2. Tendencias e impactos de la IED en Chile

Como economía pequeña, abierta y rica en recursos naturales, Chile es un destino especialmente atractivo para la inversión extranjera directa (IED). La trascendencia de la IED para la economía chilena queda demostrada por la ratio IED/PIB, que ha crecido de forma significativa durante la última década, alcanzando el 98% en 2020. Chile tiene una de las ratios IED/PIB más altas de la OCDE, por encima de la de otros países de América Latina y el Caribe como Colombia y México, y de otros países de la OCDE de similar peso económico, como la República Checa, y ricos en recursos naturales como Australia. En 2021, la ratio IED/PIB se redujo debido a una mayor disminución de los flujos de IED en comparación con el PIB durante la crisis del COVID-19, de forma similar a la observada en otros países (Gráfico 2.1, Panel A).

Los flujos de IED hacia Chile han disminuido desde 2012 (Panel B). Esta tendencia negativa, observada en muchos otros países, es atribuible en parte a una desaceleración de la producción internacional y a la retracción de las cadenas globales de valor (UNCTAD, 2018[1]). La pandemia de COVID-19 y sus devastadores efectos en las actividades de las empresas multinacionales (EM) han contribuido aún más a la disminución de los flujos de IED a nivel mundial. En Chile, como en el resto de América Latina, la disminución fue especialmente pronunciada debido al colapso de los precios de las materias primas y a la recesión económica que siguió a la crisis del COVID-19 (UNCTAD, 2021[2]). No obstante, los datos de 2021 indican una ligera recuperación de los flujos de IED hacia Chile.

La gran cantidad de recursos naturales con que cuenta Chile explica el elevado porcentaje de IED en el sector de la minería (Gráfico 2.2). En 2021, el 28% de los stocks de IED se concentraban en el sector minero, especialmente en los metales. Aunque los stocks de IED en la minería se han mantenido más o menos sin cambios desde 2012, el porcentaje relativo ha disminuido en seis puntos porcentuales. Mientras tanto, la IED destinada a los servicios financieros y la energía, en particular las energías renovables, ha ganado importancia en el escenario de la IED chilena. Durante el período 2012-2021, el porcentaje de stocks de IED en servicios financieros aumentó del 6% al 15%, mientras que el porcentaje en el sector energético creció del 8% al 15%. Es posible, sin embargo, que algunos de estos porcentajes estén subestimados, ya que una parte importante de los stocks de IED facilitados por el Banco Central de Chile está "sin asignar" (el 24% en 2021).

En cuanto a la modalidad de entrada de los inversionistas extranjeros, los datos muestran diferencias significativas entre la IED en nuevos proyectos (es decir, la creación de nuevas empresas en la economía anfitriona y la inyección adicional de fondos a las ya existentes) y la IED en fusiones y adquisiciones (FyA) (Gráfico 2.3). La IED en nuevos proyectos se concentra en el sector de la energía (44%), especialmente en las energías renovables, y en el de la minería (extracción de carbón, petróleo y gas y metales) (27%). Un porcentaje menor se destina al sector servicios (19%) y al sector manufacturero (9%). Dentro de los servicios, la mayor parte de la IED en nuevos proyectos se concentra en las comunicaciones, los servicios empresariales, el transporte y las finanzas, mientras que en la industria manufacturera los principales objetivos son las industrias de tecnología media y baja, como la metalurgia, la industria química y la industria alimentaria. Una parte muy pequeña de la IED en nuevos proyectos (1%) se destina a la construcción. Las fusiones y adquisiciones se concentran en los sectores de servicios (36%), especialmente las finanzas y el transporte, así como en la minería (26%) y la energía (23%). Una parte menor se destina a la industria manufacturera (14%), en particular a la industria química y alimentaria de tecnología media y baja y a la industria farmacéutica de alta tecnología. Una parte insignificante de las operaciones de fusión y adquisición se realizan en el sector de la construcción (1%).

Independientemente de la modalidad de entrada, la IED parece concentrarse en unas pocas regiones. Entre 2010 y 2021, la IED en nuevos proyectos se concentró principalmente en tres regiones: Antofagasta, Atacama y la Región Metropolitana (Santiago) (Gráfico 2.4). Esto no resulta sorprendente si se tiene en cuenta que las minas están situadas en Antofagasta y Atacama y que Santiago es el principal centro económico de Chile.1 Mientras que en Antofagasta y Atacama las inversiones en nuevos proyectos se destinaron principalmente a los sectores de la minería y la energía, en la Región Metropolitana abarcaron una gama más amplia de sectores, como las comunicaciones, los servicios financieros, los restaurantes y hoteles, los servicios de transporte y la industria alimentaria. En la Región Metropolitana también se ha creado un gran número de puestos de trabajo en el sector de las energías renovables.

La mayoría de las operaciones transfronterizas de fusiones y adquisiciones durante el período 2010-2021 se realizaron también en la Región Metropolitana (Panel B). Sin embargo, es probable que esta cifra esté sobreestimada porque en los datos disponibles para este estudio, la ubicación de las fusiones y adquisiciones suele establecerse en la sede de la empresa, aunque las instalaciones de la empresa radiquen en otras regiones. Este es el caso de varias empresas mineras cuya sede central se encuentra en Santiago, mientras que sus instalaciones mineras están situadas en Antofagasta y Atacama. Además, no se ha facilitado información sobre la ubicación de las empresas adquiridas o fusionadas en aproximadamente el 36% de las operaciones de fusión y adquisición materializadas durante este período.

Las disparidades regionales en la IED son mucho mayores en Chile que en otros países de la OCDE. Además, las disparidades en la IED siguen siendo elevadas incluso cuando se tiene en cuenta la densidad de población, es decir, cuando la IED se considera en términos per cápita. Un estudio reciente de la OCDE muestra que las disparidades regionales en la IED están relacionadas con las diferencias de productividad laboral, lo que sugiere que existe un fuerte vínculo entre la inversión extranjera y el nivel de productividad a nivel regional (OECD, Forthcoming[8]).

Más del 62% de los stocks de IED son inversiones procedentes de Europa, sobre todo de los Países Bajos, el Reino Unido, España e Italia, así como de América del Norte, concretamente de Canadá y los Estados Unidos (Gráfico 2.5, Panel A). Aproximadamente el 13% procedió de América Latina, un porcentaje mucho menor si se tiene en cuenta la proximidad geográfica. Los principales inversionistas de América Latina y el Caribe fueron Brasil, Colombia, Bermudas y México (Panel B). Además, mientras que los stocks de IED de Canadá, España, el Reino Unido e Italia crecieron entre 2012 y 2021 tanto en términos absolutos como relativos, los de los Estados Unidos y América Latina disminuyeron. Se registraron stocks de IED negativos en el caso de Argentina y Perú.2

La baja importancia de los asociados sudamericanos para Chile es una cuestión de larga data. La escasa integración económica y comercial de los países latinoamericanos parece explicarse por los elevados costos del comercio dentro de la región derivados de las deficientes infraestructuras de transporte y logística, las complicadas y poco transparentes medidas no arancelarias (por ejemplo, las normas técnicas sobre los productos), las restricciones legales al comercio de servicios, así como la escasa participación en las CGV de algunos asociados (por ejemplo, Argentina y Brasil) (Gonzalez, 2017[9]; OECD, 2015[10]).

Ahora bien, aproximadamente un 25% de los stocks de IED facilitados por el Banco Central de Chile en 2021 no pueden asignarse a un país concreto. Así pues, es posible que los porcentajes correspondientes a algunos países estén subestimados. Además, como los datos del Banco Central de Chile sobre IED siguen el principio del inversionista inmediato (y no el del inversionista final), no ofrecen una imagen precisa del origen de las inversiones cuando una empresa matriz (final) invierte en Chile a través de otra filial (inmediata) en un tercer país.

Las operaciones de fusión y adquisición de Thomson Reuters ofrecen una imagen más precisa del origen de estas inversiones, ya que distinguen entre el inversionista final y el inversionista inmediato. Los datos muestran que la mayoría de las operaciones transfronterizas de fusión y adquisición realizadas en Chile en la última década fueron llevadas a cabo por empresas europeas y norteamericanas, lo que confirma a grandes rasgos la situación que se desprende de los datos del Banco Central de Chile sobre IED (Gráfico 2.6, Panel A). Los datos también indican que en los últimos años una parte importante de las operaciones de fusión y adquisición en Chile han sido realizadas por empresas chinas. Aunque crece rápidamente, la IED procedente de China sigue siendo marginal en el escenario chileno (sólo un 0,2% en 2021 según los datos del Banco Central de Chile sobre IED). Sin embargo, es también posible que algunas empresas chinas inviertan a través de otros países (por ejemplo, las Islas Caimán) y que dichos flujos no se imputen a China (Sutherland, El-Gohari and Matthews, 2010[11]). El sector de la inversión varía enormemente en función del país de origen de las empresas. Las empresas de los Estados Unidos, Canadá, España, el Reino Unido y Catar realizaron operaciones de fusión y adquisición principalmente en el sector de los servicios, en particular las finanzas, las telecomunicaciones y el transporte (Panel B). Las operaciones de fusión y adquisición de empresas chinas, italianas y argentinas se centraron principalmente en el sector energético, mientras que las de los inversionistas japoneses lo hicieron en el sector minero.

El papel predominante de las empresas europeas y norteamericanas también se ve confirmado por los datos sobre IED en nuevos proyectos (Gráfico 2.7, Panel A). Los datos reflejan además que la inversión de China en nuevos proyectos fue diez veces mayor en el período comprendido entre 2016 y 2021 que en el período comprendido entre 2010 y 2015. Sin embargo, la participación de China en el total de IED en nuevos proyectos recibida por Chile entre 2016 y 2021 sigue siendo pequeña (en torno al 2%). La mayoría de los principales inversionistas prefirieron los sectores de la energía, en particular las energías renovables, y la minería (Panel B).

La participación en las CGV brinda nuevas oportunidades para el crecimiento de la productividad y la innovación. Los países participan en las CGV utilizando insumos importados en sus exportaciones (integración regresiva en las CGV) o suministrando insumos intermedios para las exportaciones de terceros países (integración progresiva). Tanto la integración regresiva como la integración progresiva en las CGV pueden producir efectos colaterales en la productividad. La integración regresiva permite a los países utilizar insumos que no están disponibles en la economía nacional o que tienen una ventaja en términos de precio o calidad, mientras que la participación progresiva permite a los países adquirir tecnología y conocimientos de los destinos de exportación (Criscuolo and Timmis, 2017[12]).

El nivel de integración progresiva de Chile en las CGV es alto, como cabría esperar de un exportador neto de recursos naturales. Al igual que muchos productores de recursos naturales, Chile exporta principalmente productos primarios e intermedios, que luego son procesados y exportados por otros países. Su nivel de integración progresiva en las CGV, medido por su porcentaje de valor añadido en las exportaciones de otros países, es del 26%, superior al de la mayoría de los países de la OCDE y similar al de otros productores de recursos naturales, sobre todo Arabia Saudí (34%) y Noruega (39%) (Gráfico 2.8). En cambio, el nivel de integración regresiva de Chile, medido por el porcentaje de valor añadido extranjero en sus exportaciones, es del 14%, inferior al de la mayoría de los países de la OCDE, aunque en consonancia con el tamaño de su mercado, su canasta de exportaciones y su distancia de los principales centros manufactureros (OECD, 2015[10]).

El alto nivel de integración progresiva y el bajo nivel de integración regresiva de Chile sugieren una posición relativamente progresiva en las CGV: el país está especializado en las primeras fases del proceso de producción, es decir, en la extracción de materias primas (Antràs et al., 2012[14]). Otros países latinoamericanos como Brasil, Colombia y Argentina también parecen posicionarse relativamente arriba en las CGV, mientras que México y Costa Rica se posicionan más abajo, probablemente debido a su mayor especialización en procesamiento y montaje (OECD, 2015[10]).

Dada la ubicación remota de Chile y su intención de seguir aprovechando y mejorando su posición en las CGV, lograr una mayor competitividad de los servicios estructurales (por ejemplo, telecomunicaciones, transporte aéreo y ferroviario) y de la logística será crucial. Las estimaciones de la OCDE muestran que la logística representa alrededor de una quinta parte del valor total de la producción en el sector manufacturero de Chile, que es más de dos veces superior a la media de la OCDE (OECD, 2015[10]). Esto sugiere que una reducción de los costos logísticos tendrá más impacto en la producción manufacturera total de Chile que en la mayoría de los países de la OCDE. La disponibilidad y sostenibilidad de los servicios de energía, agua y transporte también son factores clave para el futuro crecimiento del sector minero en Chile.

Chile tiene una ventaja comparativa en diversas actividades del sector de los recursos naturales y la manufactura de media y baja tecnología, es decir, exporta relativamente más en estas actividades que el resto del mundo (Recuadro 2.1). En concreto, el país tiene una ventaja comparativa tradicional en la producción y exportación de metales (cobre, hierro, plata y platino, plomo), diversos productos agrícolas y pesqueros (pescado, hortalizas, frutas y frutos secos), sustancias químicas (fertilizantes, productos químicos inorgánicos), metales básicos y manufacturados (hierro bruto, fundición especular, hierro esponja, gránulos y polvos de hierro o acero y ferroaleaciones, contenedores metálicos para almacenamiento o transporte), minerales no metálicos, alimentos y bebidas (alimentos procesados, grasas animales y bebidas), textiles y prendas de vestir (lana y otros tipos de pelo animal), y madera y papel (madera, pasta de papel, corcho y papel) (Gráfico 2.9).

También cuenta con una emergente ventaja comparativa en algunas actividades de los sectores metalúrgico (desechos y chatarra ferrosos, refundición de lingotes de chatarra de hierro o acero), textil y de la confección (ropa usada y otros artículos textiles usados), y sustancias químicas. Por otra parte, tiene una ventaja comparativa en declive en los sectores de la agricultura (maíz y cereales sin moler), alimentación y bebidas (productos lácteos, productos cárnicos, tabaco), metales (minerales y concentrados de metales preciosos) y sustancias químicas (almidones, inulina y gluten de trigo, sustancias albuminoides, colas). El país no posee una ventaja comparativa, tradicional o emergente, en ninguna de las actividades de alta tecnología ni en la mayoría de las actividades de media tecnología. Chile tiene también una fuerte ventaja comparativa en varios sectores de servicios, sobre todo en transporte, viajes, otros servicios empresariales y servicios de seguros (Gráfico 2.10). Al mismo tiempo, tiene un costo de oportunidad más elevado que sus socios comerciales en los servicios informáticos y de información, los servicios personales, culturales y recreativos, y los servicios financieros.

En general, Chile parece estar lejos de lograr una ventaja comparativa en los sectores de alta tecnología e intensivos en conocimiento (por ejemplo, productos electrónicos y artículos de óptica, otros equipos de transporte, servicios informáticos y de información), que ofrecen mayores oportunidades en términos de desarrollo sostenible. Estos sectores contribuyen más en términos de valor añadido e innovación y tienden a crear empleos más cualificados y mejor remunerados.

Según la Sexta Encuesta Longitudinal de Empresas (ELE6), en 2019 las empresas extranjeras representaron más del 50% del total de las exportaciones en casi todos los sectores comprendidos en la encuesta (Gráfico 2.11, Panel A). Por ejemplo, las empresas extranjeras fueron responsables de alrededor del 90% del total de las exportaciones en el sector manufacturero, del 85% en el sector financiero, del 83% en el sector inmobiliario y del 73% en el sector de la información y las comunicaciones. Los datos también muestran que las filiales extranjeras constituían una parte significativa de las empresas exportadoras en muchos sectores. Por ejemplo, representaban el 64% de todas las empresas exportadoras en el sector financiero, el 44% en el sector inmobiliario y el 40% en el sector de la información y las comunicaciones (Gráfico 2.11, Panel B).

La importancia de las empresas extranjeras para las exportaciones chilenas se ve confirmada por la información facilitada por el Servicio de Impuestos Internos de Chile. Según los datos del Servicio de Impuestos Internos, en 2020 las empresas extranjeras representaron más del 50% del total de las exportaciones en la mayoría de los sectores, incluidos los sectores intensivos en conocimiento y de alta tecnología. Por ejemplo, representaron alrededor del 80% de las exportaciones en los servicios de información y telecomunicaciones, el 55% en las actividades informáticas y el 50% en los sectores de la electrónica y la maquinaria y equipos, así como en el de las sustancias químicas. Además, también generaron en torno al 30% de las exportaciones en investigación y desarrollo científico.

Los datos del Servicio de Impuestos Internos también revelan que las empresas extranjeras en Chile están más orientadas a la exportación que las nacionales, ya que exportan una mayor parte de sus ventas (Gráfico 2.12). En 2020, en casi todos los sectores, a excepción de la hostelería, la salud y el trabajo social, y la energía, las empresas extranjeras exportaron una mayor parte de sus ventas que las empresas nacionales. Las mayores diferencias entre las empresas extranjeras y las nacionales se observan en los sectores de la defensa y la minería. Un análisis de regresión basado en la ELE6 confirma la existencia de una prima extranjera en relación con la intensidad de las exportaciones, independientemente del tamaño de la empresa y del sector. En concreto, los resultados econométricos demuestran que la propiedad extranjera aumenta la intensidad de las exportaciones en un 32% (Anexo 2.B).

Aunque las empresas extranjeras fomentan la integración en las CGV a través de sus actividades de importación y exportación, su participación en las cadenas nacionales de valor también puede contribuir al crecimiento de la productividad de las empresas nacionales (OECD, forthcoming[17]). En particular, las relaciones entre compradores y proveedores (los denominados vínculos en la cadena de valor) pueden posibilitar mejoras en la productividad mediante el acceso a nuevas tecnologías, conocimientos e insumos mejores o más baratos (Alfaro-Ureña, Manelici and Vasquez, 2022[18]).3

Los indicadores basados en la base de datos analítica AMNE de la OCDE muestran que, en 2016, las empresas extranjeras en Chile compraron la mayoría de sus bienes intermedios en el país (el 73% del total de bienes intermedios), mientras que una parte menor se compró a nivel internacional (el 27%) (Gráfico 2.13). El porcentaje de insumos de origen local es mayor que en otras pequeñas economías abiertas de la UE, como Portugal (62%), la República Checa (54%), la República Eslovaca (51%) e Irlanda (45%). Esto no resulta sorprendente si se tiene en cuenta la distancia geográfica entre Chile y sus principales asociados económicos, así como la situación más céntrica geográficamente hablando y la mayor participación en las CGV de estos países de la UE. En general, este porcentaje tiende a ser mayor en las economías más grandes, ya que las filiales extranjeras de esos países cuentan con un mercado nacional más amplio para los bienes intermedios. Este es el caso, por ejemplo, de los Estados Unidos (82%), Italia (71%) y Francia (70%).

Las empresas de propiedad chilena fueron las que más se beneficiaron del abastecimiento local de las filiales extranjeras. La mayoría de los insumos de procedencia local se compraron a empresas nacionales (vínculos con proveedores): el 63%, correspondiendo un 12% a empresas locales multinacionales y un 51% a empresas locales no multinacionales, entre las que se encuentran muchas pequeñas y medianas empresas (PyMEs). Una parte menor, el 10%, se compró a otras empresas extranjeras establecidas en Chile. Los datos también revelan que las filiales extranjeras en Chile recurren menos al abastecimiento internacional (un 27%) que en otras pequeñas economías abiertas de la OCDE, por ejemplo en Portugal (un 38%), la República Checa (un 46%) y la República Eslovaca (un 48%). Por lo general, el porcentaje de insumos comprados internacionalmente tiende a ser mayor en las economías pequeñas debido a su menor mercado nacional de bienes intermedios.

Los indicadores también muestran que en Chile casi el 70% de la producción de las filiales extranjeras revierte en las cadenas nacionales de valor. En 2016, el 36% de la producción de las filiales extranjeras fue utilizada como insumo por empresas locales, y el 33% se vendió en el mercado nacional de bienes y servicios finales (Gráfico 2.14). El porcentaje de la producción de las filiales extranjeras que se queda en Chile es mayor que en otras pequeñas economías abiertas como Portugal (60%), la República Checa (52%), Irlanda (44%), la República Eslovaca (43%) y Bélgica (37%).

Además, el porcentaje de la producción vendida a empresas chilenas (vínculos con compradores) es significativo: en 2016, los productos intermedios vendidos por filiales extranjeras a empresas nacionales ascendieron al 31% de su producción (el 26% se vendió a empresas locales no multinacionales y el 5% a empresas locales multinacionales), mientras que los insumos vendidos a otras empresas extranjeras radicadas en Chile supusieron el 5% de la producción. El alcance de los vínculos comerciales es mayor en Chile que en otras pequeñas economías abiertas, como Portugal (28%), la República Checa (18%), Luxemburgo (17%) e Irlanda (15%). En general, la importancia de los vínculos entre compradores y proveedores en Chile sugiere que las filiales extranjeras están bien integradas en la economía nacional. No obstante, se necesitaría un mayor análisis para comprender las implicaciones de dichos vínculos comerciales en la cadena de valor, por ejemplo, en qué sectores se producen y si actúan favoreciendo los efectos indirectos de la IED.

La productividad laboral de Chile, calculada como producción por persona empleada, es una de las más bajas de la OCDE (Gráfico 2.15). La productividad laboral es inferior a dos terceras partes del promedio de las economías de la OCDE y sólo superior a la de otros países de ALyC como Costa Rica, México y Colombia. Además, el crecimiento de la productividad laboral en los últimos años ha sido modesto. Entre 2010 y 2020, la productividad creció una media del 0,8%, una tasa muy baja en comparación con los picos del 5% alcanzados durante la década de 1990.

Si se comparan los niveles de productividad de Chile con los de otros países de la OCDE de importancia económica o dotación de recursos naturales similares, se observa que Chile va a la zaga en muchos sectores, como los de la industria manufacturera, la información y las comunicaciones, las finanzas y la energía (Gráfico 2.16). Los bajos niveles de productividad, sobre todo en los sectores de la energía y las finanzas que reciben importantes flujos de IED, también plantean la cuestión de si las empresas nacionales son capaces de aprovechar los efectos indirectos positivos de las empresas extranjeras.

Los bajos niveles de productividad laboral en Chile se deben tanto a factores económicos como regulatorios. La escasa inversión empresarial en I+D e innovación y un sistema público fragmentado en lo que respecta a la innovación son factores determinantes del estancamiento de la productividad en Chile. Además, las barreras regulatorias provocan discordancias de cualificación, que reducen la productividad y relegan a muchos trabajadores a empleos temporales y de baja remuneración (véase el Capítulo 3) (OECD, 2018[21]). La baja productividad también está ligada a la polarización empresarial. En Chile existe una división persistente entre un reducido número de empresas grandes y productivas y una larga lista de pequeñas y medianas empresas con unos resultados mucho más pobres en términos de productividad. El hecho de que no existan muchas empresas medianas productivas es un obstáculo para el dinamismo empresarial y la competitividad (OECD, 2021[22]). Las barreras regulatorias (incluidas las restricciones de acceso al mercado), que obstaculizan la competencia en muchos sectores clave como los de las telecomunicaciones, los servicios marítimos y los ferrocarriles, también limitan la entrada de empresas y reducen la productividad. La baja productividad de Chile como país viene dada también por la baja sofisticación de su economía en términos de empresas diversas e internacionalmente competitivas en una amplia gama de sectores productivos (OECD, 2021[22]).

En Chile, la IED se concentra en los sectores de la minería y la energía, que son intensivos en capital, y en los servicios financieros, que son relativamente más productivos, es decir, en los que una hora de trabajo produce en promedio más valor añadido que en otros sectores (Gráfico 2.17, Panel A). Una parte más pequeña de la IED se destina a sectores con niveles de productividad laboral más bajos que la media, como la agricultura, la industria manufacturera, la construcción, el turismo, el comercio, el transporte y las comunicaciones. Las excepciones son los servicios inmobiliarios y los servicios empresariales, que a pesar de ser muy productivos, reciben un escaso porcentaje de IED. La correlación positiva entre la IED y la productividad en su conjunto no es inusual en los países que son importantes productores de recursos naturales (OECD, 2019[24]). Sin embargo, los sectores que atraen más IED -minería, energía y servicios financieros- son menos intensivos en I+D, es decir, gastan menos en I+D como porcentaje de las ventas (Panel B). Por el contrario, los sectores que reciben un menor porcentaje de IED, en particular los servicios empresariales y la industria manufacturera, son más intensivos en I+D. En otros países ricos en recursos naturales se observa una correlación negativa entre la IED y la intensidad de I+D (OECD, 2019[24]).

Estas correlaciones, sin embargo, no establecen un vínculo causa-efecto entre la IED, la productividad y la intensidad de I+D. Por ejemplo, la correlación positiva entre la IED y la productividad no permite determinar si la IED contribuyó a un mayor nivel de productividad en un sector o si la IED se dirigió a ese sector porque era más productivo. Diversos estudios han intentado medir el impacto de la IED en la productividad y la innovación en Chile. La mayoría de estos estudios señalan que la IED ha tenido un efecto positivo en la productividad y la innovación en Chile (Cuadro 2.1). Por ejemplo, Fernández y Paunov (2012[26]) concluyen que la IED en servicios contribuyó a aumentar la productividad del sector manufacturero en Chile durante el período 1992-2004.

La Sexta Encuesta Longitudinal de Empresas (ELE6) proporciona información sobre el desempeño de las empresas extranjeras y nacionales en Chile en 2019 (Anexo 2.A). Para calcular la productividad de las empresas se utilizan datos sobre ventas, costos de bienes intermedios y empleo. A partir de esta información, se construye un indicador que mide la brecha de productividad relativa entre las empresas extranjeras y las empresas nacionales. El indicador muestra que las empresas extranjeras tienen una prima de productividad en la mayoría de los sectores (Gráfico 2.18, Panel A). Dicha prima es especialmente elevada en los sectores del comercio, la construcción, la minería, la industria manufacturera y la energía. Cuando se comparan las grandes empresas (84% de las extranjeras y 39% de las nacionales), las diferencias de productividad se reducen significativamente o desaparecen. 4

En la mayoría de los sectores, las empresas extranjeras son también más proclives a realizar actividades de I+D que las empresas nacionales (Panel B).5 Entre las pocas excepciones, el sector minero es un caso interesante, dado el elevado porcentaje de IED que atrae y la intensidad de capital del sector. La menor inclinación a la I+D de las empresas mineras extranjeras podría explicarse por el hecho de que estas empresas realizan actividades de I+D en otros países, por ejemplo, en su país de origen o más cerca de los principales centros de I+D. Además, cuando se comparan las grandes empresas, las diferencias se reducen, con algunas excepciones.

Adicionalmente, un análisis empírico confirma la existencia de una prima extranjera relacionada con la productividad (Anexo 2.B). El análisis permite individualizar el impacto de la propiedad extranjera en los resultados de las empresas teniendo en cuenta factores como el tamaño y el sector. Los resultados muestran que la propiedad extranjera está positiva y significativamente correlacionada con la productividad, independientemente del tamaño y del sector. En particular, la propiedad extranjera tiene un impacto de aproximadamente el 80% en la productividad de la empresa (es decir, aumenta la productividad de la empresa en un 80%). Estos resultados son, en general, coherentes con las predicciones de la teoría económica: debido a los costos irrecuperables de invertir en el extranjero, las empresas extranjeras son, en promedio, más productivas y exportan con mayor intensidad que las empresas estrictamente nacionales (Melitz, 2003[33]; Helpman, Melitz and Yeaple, 2004[34]).

Diversificar la economía alejándola de las actividades relacionadas con los recursos naturales ha sido un objetivo a largo plazo para Chile. Desde la década de 1970, con distintos énfasis, las políticas han tratado de reforzar el papel del sector privado y de elevar el nivel de sofisticación de las exportaciones. Aunque estas políticas han ayudado a diversificar la base productiva y la canasta de exportaciones de Chile, la actividad económica sigue concentrándose en gran medida en el sector primario (minería, agricultura y pesca), la manufactura de bajo valor añadido y los servicios (por ejemplo, el sector público). La dependencia de las exportaciones de materias primas, sobre todo de cobre, y la falta de un marco sólido de políticas para la innovación y la I+D y el desarrollo del capital humano, así como algunas barreras regulatorias, han obstaculizado una mayor diversificación económica hacia actividades más intensivas en conocimiento.

Como ya se ha indicado en este capítulo, la inversión extranjera en Chile también se concentra en unos pocos sectores. Se trata de los sectores de los recursos naturales (minería y energía), las finanzas, el comercio y las industrias manufactureras de media y baja tecnología (alimentación, sustancias químicas). Tradicionalmente, los inversionistas extranjeros se han sentido atraídos por la enorme abundancia de recursos naturales del país, sobre todo metales (cobre) y carbón. Más recientemente, el compromiso de Chile con la transición ecológica ha sentado las bases para atraer capital extranjero hacia las industrias de energía verde. Los objetivos ambientales de Chile y su singular geografía, que lo convierten en uno de los países del mundo con mayor potencial para el desarrollo de energías renovables, explican el creciente porcentaje de IED en proyectos de energías renovables. Sin embargo, más allá de los recursos naturales, los inversionistas extranjeros favorecen a unos pocos sectores que cuentan con una capacidad nacional bien desarrollada, que incluye a proveedores y expertos locales (Gráfico 2.19).

Atraer IED en un mayor número de sectores, especialmente de alta tecnología e intensivos en conocimiento, puede ayudar a Chile a convertirse en una economía más diversificada, resiliente e intensiva en conocimiento. Las empresas extranjeras tienen acceso a mejores tecnologías y pueden transmitirlas a la economía de destino. También pueden actuar como puerta de entrada a los mercados internacionales y fomentar la integración en las CGV. Los resultados ya presentados en este capítulo muestran que las empresas extranjeras son más proclives a participar en actividades de innovación y contribuyen significativamente a las exportaciones, entre otros en los sectores de alta tecnología e intensivos en conocimiento. Las empresas extranjeras son, en promedio, más productivas que las nacionales, por lo que contribuyen positivamente a la productividad del sector en el que operan directamente. Al mismo tiempo, las empresas extranjeras pueden ayudar a la economía nacional a ser más productiva a través de los efectos indirectos para las empresas nacionales, es decir, a través de la transferencia de tecnología y conocimientos. El análisis expuesto en este capítulo pone de relieve la presencia de importantes vínculos en la cadena de valor entre las empresas extranjeras y las empresas chilenas, que pueden favorecer significativamente los efectos indirectos de la IED.

Atraer más IED a la manufactura de alta tecnología y a los sectores intensivos en conocimiento requiere una acción de políticas coordinada por parte de varias instituciones, especialmente en lo que respecta a la promoción y facilitación de la IED, las políticas de innovación y de I+D, y las políticas de cualificación. El Capítulo 3 analiza en profundidad el marco chileno de políticas para el desarrollo de la productividad, la innovación y las competencias, y ofrece orientación normativa sobre cómo aprovechar las oportunidades que brinda la inversión extranjera.

Entre 2010 y 2020, la IED en nuevos proyectos en Chile generó más de 106.000 puestos de trabajo (Cuadro 2.2). Aproximadamente el 34% de estos puestos de trabajo se crearon en la minería y la energía, una cifra bastante pequeña si se tiene en cuenta que casi dos tercios de la IED en nuevos proyectos se destinaron a estos sectores. Alrededor del 32% de los empleos se crearon en el sector manufacturero, un 26% en el sector servicios y un 7% en la construcción. Estos porcentajes son significativos si se tiene en cuenta que sólo una cuarta parte de las inversiones en nuevos proyectos se destinó a estos sectores (un 10% al sector manufacturero, un 19% al sector servicios y un 1% al sector de la construcción). Aunque estos datos sólo ofrecen una imagen parcial del impacto de la IED en el empleo en Chile, ya que no tienen en cuenta los puestos de trabajo creados a través de las fusiones y adquisiciones (FyA) y los proyectos de expansión, indican que una gran parte de la IED se dirige a sectores con menor potencial de creación de empleo.

Un millón de dólares estadounidenses de IED invertido en nuevos proyectos crea menos puestos de trabajo en Chile que en otras economías comparables, incluidos países de ALyC como Costa Rica y Argentina y otras pequeñas economías abiertas de la OCDE como la República Checa, Polonia y Portugal (Gráfico 2.20. La IED en nuevos proyectos crea menos empleo en Chile que en otros países comparables). En estos países comparables, una parte importante de la IED se dirige hacia la industria manufacturera, los servicios y la construcción, sectores con mayor potencial de empleo. Por ejemplo, entre 2010 y 2020, aproximadamente el 50% de todos los puestos de trabajo creados por la IED en nuevos proyectos en Costa Rica lo fueron en los sectores de la informática y los servicios empresariales y los dispositivos médicos, que reciben cerca de una cuarta parte de la IED en nuevos proyectos. A su vez, el número de empleos creados por la IED en nuevos proyectos en Chile es similar al de otros países ricos en recursos naturales, como Australia y Noruega, que también reciben una gran parte de las inversiones en nuevos proyectos en los sectores de la minería y la energía.

La información recabada por el Servicio de Impuestos Internos de Chile muestra que las empresas extranjeras contribuyen significativamente al empleo en todos los sectores de la economía (Gráfico 2.21). Como era de esperar, la contribución al empleo es mayor en los sectores que reciben una mayor cantidad de IED. En 2020, las empresas extranjeras generaron cerca del 50% del empleo en la minería y el 44% en las finanzas, sectores que reciben una parte importante de la IED (28% en la minería y 15% en las finanzas, según datos del Banco Central de Chile). También se observa una importante contribución al empleo en la hostelería (41%), la información y las comunicaciones (35%) y la energía (35%), mientras que en educación (18%), defensa (16%), agricultura (14%) y construcción (14%) los porcentajes son menores.

Un examen más detallado de los datos indica que un millón de dólares estadounidenses de IED invertido en nuevos proyectos en Chile entre 2010 y 2021 creó la mayor cantidad de empleos en el sector de la construcción (alrededor de 17 empleos por cada millón de IED invertido en nuevos proyectos), seguido de la industria manufacturera de alta tecnología (9), la industria manufacturera de tecnología baja (4) y la industria manufacturera de media tecnología  (4) (Gráfico 2.22). Se crearon relativamente menos empleos en los sectores de los servicios (2), la minería (1) y la energía (menos de 1). Sin embargo, estas cifras globales ocultan una gran heterogeneidad dentro de los sectores. Por ejemplo, en la manufactura de alta tecnología, un millón de dólares estadounidenses de IED invertido en nuevos proyectos creó unos 20 puestos de trabajo en electrónica de consumo, pero sólo 2 en biotecnología (Anexo 2.C). En la manufactura de media tecnología, el mayor número de puestos de trabajo se generó en los componentes de automoción (9 puestos de trabajo), mientras que el menor número se generó en los materiales de construcción (alrededor de 2 puestos de trabajo por cada millón de dólares estadounidenses de IED invertido en nuevos proyectos). En el sector servicios, cada millón de dólares estadounidenses de IED invertido en nuevos proyectos generó 13 puestos de trabajo en los sectores de la hostelería y el turismo y 9 puestos de trabajo en los servicios de software y tecnologías de la información, cifras muy superiores a la media del sector (2 puestos de trabajo).

En promedio, los puestos de trabajo creados en las industrias de alta tecnología y en los servicios intensivos en conocimiento tienden a ser más cualificados que los creados en la industria manufacturera de media o baja tecnología, la minería y la construcción (aunque incluso dentro de estos sectores algunos de los puestos de trabajo creados son altamente cualificados). Por tanto, la diversificación de la IED hacia actividades de alta tecnología e intensivas en conocimiento, por lo general, creará puestos de trabajo mejor remunerados. El análisis realizado con los datos de FDI Markets refleja que, dentro de estos sectores de alta tecnología e intensivos en conocimiento, algunas actividades tienen un mayor potencial de creación de empleo que otras (por ejemplo, la electrónica de consumo o los servicios de software y tecnologías de la información), lo que sugiere que atraer más IED a estas actividades no sólo crearía más puestos de trabajo, sino también empleos de calidad.

En partes anteriores de este informe se expone que las empresas extranjeras son, en promedio, más productivas que las chilenas. La mayor productividad de las empresas extranjeras se explica por el hecho de que tienen acceso a una mejor tecnología de la empresa matriz. Una mayor productividad puede traducirse en salarios medios más altos para los trabajadores. Además, el uso de tecnologías más avanzadas puede inducir a la empresa extranjera a contratar empleados más cualificados o a invertir más en formación para que los empleados aprendan o se mantengan al día con esas tecnologías.

El análisis basado en la ELE6 revela que, en promedio, las empresas extranjeras pagan salarios más altos que las nacionales en la mayoría de los sectores (Gráfico 2.23, Panel A). Curiosamente, este resultado se mantiene incluso aunque sólo se comparen las grandes empresas.6 Estas primas salariales son especialmente elevadas en la construcción, el comercio y la industria manufacturera. Los resultados también muestran que las empresas extranjeras tienden a tener un mayor porcentaje de trabajadores cualificados que las empresas nacionales en todos los sectores, especialmente en los de la energía, la construcción y la minería (Panel B). Estas premisas persisten aunque sólo se tengan en cuenta las grandes empresas.

Los resultados también reflejan que las empresas extranjeras emplean a un mayor porcentaje de mujeres que las nacionales en la mayoría de los sectores (Gráfico 2.24). Tienden a contratar a un mayor porcentaje de mujeres en los sectores de la energía, el transporte y el almacenamiento, así como en el de la construcción, que suelen estar dominados por los hombres. Además, las empresas extranjeras tienen un mayor porcentaje de trabajadoras cualificadas (con titulación universitaria o superior) que las empresas nacionales en todos los sectores. La diferencia con las empresas nacionales es especialmente elevada en los sectores de la energía y la construcción, en los que predominan los hombres, así como en el comercio y la industria manufacturera. A su vez, las empresas extranjeras tienen un mayor porcentaje de mujeres directivas que las empresas nacionales sólo en unos pocos sectores, a saber, transporte y almacenamiento, construcción, información y comunicaciones y servicios profesionales.

Para comprobar si las primas extranjeras aplicadas en sus prácticas de empleo son estadísticamente significativas, y después de controlar factores como el sector y el tamaño de la empresa, se utiliza un modelo econométrico similar al utilizado para la productividad y la intensidad de las exportaciones (Anexo 2.B). El análisis demuestra que la propiedad extranjera tiene un impacto positivo y significativo en los salarios, el nivel de cualificación y el porcentaje de trabajadores cualificados, independientemente del sector y del tamaño de la empresa. En particular, la propiedad extranjera tiene un impacto de alrededor del 70% en los salarios (es decir, las empresas extranjeras pagan en promedio salarios un 70% más altos que las empresas nacionales), del 88% en el nivel de cualificación y del 66% en el porcentaje de trabajadoras cualificadas. Por otra parte, la propiedad extranjera no tiene un impacto significativo en el empleo femenino ni en el porcentaje de mujeres directivas, una vez controlados factores como el sector y el tamaño de la empresa.

En las últimas tres décadas, el nivel de emisiones de carbono por unidad de producción ha sido en Chile similar al de la media de los países de la OCDE (Gráfico 2.25, Panel A). Sin embargo, mientras que las emisiones de carbono como porcentaje del PIB han disminuido en promedio en los países de la OCDE, en Chile se han mantenido estables. En consecuencia, la brecha entre el promedio de los países de la OCDE y Chile ha ido aumentando gradualmente desde 2008. Durante el mismo período, las emisiones de carbono de la media de los países no pertenecientes a la OCDE, aunque más altas como porcentaje del PIB, también han disminuido. Más del 80% de las emisiones de carbono producidas en Chile en las últimas décadas son atribuibles a la combustión de los derivados del petróleo y del carbón (IEA, 2022[35]). Desde una perspectiva sectorial, la producción de electricidad y calor y el transporte representan la mayor parte de las emisiones en Chile: más del 70% de todas las emisiones de carbono en 2020 (Panel B). Estos porcentajes son similares a los de otros países comparables.

Si se distribuyen entre los usuarios finales, la industria manufacturera y la construcción son responsables de la mayor parte de las emisiones de carbono derivadas del uso de la electricidad y el calor (60%), seguidas del sector residencial (20%) y los servicios (15%) (Gráfico 2.26, Panel A). Dado que las emisiones procedentes del calor representan una parte menor, una mayor dependencia de fuentes de energía limpias para la generación de electricidad y la electrificación del sector del transporte puede traducirse en una significativa reducción de las emisiones. El rápido descenso de los costos asociados a estas tecnologías abre oportunidades de inversión para el sector privado, incluidas las empresas extranjeras. La distribución sectorial de los flujos de IED en nuevos proyectos en Chile muestra una importante participación de empresas extranjeras en el sector eléctrico. En particular, entre 2010 y 2020, cerca del 47% de los flujos de IED en nuevos proyectos se destinaron a la generación de electricidad (Gráfico 2.26, Panel B).

El impacto de los inversionistas extranjeros en la huella de carbono de Chile depende de si promueven o no un cambio hacia las energías renovables. Los datos de IED en nuevos proyectos muestran que, entre 2010 y 2020, cerca del 88% de los flujos de inversión en nuevos proyectos en el sector de la energía de Chile se destinaron a energías renovables, lo que sugiere que las empresas extranjeras contribuyen a la reducción de las emisiones de carbono (Gráfico 2.26, Panel A). En otras economías pequeñas y abiertas de la OCDE, como Portugal, Costa Rica y Polonia, se observa un porcentaje similar de inversiones en nuevos proyectos de energías renovables, mientras que en economías ricas en recursos naturales, como Noruega y Australia, el porcentaje es mayor. Además, en la última década, la inversión en nuevos proyectos de energías renovables en Chile ha aumentado notablemente, mientras que la inversión en combustibles fósiles ha disminuido (Gráfico 2.26 Panel B).

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La ELE6 abarca 4.006 empresas chilenas y 391 empresas extranjeras. Las empresas chilenas se concentran en el comercio, los servicios inmobiliarios y administrativos, los servicios profesionales y la manufactura. Las empresas extranjeras predominan en el comercio, los servicios profesionales y las finanzas. Las ponderaciones de muestreo proporcionadas por la ELE6 se utilizan para calcular las estadísticas y los indicadores, así como en el análisis de regresión.

El análisis de regresión se utiliza para estudiar el impacto de la propiedad extranjera en el desempeño de las empresas, teniendo en cuenta el sector de actividad y el tamaño de la empresa. El modelo es el siguiente:

log(yi)=β0+β1xi+n=1Nγn+l=1Lδl+εi

Donde yi es el resultado del desempeño (la productividad) de la empresa i; xi es una variable ficticia que tiene el valor 1 si la empresa i es de propiedad extranjera (si el 10% o más de sus acciones pertenecen a una empresa extranjera) y 0 en caso contrario; γ son efectos fijos en el sector (13 sectores), δ refleja el tamaño de la empresa (5 tamaños) y εi es el término de error asociado a la empresa i.

El impacto porcentual de la propiedad extranjera sobre yi puede calcularse como 100*[exp*(β1)-1].

Notas

← 1. El monto de las inversiones que se destinaron a Antofagasta, Atacama y Santiago podría estar subestimado, ya que no se ha informado sobre la ubicación de aproximadamente el 23% de los nuevos proyectos llevados a cabo en el período 2010-2021.

← 2. Las posiciones negativas de IED se producen principalmente cuando los préstamos de la filial a su matriz superan los préstamos y el capital social aportados por la matriz a la filial (2022[40]).

← 3. Las relaciones con los proveedores - cuando las empresas extranjeras compran insumos a las empresas nacionales - pueden favorecer la transferencia de tecnología y conocimientos, por ejemplo cuando las empresas extranjeras forman a los proveedores para garantizar un determinado nivel de calidad de los insumos (Javorcik, 2004[37]). Las relaciones con los compradores - cuando las empresas extranjeras venden su producción como insumos a las empresas nacionales - pueden contribuir a que estas últimas sean más productivas, principalmente por el acceso a insumos de mejor calidad (Criscuolo and Timmis, 2017[12]). Muchas empresas extranjeras en sectores como los de la maquinaria y la economía digital imparten también formación a sus clientes sobre el uso de sus productos y les informan sobre los estándares de calidad internacionales (Jindra, 2006[36]).

← 4. Una versión anterior del informe, basada en la versión anterior de la encuesta (ELE5 2017), presenta resultados ligeramente diferentes. Según el indicador basado en la ELE5, las empresas extranjeras tienen una prima de productividad en todos los sectores, salvo en los de la hostelería y la energía. Las diferencias observadas entre las dos encuestas están probablemente relacionadas con los diferentes períodos de tiempo abarcados y con la diferente distribución de las empresas en los distintos sectores. En general, los resultados de las dos encuestas son coherentes, ya que muestran que las empresas extranjeras son, en promedio, más productivas en la mayoría de los sectores de la economía. A partir de la información recopilada por el Servicio de Impuestos Internos de Chile, también se constata la existencia de una prima de productividad extranjera en casi todos los sectores de la economía. Los resultados están disponibles para su consulta, previa solicitud.

← 5. La ELE6 no proporciona información sobre actividades de I+D, por lo que el indicador de actividades de I+D se construye utilizando la versión anterior de la encuesta, la ELE5 de 2017.

← 6. Cuando se utiliza la información recabada por el Servicio de Impuestos Internos de Chile, también se constata una prima salarial extranjera en la mayoría de los sectores. Los resultados están disponibles para su consulta, previa solicitud.

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