.

La economía circular no es un fin en sí misma, sino un medio para alcanzar un fin: ofrece la oportunidad de hacer más con menos, de utilizar mejor los recursos naturales disponibles y de transformar los residuos en nuevos recursos, al tiempo que promueve nuevas oportunidades de empleo y aborda las desigualdades (por ejemplo, el acceso a servicios y productos básicos compartidos, desde la movilidad hasta la agroalimentación, pasando por los edificios). Así, mientras que la narrativa medioambiental, según la cual un menor uso de materiales implica una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), ha sido hasta ahora la predominante en la promoción del cambio hacia una economía circular, las ciudades y las regiones están prestando cada vez más atención a los aspectos sociales y económicos como motores de esta transición. Según Blomsma y Brennan (2017[8]) la economía circular se enfrenta ahora a su “período de desafío de validez” en su camino para convertirse en un concepto sólido y consolidado, lo que implica un cambio radical en el comportamiento de los consumidores.

Se espera que la economía circular en las ciudades y regiones genere un impacto positivo en el crecimiento económico, la creación de nuevos puestos de trabajo y la reducción de los impactos negativos en el medioambiente. Para 2030, se calcula que el cambio de un enfoque lineal de “tomar, hacer y desechar” a un sistema circular tenga un potencial de 4,5 billones de dólares para el crecimiento económico (Accenture, 2015[14]). Las proyecciones muestran que, para 2030, la productividad de los recursos en Europa puede mejorar un 3% y generar un aumento del producto interior bruto (PIB) de hasta el 7% (Centro McKinsey para los negocios y el medio ambiente, 2016[15]). Las proyecciones a nivel de ciudad muestran que, por ejemplo, la aplicación de un enfoque de economía circular a la cadena de construcción en la ciudad de Ámsterdam (Países Bajos) reduciría las emisiones de GEI en medio millón de toneladas de CO2 al año. En Londres (Reino Unido), los beneficios de los enfoques circulares aplicados al entorno construido, los alimentos, los textiles, los productos eléctricos y los plásticos se estiman en 7.000 millones de libras esterlinas cada año de aquí a 2036.2 Se calcula que en la región de Île-de-France (Francia) se crearán unos 50.000 puestos de trabajo relacionados con la economía circular.3 Los beneficios medioambientales consisten en: la disminución de la contaminación; el aumento de la proporción de recursos renovables o reciclables; y la reducción del consumo de materias primas, agua, tierra y energía (EEA, 20016[16]). Sin embargo, la transición debe ser “justa” teniendo en cuenta el bienestar social de las personas, la calidad de vida y la equidad.

El potencial de la economía circular aún debe ser desbloqueado. En la actualidad, menos del 10% de la economía mundial es circular (Circle Economy, 2020[17]). Desbloquear el potencial de la economía circular en las ciudades y regiones implica ir más allá de los aspectos exclusivamente técnicos y poner en marcha la gobernanza necesaria para crear incentivos (legales, financieros), estimular la innovación (social, institucional) y generar información (datos, conocimientos, capacidades). También implicaría examinar los obstáculos para que las empresas “cierren el círculo”, replanteando los modelos de negocio (por ejemplo, el alquiler y el uso compartido) y analizando los instrumentos económicos que podrían apoyar la transición en varios sectores, como los residuos, los alimentos, los entornos construidos y el agua. La economía circular implica modelos de gobernanza basados en enfoques multisectoriales y de múltiples partes interesadas. Para que la economía circular se haga realidad, es necesario alinear las políticas, informar y comprometer a las partes interesadas, actualizar los marcos jurídicos y reglamentarios y apoyar la innovación.

Para la ciudad de Valladolid (España), la transición hacia una economía circular representa una oportunidad de mayor atractivo y competitividad, al tiempo que proporciona respuestas a los desafíos medioambientales. La Figura 1.1 indica las palabras que la ciudad asocia más con el concepto de economía circular a través de la Encuesta de la OCDE sobre la Economía Circular en Ciudades y Regiones (cuanto más grande es la palabra en la figura, mayor es la importancia). Estas palabras son: “desarrollo sostenible”, “cambio climático”, “eficiencia”, “modelo de negocio” y “cambio cultural”. Según la administración local, la prevención de residuos, el ecodiseño y el reciclaje son claves para la economía circular (OECD, 2019[18]). En concreto, la ciudad pretende maximizar el uso de los recursos naturales como los agroalimentarios, promover la simbiosis industrial y mejorar la recogida selectiva de residuos para su reciclaje y valorización de materiales. Esto implica fomentar la concienciación y la participación ciudadana, potenciar la innovación y promover la cooperación entre las partes interesadas (Puente, 2018[19]).

Desde que se adhirió a la Declaración de Sevilla en marzo de 2017, la ciudad de Valladolid ha mostrado su voluntad política hacia una transición circular. Valladolid fue una de las primeras ciudades en adherirse a la Declaración de Sevilla en marzo de 2017, que siguió al Llamamiento a las Ciudades por la Economía Circular lanzado en París en septiembre de 2015 con motivo de la COP 21. A través de la Declaración de Sevilla, 300 municipios españoles se comprometieron a promover un modelo de desarrollo urbano sostenible, inclusivo y resiliente, y a reforzar el papel de los gobiernos locales en la transición circular desarrollando estrategias locales sobre: vertederos cero, reciclaje (especialmente de biorresiduos), prevención de residuos (especialmente de alimentos), ecodiseño y compra pública de productos verdes. Aunque no es vinculante, la declaración representa un punto de partida para que los municipios españoles actúen hacia una economía circular. Tras la firma, la Agencia de Innovación y Desarrollo Económico del municipio de Valladolid comenzó a elaborar una Hoja de Ruta de la Economía Circular, y la Consejería de Innovación, Desarrollo Económico, Empleo y Comercio aprobó subvenciones municipales para proyectos circulares (ver párrafos siguientes).

La Estrategia Española de Economía Circular y una serie de iniciativas a nivel subnacional impulsaron el desarrollo de modelos de economía circular en Valladolid. Aunque todavía no está aprobada, la Estrategia Española de Economía Circular (Government of Spain, 2018[20]) es una referencia para los gobiernos subnacionales que deseen pasar de una economía lineal a una circular, incluyendo Valladolid. La estrategia sirve de marco general que puede ser adoptado y aplicado por los gobiernos regionales y locales en función de sus competencias y prioridades específicas (véase el capítulo 2). Más allá de la referencia nacional, otras iniciativas estimularon un entorno fértil para planificar la transición a una economía circular en la ciudad de Valladolid. Por ejemplo, la ciudad participó activamente en el desarrollo del “Modelo de estrategia local de economía circular” de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP). Además, la ciudad comparte información con la Comunidad Autónoma de Castilla y León para la elaboración de su Estrategia de Economía Circular 2020-30.

La participación de la ciudad de Valladolid en varios proyectos financiados por la Comisión Europea (CE) llevó a la ciudad a concebir la economía circular como un marco general para los proyectos de desarrollo sostenible. Valladolid participa activamente en una serie de proyectos financiados por la CE que promueven el desarrollo urbano sostenible a través de la eficiencia energética, la calefacción urbana, la movilidad sostenible y las soluciones basadas en la naturaleza.4 Estos proyectos han estimulado nuevas formas de colaboración entre el sector público y el privado, y han aumentado la conciencia medioambiental. Como tal, las lecciones aprendidas de la práctica de los proyectos financiados por la CE (por ejemplo, la comunicación, la gestión del presupuesto, las asociaciones, etc.) están destinadas a ser utilizadas para implementar la futura estrategia de economía circular de la ciudad, ya que se necesitarán colaboraciones de múltiples partes interesadas (a través de los sectores público, privado y sin fines de lucro, del mundo académico, de las asociaciones locales y de los ciudadanos).

Valladolid es la ciudad más poblada de la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Castilla y León (2.425.801 habitantes en 2018) es la sexta región más poblada del país (Castile and León Autonomous Community, 2018[21]) y la más extensa en términos territoriales, aunque la densidad de población es baja con 25,5 habitantes por km2 (EC, 2019[22]). La región está situada en la mitad norte del país (Figura 1.2). El 12% de los habitantes de la región y el 57% de la población de la provincia viven en la ciudad de Valladolid (INNOLID 2020+, 2017[23]). En 2018, la población ascendía a 298.866 habitantes, concentrados en su mayoría en el centro histórico pero desplazándose cada vez más a zonas menos densamente pobladas y periféricas de la ciudad. Cuatro distritos periféricos (números 4, 6, 10 y 11) de un total de 12 distritos de la ciudad concentran el 78% de la población (Valladolid en Cifras, 2019[24]).

La población de la ciudad de Valladolid ha ido disminuyendo y envejeciendo durante las dos últimas décadas y se prevé que esta tendencia continúe durante la próxima década. Desde 1998, el municipio de Valladolid ha perdido casi un 7% de su población. En los últimos 5 años la población provincial ha descendido un 2%. Esto se debe a que las tasas de mortalidad aumentan por encima del número de recién nacidos y al saldo neto entre emigrantes e inmigrantes (casi 1.000 en 2017) (INE, 2019[26]). Algunos municipios vecinos han absorbido el exceso de emigrantes de la capital, convirtiéndose en “ciudades dormitorio”. Entre 2005 y 2018, la población activa disminuyó casi un 10% (Figura 1.3) y, dentro de ella, el grupo de 25 a 34 años fue el que más disminuyó. En el mismo periodo, el índice de juventud5 disminuyó del 67% al 45,8%, mientras que el índice de envejecimiento muestra que la población de edad avanzada (mayor de 64 años) creció casi un 10% (Figura 1.4).

La economía de Valladolid se caracteriza por el sector servicios. Un 83% de las empresas existentes en la ciudad opera en el sector servicios, seguido de los sectores de la construcción (11%), la industria (casi 5%) y la agricultura (menos del 1%) (INNOLID 2020+, 2017[23]). El PIB del área metropolitana de Valladolid y el de la región equivalen respectivamente a casi el 1% y el 5% del PIB nacional (OECD, 2019[27]). En 2016, el PIB per cápita de la provincia de Valladolid fue de 24.308 euros, ligeramente por encima del valor regional (22.646 euros) y del nacional (23.970 euros) (INE, 2016[28]).6 Valladolid alberga filiales de grandes firmas internacionales como Michelin y Renault.7 Sin embargo, el sector productivo se caracteriza principalmente por las pequeñas y medianas empresas (PYMES), como en toda la región. En Castilla y León, el 90% de las empresas son pymes y el 83% de ellas tienen menos de 3 trabajadores asalariados (EC, 2019[22]).

El desempleo en Valladolid ha disminuido desde 2014 y es inferior al nivel regional y nacional. Desde la crisis financiera de 2008, el desempleo ha sido una gran preocupación en España. Al principio de la crisis, en 2008, el desempleo representaba el 9,6%. En 2013, casi se había triplicado hasta un máximo del 26,9% y comenzó a descender hasta alcanzar el 13,8% en 2019. Esta cifra es casi 2 veces superior a la media de la UE, del 7,5% (Eurostat, 2019[29]). En la ciudad de Valladolid el nivel de desempleo8 ha pasado del 7,8% al 15,7% entre 2008 y 2014 y ha ido fluctuando hasta llegar al 11,7% en 2018. (Ayuntamiento de Valladolid, 2019[30]). El desempleo en la ciudad afecta en gran medida a los individuos mayores de 25 años (40,8% de este grupo de edad) y a los mayores de 45 años (49,3%) (INNOLID 2020+, 2017[23]). Un 9,9% de los jóvenes menores de 25 años están en paro y un 27% de los jóvenes profesionales abandonan la ciudad tras finalizar sus estudios (INNOLID 2020+, 2017[23]). Para atraer a los “cerebros”, la ciudad puso en marcha un programa de retorno del talento, ofreciendo becas de dos años y un programa de retención del talento para incentivar a las empresas locales que contraten a los recién graduados de la Universidad de Valladolid para realizar unas prácticas de seis meses (Valladolid Municipality, 2018[31]).

El sector turístico adquiere cada vez más relevancia, debido al rico patrimonio cultural de la ciudad y a la presencia de eventos internacionales. Valladolid fue cuna de personajes históricos emblemáticos como Cristóbal Colón, que murió en Valladolid en 1506, y Miguel de Cervantes, cuya primera edición de “El Quijote” se publicó en Valladolid en 1604. Desde 1965 la ciudad acoge la Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI) que atrae cada año a unos 95.000 visitantes. Valladolid es la ciudad más visitada de Castilla y León con casi 455.926 visitantes en 2018, (INE 2019) , 2019[26]) , lo que corresponde a un aumento del 1,4% de visitantes respecto al año 2017, 2018[32]). En 2017, el sector turístico generó 277 millones de euros, casi un 18% más que en 2016, creando 4.639 empleos (un 16% más que el año anterior) (INNOLID 2020+, 2017[23]).

La ciudad alberga una de las universidades más antiguas de España. La Universidad de Valladolid, fundada en 1346, cuenta con cuatro campus ubicados en los municipios de Palencia, Segovia, Soria y Valladolid. La Escuela de Ingenierías Industriales fue calificada en 2016 como la séptima mejor de España por la vinculación de las competencias adquiridas por los estudiantes con las habilidades requeridas para una carrera en el sector empresarial (Everis Foundation, 2016[33]). La universidad también es conocida por su Escuela de Arquitectura.

La contaminación atmosférica ha disminuido desde 2002, aunque sigue siendo un problema para la ciudad. Desde 2008, el número de días en que la calidad atmosférica es “mala” y “regular” ha descendido sensiblemente, mientras que los días considerados como “buenos” y “muy buenos” han aumentado. Las emisiones de carbono en Valladolid han disminuido un 8% desde 2010 (Interreg Europe, 2019[34]). El Ayuntamiento, siguiendo el Protocolo de Anticontaminación de Valladolid, adoptó limitaciones al tráfico en el centro de la ciudad en siete ocasiones durante 2017 para reducir los niveles de contaminación atmosférica. La Red de Control de Contaminación Atmosférica del Ayuntamiento de Valladolid (RCCAVA) cuenta con 5 estaciones de control de la calidad del aire ubicadas en toda la ciudad que miden el nivel de partículas (PM10, PM2,5) y otros gases (NO2, O3, SO2, CO2). El Ayuntamiento atribuye la contaminación atmosférica al uso extensivo del vehículo privado y está tomando medidas para una movilidad más ecológica a través de fondos europeos (INNOLID 2020+, 2017[23]).

La producción de energía renovable ha ido en aumento, aunque se mantiene en niveles bajos en comparación con las fuentes de energía tradicionales. El biogás y la energía solar térmica (local) han sido las fuentes de energía renovable predominantes desde principios de la década de 2000 hasta 2014. La energía solar térmica municipal ha mantenido un nivel de producción similar durante todo ese periodo. La fotovoltaica y la biomasa, si bien eran casi inexistentes al principio del periodo analizado, han experimentado un gran incremento entre 2010 y 2014 (INNOLID 2020+, 2017[23]).

La producción de residuos domésticos per cápita se sitúa por debajo de los valores regionales y nacionales; sin embargo, se han registrado fluctuaciones en los últimos años. Actualmente, en Valladolid se producen un total de 380kg de residuos por hogar y año, por debajo del valor regional de 433kg y de los 459kg generados en España. La producción de residuos domésticos per cápita ha aumentado casi un 8% desde 2014 (cuando era de 353kg/habitante), tras mostrar una tendencia decreciente entre 2011 y 2014 (Figura 1.5). La tendencia a la baja podría deberse, entre otras cosas, a la desaceleración del consumo asociada a la crisis internacional de 2008 (Lomas y Carpintero, 2017[35]). Los niveles de separación de residuos domésticos ascendieron al 40% del total de residuos producidos entre 2010 y 2018 (Valladolid Municipality, 2019[36]). La producción total de residuos municipales ha aumentado entre 2002 y 2010, pasando de aproximadamente 115.000 toneladas a 128.000 toneladas. Desde entonces y hasta 2014, la producción de residuos ha descendido hasta su mínimo (108.000 toneladas) (CTR Valladolid, 2018[37]). Desde 2014, la producción de residuos municipales se ha mantenido relativamente estable, aunque en los últimos 3 años la cantidad de residuos totales ha aumentado un 2% (alcanzando las 113.212 toneladas en 2018) (Valladolid Municipality, 2019[36]).

El consumo de agua en los hogares muestra una tendencia a la baja desde 2004. Los litros de agua consumidos por cápita y día (l/pc/d) en Valladolid han ido descendiendo ligeramente, pasando de unos 300 l/pc/d en 2004 a 260 l/pc/d en 2018. Esta cifra supone una reducción del 5% respecto a 2017 y las previsiones de la ciudad para 2019 esperaban mantener la misma tendencia llegando a los 255 l/pc/d (aunque aún no se dispone de los datos de 2019). El municipio atribuye esta reducción a las campañas de concienciación y compromiso ciudadano (INNOLID 2020+, 2017[23]). Por otro lado, el agua consumida para el riego de parques y jardines ha aumentado un 150% desde el año 2000, impulsado en parte por el aumento de la superficie de zonas verdes en la ciudad (Ayuntamiento de Valladolid, 2018[39]).

La ciudad está expuesta a los riesgos de inundación. Valladolid forma parte del Área de Riesgo Potencial Significativo de Inundación (ARPSIs) del Pisuerga-Esgueva. Entre 2009 y 2013, las inundaciones han causado daños equivalentes a 1.506.255 euros al año de media (Valladolid Hydrographic Confederation, 2016[40]).

References

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[8] Blomsma, F. and G. Brennan (2017), “The emergence of circular economy: A new framing around prolonging resource productivity”, Journal of Industrial Ecology, Vol. 21/3, pp. 603-614, https://doi.org/10.1111/jiec.12603.

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[26] Ellen MacArthur Foundation (2019), Cities and Circular Economy for Food, https://www.ellenmacarthurfoundation.org/assets/downloads/Cities-and-Circular-Economy-for-Food_280119.pdf (accessed on 6 November 2019).

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Notas

← 1. Las concentraciones de contaminantes atmosféricos se refieren en particular a las partículas (PM10).

← 2. Amec Foster Wheeler: véanse los perfiles de las áreas de interés en este documento (pp. 20-30) (2015), https://www.lwarb.gov.uk/wp-content/uploads/2015/12/LWARB-circular-economy-report_web_09.12.15.pdf.

← 3. Para más información, consulte: https://www.paris.fr/economiecirculaire.

← 4. El proyecto REMOURBAN promueve la movilidad eléctrica y la eficiencia energética de los edificios (por ejemplo, en el distrito FASA del barrio de Las Delicias). El proyecto Urban Green Up, que se ejecutará hasta 2023, aporta soluciones basadas en la naturaleza para lograr una ciudad más resiliente.

← 5. El porcentaje de población menor de 15 años en relación con la población mayor de 64 años.

← 6. Los datos disponibles para 2018 muestran los siguientes valores del PIB: Castilla y León (24.397 euros) y España (25.854 euros) (INE, 2018[43]).

← 7. El sector de la automoción cuenta con 42 empresas radicadas en la provincia, entre las que se encuentran filiales de grandes firmas internacionales (Iveco, Michelin y Renault) que crean 14.000 empleos directos y producen una media de 7 millones de euros al año ( INNOLID 2020+, 2017[23]).

← 8. A nivel municipal, los datos de desempleo se calculan considerando el número de trabajadores desempleados inscritos en el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) en relación con la población activa (entre 16 y 64 años) (Ayuntamiento de Valladolid, 2019[42]).

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