8. Pescado

La producción, el comercio y el consumo de pescado1 se contrajeron en 2020. No obstante, las tendencias difirieron entre las especies y los productos. La ligera disminución de la producción fue impulsada por la menor producción de acuicultura, en tanto que la pesca de captura permaneció prácticamente sin cambios. En 2020, las perturbaciones en algunos países productores clave fueron particularmente importantes para el comercio. En especial, durante la primera mitad de 2020 hubo una fuerte contracción cuando el estricto confinamiento en la República Popular China (en adelante, China), el principal productor y exportador de pescado, afectó negativamente a su producción. La pandemia de COVID-19 también alteró el procesamiento de pescado importado destinado a la reexportación por parte de China, lo cual influyó en el comercio y los mercados mundiales de pescado.

Según el índice de precios del pescado de la FAO,2 los precios internacionales de este producto fueron 7% más bajos en promedio en 2020 en comparación con 2019. Las repercusiones de la pandemia de COVID-19 en 2020 en el sector de hoteles, restaurantes y cafeterías (HORECA) fueron considerables, ya que el pescado suele consumirse fuera del hogar. La menor demanda de servicios alimentarios fuera del hogar contribuyó a bajar los precios, sobre todo de las especies de alto valor. En general, la ingesta de pescado per cápita descendió cerca de 0.5 kg en 2020, a 20.2 kg.

Los precios nominales del pescado se incrementarán a una tasa entre 0.8% y 1.6% anual durante el periodo 2021-2030 y el crecimiento más fuerte ocurrirá en 2022, cuando se espera que los efectos negativos de la pandemia de COVID-19 terminen. Se prevé que, en términos reales, todos los precios del pescado bajarán durante el periodo 2021-2030; la acuicultura, 0.3% anual; la pesca de captura, 1.1% anual; el pescado comercializado, 0.9% anual; la harina de pescado, 0.6% anual; y el aceite de pescado, 0.4% anual.

Se prevé que la producción mundial de pescado crecerá a 1.2% anual durante el periodo de las perspectivas, una desaceleración relativa en comparación con el crecimiento de 2.1% anual de la década anterior. Se espera que la producción llegue a 201 millones de toneladas (Mt), lo que representa un incremento total de 23 Mt (+12.8%) desde el periodo base (promedio de 2018-2020) hasta 2030. La mayor parte del crecimiento se registrará en los países en desarrollo, en especial en Asia. Se espera que la producción de acuicultura seguirá en aumento durante el periodo de las perspectivas (+23% para 2030, a + 2.0% anual), aunque a un ritmo más lento del observado durante la década anterior (+4.0% anual). Las tasas de crecimiento más bajas se derivan de un valor inicial más alto y del efecto de los cambios de políticas realizados en China que afectan la producción. Dichos cambios se centran en la protección ambiental y en la diversificación de la producción, incluidas las medidas para focalizarse en las especies preferidas por los consumidores chinos. Se prevé que para 2030, la producción acuícola mundial sumará 103 Mt, 6 Mt más que la del sector de pesca de captura.

Pese a la creciente prominencia de la acuicultura en la oferta total de pescado (52% en 2030 frente a 47% en el periodo base), se espera que el sector de pesca de captura mantenga su predominio en varias especies y siga siendo esencial para la seguridad alimentaria nacional e internacional. La producción de pesca de captura deberá experimentar un crecimiento moderado (+3.6% para 2030), con algunas fluctuaciones en los años del fenómeno El Niño (2022 y 2027), lo cual también afectará negativamente a la producción de harina de pescado y de aceite de pescado. En 2030, se prevé que la producción de harina de pescado llegará a 5.8 Mt, lo que representa un incremento de 0.9% anual en relación con el nivel promedio de 2018-2020, en tanto que la producción de aceite de pescado deberá de crecer 0.8% anual y llegar a 1.2 Mt durante el mismo periodo. Se espera que una proporción creciente de harina y aceite de pescado obtenidos de los residuos de pescado impulse la mayor parte del crecimiento de la producción. Para 2030, cerca de 29% de la harina de pescado y 42% del aceite de pescado se obtendrán de residuos de pescado, en comparación con 27% y 38%, respectivamente, alcanzados en el periodo base.

Se prevé que la mayor parte de la producción de pescado se consumirá como alimento (181 Mt en 2030) y solo 10% se destinará a usos no alimentarios (principalmente la harina y el aceite de pescado). Cerca de 72% del pescado para alimentación se consumirá en los países asiáticos. En 2030, se espera que la acuicultura proporcione 57% del pescado destinado al consumo humano, en comparación con 53% en el periodo base. Se prevé que el consumo mundial de pescado comestible se incrementará 1.3% anual, una bajada considerable en relación con la tasa de crecimiento de 2.3% anual registrada durante la década anterior. Esta disminución refleja la desaceleración de la demanda causada por ingresos más bajos a principios de la década, menor crecimiento demográfico y menores precios mundiales de la carne, en particular de la carne de aves de corral. Se prevé que el consumo mundial aparente3 de pescado para consumo humano sumará 21.2 kg per cápita en 2030, por encima de los 20.5 kg per cápita registrados en el periodo base. El consumo de pescado per cápita aumentará en Asia, Europa y en América, en tanto que permanecerá estable en Oceanía y disminuirá en África, el continente con el crecimiento demográfico más rápido, el cual superará al crecimiento de su suministro de pescado para alimentación.

El pescado para alimentación y los productos de pescado no comestibles seguirán comercializándose en grandes cantidades y se espera que, en 2030, cerca de 35% de la producción total de pescado (31%, excluido el comercio entre los países de la Unión Europea) se exporte, lo que implica una ligera disminución en relación con 37% del periodo base (32% excluido el comercio entre los países de la Unión Europea). Después de contraerse en 2019 (−1.4%) y 2020 (−2.5%), se prevé que el comercio mundial de pescado para alimentación se incrementará de nuevo, a una tasa de 0.7% anual durante esta década (Figura 8.1). Esta tasa es más baja que la registrada en la década anterior (+1.0% anual), lo cual refleja la desaceleración del crecimiento de la producción, la diversificación de la producción acuícola en China (ya mencionada) y la pequeña disminución esperada en 2021 debido a los efectos de la pandemia de COVID-19. Los países asiáticos permanecerán como los principales exportadores de pescado para alimentación, aunque su participación en el total de exportaciones bajará a 47% en 2030, desde 48% en el periodo base. Asia y Europa seguirán siendo los principales importadores y para 2030 representarán 38% y 27% de todas las importaciones.

Son numerosos los factores que pueden afectar a la evolución y la dinámica de los mercados mundiales de pescado y, como consecuencia, existe una buena dosis de incertidumbres de varios tipos a la hora de prever el futuro. La mayor incertidumbre durante este ejercicio de proyección es la pandemia de COVID-19, en especial en lo referente a los primeros años de la década. La pandemia afectó a la oferta, al imponer restricciones que mantuvieron a muchas embarcaciones en puerto y complicaron el acceso a insumos de producción (por ejemplo, semillas y forraje) para la acuicultura; y también a la demanda, al aumentar el desempleo y al cerrar muchos restaurantes y hoteles o mantenerlos vacíos durante largos periodos. La duración del brote sigue siendo incierta, lo cual contribuye a la aversión al riesgo que puede suprimir la inversión en el sector. La disponibilidad de capital de inversión para la producción futura puede verse limitada debido a la reducción de la demanda y a los precios más bajos, lo que podría provocar transformaciones a largo plazo en el sector. Del lado positivo, la pandemia creó oportunidades para la apertura de nuevos canales de distribución, para la innovación de los productos y para acortar las cadenas de valor, lo que probablemente beneficie el avance de la industria.

Se espera que los precios del pescado permanezcan altos en relación con sus niveles históricos y sigan creciendo en términos nominales. No obstante, se espera que, en términos reales, los precios de todas las categorías caigan en el periodo de proyección (Figura 8.2). Concretamente, se espera que los precios reales caigan inicialmente, como reflejo de la reducción de la demanda debido a la pandemia de COVID-19 al principio del periodo, seguido por una breve recuperación antes de caer de nuevo de 2023-2024 en adelante. La disminución en la segunda mitad del periodo de proyección se debe en gran medida a los cambios de políticas realizados en China, el mayor productor de pesca de captura y acuicultura, que se espera resulten en un menor crecimiento de la producción hasta 2023 y propicien un incremento más rápido durante el resto del periodo de proyección. Además, se espera que la competencia por parte de otras fuentes de proteína, sobre todo de la carne de cerdo, aumente a lo largo del periodo de proyección, a medida que la producción de Asia se recupere del devastador brote de peste porcina africana (PPA).

Los precios del pescado capturado en el medio natural seguirán una trayectoria similar. Se espera que, en términos nominales, se incrementen 8.2% (+0.8% anual) durante el periodo de proyección, mientras que en términos reales esto representa una disminución de 10.7% (−1.1% anual). La tendencia esperada de los precios reales del pescado capturado en el medio natural indica un retorno al periodo previo a la pandemia de COVID-19 en 2022-2023, seguido por una disminución similar a la del precio de los productos comercializados de 2023 en adelante. De nuevo, esta disminución refleja una creciente competencia de otras fuentes de proteína y el crecimiento continuo de la producción acuícola, sobre todo en la segunda mitad del periodo de proyección. Se prevé que, en el mismo periodo, los precios de la acuicultura se incrementarán 15.0% (+1.6% anual) en términos nominales, en tanto que en términos reales esto se traduce en una disminución moderada de 5.1% (−0.3% anual). Esta disminución está impulsada por incrementos continuos de la producción y por la estabilidad de los precios del forraje que propician el aumento de la oferta. Pese al descenso esperado, los precios de los productos acuícolas seguirán siendo más altos en términos reales que los registrados en la segunda mitad de las décadas de 1990 y de 2000, aunque por debajo de los picos experimentados en la década de 2010. Un factor que contribuye a la menor disminución de los precios de los productos acuícolas en términos reales es el cambio en la composición de las especies, y se espera que la proporción de especies de menor valor, como la carpa, bajen aún más. Se espera que los precios del pescado comercializado para alimentación disminuyan 8.8% (−0.9% anual) durante el periodo de proyección (en términos reales) y alcancen niveles similares a los observados en 2010.

Los precios reales de la harina de pescado disminuirán 8.7% (−0.6% anual). El precio de las harinas de semillas oleaginosas, que son un competidor directo en el mercado de forraje, bajará más que el de la harina de pescado, lo cual provocará un pequeño incremento del precio relativo de la harina de pescado en comparación con 2021, aunque seguirá siendo significativamente más bajo que el de la década anterior, excepto durante los años en que supuestamente se presentará el fenómeno de El Niño. Se prevé que el precio del aceite de pescado disminuirá 6.2% (−0.4% anual) en términos reales —tras aumentar 45.1% durante la década anterior—, lo cual indica una desaceleración en el crecimiento de la producción acuícola, un uso más eficiente del forraje basado en aceite de pescado durante el ciclo de producción y la estabilización de la demanda de omega-3 (del cual el aceite de pescado tiene un alto contenido) como suplemento dietético del sector alimentario. En el caso de la acuicultura, el precio relativamente alto del forraje basado en aceite de pescado provocó que su uso se limitara a etapas específicas del ciclo de producción, en las cuales se requiere alimento alto en nutrientes (por ejemplo, para incubación y dietas de acabado). Se espera que el precio del aceite de pescado en relación con el vegetal se mantenga cerca del nuevo nivel registrado desde 2012. En general, el precio real del aceite y la harina de pescado permanecerán altos en comparación con los niveles previos a 2005.

Se espera que la producción mundial de pescado (de captura y de acuicultura) crezca de 178 Mt (promedio de 2018-2020) a 201 Mt para 2030, un incremento de 12.8% (+1.2% anual). Si bien esto representa un aumento de 23 Mt en el periodo de proyección, se trata de un incremento relativamente más lento de la producción mundial de pescado, la cual equivale a cerca de 69% del crecimiento de la década anterior (+33 Mt). El incremento de la producción de pescado es impulsado principalmente por el continuo avance de la producción de acuicultura, que se espera alcance 103 Mt hacia 2030. No obstante, el crecimiento de dicha producción durante el periodo de proyección, 19 Mt (+23.0%) a 2.0% anual, es más lento que el de la década anterior, cuando la producción creció 29 Mt (+52.7%) a 4.0% anual. Se espera que la producción acuícola supere la producción de pesca de captura en 2027 y represente 52% de toda la producción pesquera para 2030 (Figura 8.3).

El crecimiento más lento de la producción acuícola en comparación con la década anterior se debe a varios factores. En primer lugar, en la última década, el precio de las especies de acuicultura en relación con el costo del forraje fue más favorable, ya que mostró una fuerte tendencia ascendente entre 2012 y 2019 (excepto en 2018). Con la actual pandemia de COVID-19 y el año en el que se supone que se presentará el fenómeno de El Niño (2022), el coeficiente acuicultura-precio del forraje permanecerá por debajo de los niveles de 2019 hasta 2023, y se espera que se mantenga cerca de ese nivel hasta 2026. De 2027 en adelante, se espera que el coeficiente del precio del forraje caiga, debido a los bajos precios de la carne. Otros factores que contribuyen al crecimiento más lento de la producción acuícola incluyen la reducción de los aumentos en productividad, las regulaciones ambientales más estrictas en los mayores productores del mundo, en especial China, y los retos planteados por las nuevas instalaciones de producción debido a la competencia por la tierra.

Se espera que las nuevas regulaciones dirigidas a aumentar la sostenibilidad del sector y enfocarse en el crecimiento de las especies demandadas por los consumidores nacionales limiten el incremento de la producción en China en la primera mitad del periodo de proyección. Pese a la aceleración del crecimiento de la producción china durante la segunda mitad del periodo de las perspectivas, se espera que la participación de este país en la producción acuícola mundial disminuya ligeramente, de 57% en 2018-2020 a 56% en 2030. En términos regionales, se espera que Asia conserve su posición como el mayor productor y que la participación de la región en la producción mundial represente 88% en 2030, con un fuerte aumento de la producción esperado en otros importantes productores asiáticos: India (+24.7%), Indonesia (+30.5%), Viet Nam (+20.4%) y Tailandia (+30.0%).

En lo que a especies se refiere, se espera un fuerte crecimiento de la producción en los casos de la tilapia (+36.9%) y los camarones y langostinos (+32%) (Figura 8.4). Sin embargo, en la mayoría de los casos el crecimiento de la producción es considerablemente menor que el registrado durante la década anterior. La proyección de +14% de la producción de carpa está determinada predominantemente por China y no queda claro cómo cambiará esta producción en el marco del 14º plan quinquenal, que comienza en 2021.

En comparación, se prevé que la pesca de captura experimentará un crecimiento relativamente moderado de 3 Mt o 3.6% (+0.4% anual) en el periodo de proyección, para sumar 97 Mt en 2030. Se espera que este crecimiento en la producción provenga en su mayor parte de la optimización de la gestión de la pesca y las mejoras tecnológicas que reducen los descartes y desperdicios. Se espera que el crecimiento de la producción de la pesca de captura sea ligeramente menor que el de la década anterior (+4.1% a +0.5% anual), con una tasa de crecimiento reducida en la mayoría de las regiones. De manera más concreta, aún se espera que África registre la tasa de crecimiento más fuerte, +10.3% a 0.8% anual (+1.1 Mt), que es considerablemente menor que la observada en la década anterior (+38.6% a +3.1% anual). Se espera que la producción de la pesca de captura en Asia se incremente 1.2 Mt, aunque el crecimiento relativo (+2.4%) será más lento que el de África (+10.3%) y Europa (+5.7%). Como consecuencia, se prevé que la participación de Asia en la producción mundial de pesca de captura bajará ligeramente a 51.6% en 2030, en comparación con el 52.2% en el periodo base. Después de disminuir en la década anterior (−9.9%), se prevé que la producción de pesca de captura en América volverá a crecer, con un incremento de 1.7% (+0.4% anual) durante el periodo de las perspectivas. En cuanto a países, se prevé que durante el periodo de las perspectivas los mayores incrementos de la producción de pesca de captura tendrán lugar en la Federación de Rusia (en adelante, Rusia) (+0.6 Mt), Viet Nam (+0.5 Mt), Indonesia (+0.3 Mt), e India (+0.3 Mt), en tanto que en China, el mayor productor del mundo, se prevé que la producción de pesca de captura bajará 0.4 Mt (−2.7%).

Se espera que la popularidad de la harina de pescado y el aceite de pescado para uso como forraje, así como su precio relativamente alto en comparación con las alternativas, generen incrementos en la producción. Asimismo, se espera que la producción de aceite y harina de pescado se eleve durante el periodo de las perspectivas, para sumar 1.2 Mt y 5.8 Mt, respectivamente, en 2030, en comparación con 1.1 Mt y 5.5 Mt en el periodo base. No obstante, el crecimiento de la producción será relativamente más lento que el de la década anterior en el caso de la harina (0.9% anual frente a 1% anual) y permanecerá por debajo de los niveles previos a 2005. Tanto la harina como el aceite de pescado pueden producirse a partir del pescado entero o como subproducto del procesamiento de pescado, llamado residuos de pescado. Cerca de 64% del incremento de la harina y 79% del aumento del aceite de pescado provendrán de la producción obtenida de los residuos de pescado. Se espera que la proporción de la harina y el aceite de pescado que se producen a partir de los residuos aumente durante el periodo de proyección, pasando de 27% en el periodo base a 29% para 2030 en la harina y de 38% a 43% en el aceite de pescado.

Se prevé que para 2030, 90% de la producción de pescado se consumirá como alimento, 8% se reducirá a harina y aceite de pescado, y el 2% restante se destinará a otros usos no alimentarios. Como fuente de proteína, ácidos grasos y micronutrientes, el pescado seguirá siendo clave para la dieta mundial y desempeñará un papel fundamental en la seguridad alimentaria, en especial para las comunidades costeras y del interior que dependen en gran medida del pescado como parte de sus dietas. Otros usos no alimentarios del pescado incluyen los peces ornamentales, de cultivo, crías y alevines, cebo, insumos farmacéuticos y forraje directo para la acuicultura, la ganadería y otros animales. La proporción de pescado proveniente de la acuicultura en el consumo humano total de pescado seguirá aumentando durante el periodo de las perspectivas. Se prevé que para 2030, 57% del pescado para alimentación provendrá de la acuicultura, frente a 53% registrado en el periodo base (2018-2020).

A nivel mundial, se prevé que el consumo de pescado comestible se incrementará 14.8%, o 23 Mt adicionales, para sumar 181 Mt en 2030. La cantidad de pescado para consumo humano se expandirá en todos los continentes, aunque hay diferencias significativas entre los países, y dentro de los mismos, en términos de cantidad y de productos consumidos per cápita. Dichas diferencias se relacionan con diversas condiciones en términos de precio, acceso, ingresos y gusto de los consumidores. Se prevé que Asia, que es el continente con mayor cantidad de habitantes y es el principal productor, consumirá la mayor proporción (72%) del total de pescado para alimentación en 2030, en tanto que las cantidades más bajas se consumirán en Oceanía (1%). Para 2030, África, América y Europa representarán cada una 9% del consumo total de pescado comestible, pese a que hay considerables diferencias en el tamaño de su población. Asia seguirá dominando el crecimiento del consumo y para 2030 representará 76% del pescado adicional consumido. La fuerza impulsora detrás del crecimiento del consumo de pescado comestible consistirá en una combinación del crecimiento de los ingresos y la urbanización, la expansión de la producción de pescado, la mejora de los canales de distribución, la innovación de productos, la bajada de los precios de la carne, además del creciente reconocimiento del pescado como un alimento saludable y nutritivo por parte de muchos consumidores, que se espera sigan aumentando durante la década. Al tiempo que es el mayor productor de pescado, China permanecerá, por amplio margen, como el mayor consumidor de pescado del mundo: se prevé que en 2030 representará 37% del total global.

Se prevé que el consumo aparente mundial per cápita de pescado sumará 21.2 kg en 2030, cifra mayor que el promedio de 20.5 kg en 2018-2020 (Figura 8.5). No obstante, la tasa de crecimiento se desacelerará en comparación con la década anterior (0.4% anual frente a 1.1% anual). En general, el consumo aparente per cápita de pescado aumentará 3.6% entre 2018-2020 y 2030, en comparación con 10.8% registrado durante la década anterior. El consumo de pescado per cápita aumentará en Asia, Europa y América, mientras que en Oceanía permanecerá estable y en África disminuirá (−2.2%). Se prevé una disminución creciente en África subsahariana (−5.6%), donde el rápido crecimiento demográfico superará el crecimiento de la oferta. La disminución en África plantea preocupación en términos de seguridad alimentaria, debido a la alta prevalencia de la subalimentación4 en la región y a la participación clave del pescado en la proteína animal total en muchos países. En general, la disminución del consumo de pescado puede también debilitar la capacidad de los países más dependientes de cumplir con las metas de nutrición (2.1 y 2.2) del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 2 (Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible).

La harina de pescado se usa principalmente en la dieta de los animales de granja, en especial el pescado de granja. Se espera que para 2030, 85% de la harina de pescado se consuma como forraje por parte del sector acuícola. China, al tiempo que es el mayor productor de acuicultura, es el mayor consumidor de harina de pescado; se prevé que en 2030 representará 38% de su consumo mundial. El consumo de aceite de pescado se caracteriza por la competencia entre los productos acuícolas y los suplementos alimentarios para consumo humano. Se prevé que para 2030, 66% del aceite de pescado servirá como alimento del pescado cultivado, en particular el salmón. La Unión Europea y Noruega seguirán siendo los principales consumidores de aceite de pescado, y a ellos corresponderá 16% y 14%, respectivamente, del total mundial en 2030.

El comercio de pescado para alimentación se caracteriza por incluir una amplia gama de actores y productos. El desajuste entre las áreas de producción de pesca de captura y acuícola y las áreas de demanda contribuye a los muy altos niveles de comercio de pescado y productos pesqueros. El papel del comercio de pescado varía de un país a otro, aunque es importante para muchas economías como una fuente significativa de ingresos de divisas, empleo y seguridad alimentaria (Figura 8.6).

El comercio mundial de pescado y productos pesqueros se contrajo en 2019 debido a la menor producción. En 2020, el comercio de pescado disminuyó por segundo año consecutivo, debido primordialmente al efecto de la pandemia de COVID-19, dado que la producción de pescado disminuyó ligeramente. Se espera que durante el periodo de las perspectivas el comercio mundial se recupere, aunque permanecerá por debajo de las proyecciones previas. Si bien el pescado y sus productos seguirán siendo algunos de los productos alimenticios básicos más comercializados en todo el mundo, se prevé que la proporción de la producción pesquera que se comercializa será de 35% en 2030 (31% si se excluye el comercio interno en la Unión Europea). La acuicultura contribuirá a una creciente participación del comercio internacional de pescado para alimentación con especies de alto valor, como el salmón, la lubina, el besugo, los camarones y los langostinos, aunque también con especies de menor valor, como la tilapia, el bagre y la carpa.

Se prevé que las exportaciones mundiales de pescado para alimentación sumarán 44 Mt en equivalente de peso vivo (excluido el comercio dentro de la Unión Europea) para 2030. Esto representa un aumento de 5.3% en esta década, cifra mucho menor que el aumento de 17.3% en la década anterior. Motivadas por su papel primordial en la producción pesquera en 2030, 47% de las exportaciones mundiales de pescado para alimentación se originará en los países asiáticos. No obstante, ya no se espera que el crecimiento adicional provenga predominantemente de Asia (+0.8 Mt), sino de Europa (+1.4 Mt), debido al menor crecimiento de las exportaciones chinas de pescado para alimentación (2.8% frente a 5.3% en la década anterior). No obstante, China mantendrá su posición como el principal exportador mundial de productos de pescado para alimentación y para 2030 representará 18% del comercio mundial de pescado para alimentación en términos cuantitativos, lo que implica una ligera disminución en relación con 19% registrado en el periodo base. Se prevé que Viet Nam tendrá el mayor crecimiento durante el periodo de las perspectivas y representará 47% del volumen adicional de exportaciones. Se espera que este fuerte comercio se vea compensado en parte por la reducción de las exportaciones provenientes de India e Indonesia. Entre los países no asiáticos, se prevé que Rusia y Chile incrementarán considerablemente sus exportaciones y alcanzarán una tasa de crecimiento de 33% y 40%, respectivamente.

El comercio internacional interviene de manera importante a la hora de asegurar a los consumidores el acceso a pescado para alimentación. Sin embargo, hay diferencias entre los países desarrollados y aquellos en desarrollo respecto de su dependencia de las importaciones de pescado para alimentación. Las economías desarrolladas mantendrán su fuerte dependencia de las importaciones de pescado para alimentación para cubrir sus niveles de consumo y, para 2030, las importaciones representarán 71% del consumo total de pescado para alimentación, en comparación con una participación de 15% para los países en desarrollo en el mismo año. Esta cifra relativamente baja es fuertemente influenciada por Asia, motivada por su papel predominante en términos de producción y exportaciones. Para 2030, los principales importadores de pescado para alimentación seguirán siendo la Unión Europea, Estados Unidos de América (en adelante, Estados Unidos), China y Japón. Se espera que las importaciones de pescado para alimentación de la Unión Europea y Estados Unidos crezcan, aunque a un ritmo más lento que el de la década anterior, debido a que los niveles de consumo son ya bastante altos. En China, se prevé que las importaciones bajarán 2.1% para 2030, a medida que la producción interna se centre cada vez más en las preferencias del consumidor. Por su parte, en Japón se prevé que las importaciones seguirán a la baja (−15.0%), como reflejo del menor consumo de pescado per cápita y la disminución de la población.

Se prevé que las exportaciones de harina de pescado aumentarán 8.6% en relación con el periodo 2018-2020 y llegarán a 3.4 Mt de peso de producto para 2030. Los países en desarrollo seguirán siendo los principales exportadores e importadores de harina de pescado, y hacia 2030 representarán 71% de las exportaciones y 79% de las importaciones mundiales. Perú se mantendrá como el mayor exportador de harina de pescado, seguido por la Unión Europea, Estados Unidos y Tailandia. China mantendrá su posición como el principal importador de harina de pescado, con una participación de 51% de las importaciones mundiales en 2030, para satisfacer las necesidades de sus industrias de acuicultura y porcicultura. Se prevé que las exportaciones de aceite de pescado aumentarán 5.2% entre 2018-2020 y 2030. Para este último año, Perú y la Unión Europea serán los principales exportadores de aceite de pescado, en tanto que Noruega y la Unión Europea serán los importadores más importantes. El aceite de pescado se utiliza sobre todo como forraje suplementario en la industria del salmón y como suplemento alimentario para consumo humano.

Las proyecciones analizadas en este capítulo representan un escenario anticipado de los sectores de pesca de captura y de acuicultura durante la década. El desarrollo de estas proyecciones depende de los supuestos que se hacen respecto de una serie de condiciones económicas, políticas públicas y ambientales. Algunos son el entorno macroeconómico; la continuidad de las políticas agrícolas y las reformas políticas anunciadas; las regulaciones y cuotas de comercio internacional; las actuales negociaciones en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre disciplinas vinculantes para los subsidios ambientalmente nocivos para la pesca; la frecuencia y los efectos del fenómeno El Niño; la ausencia de episodios extraordinarios de enfermedades relacionadas con el pescado; las cuotas de pesca; y las tendencias de productividad a largo plazo. Si uno de estos supuestos cambiara, esto generaría un conjunto diferente de proyecciones para el mercado del pescado. En la edición de este año de las OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas, la incertidumbre relacionada con la pandemia de COVID-19 en curso es, por un amplio margen, el principal factor de riesgo para las proyecciones, por lo menos para los primeros años de la década.

El desarrollo de la pandemia de COVID-19 tiene el potencial de agravar la pobreza, el hambre y la desnutrición, además de un efecto sin precedentes en el sector de la pesca y la acuicultura. Un escenario con un menor producto interno bruto (PIB) mundial o importantes diferencias entre los países podrían provocar reducciones a largo plazo del consumo, el comercio y la producción de pescado para alimentación. La pandemia de COVID-19 causó cambios significativos en la conducta de los consumidores respecto de los productos pesqueros. El lugar donde se lleva a cabo el consumo cambió del sector HORECA habitual al hogar, y la demanda de productos de pescado preparados y en conserva aumentó con fuerza, en tanto que la demanda de productos frescos de mayor valor bajó (pues de manera predominante se ingerían fuera del hogar). Estos cambios pueden provocar cambios estructurales en los patrones de consumo de pescado y en los flujos comerciales en el futuro, sobre todo si se toma en cuenta que el pescado es un producto globalizado con especies que pueden cultivarse en un primer país, procesarse en un segundo y consumirse en un tercero. Las preocupaciones sanitarias y de inocuidad alimentaria impulsadas por la pandemia de COVID-19 podrían también dar pie a un cambio en los patrones del flujo comercial.

Los cambios significativos de políticas registrados en China crean una incertidumbre adicional respecto de las tendencias de producción de la pesca de captura y de la acuicultura. Por ejemplo, no queda claro de qué manera el sector acuícola chino responderá a los cambios en el 14º plan quinquenal, centrado en la producción de especies nacionales y en la reducción de las repercusiones ambientales provenientes del sector. En la pesca de captura, la disminución de los niveles de apoyo directo, en especial de insumos como el combustible, podría afectar mucho a la rentabilidad y la estructura de la flota china durante el periodo de proyección.

En general, se espera que los sectores de la pesca y la acuicultura sigan afrontando múltiples retos, como el cambio ambiental, la disponibilidad de recursos y la gobernanza ineficaz. Pese a los avances logrados por varios países y regiones, que cuentan con existencias de pescado constantemente por encima de los niveles objetivo de recuperación de las poblaciones cuando la pesca se gestiona de manera adecuada, aún hay muchas áreas en las que no hay gestión de la pesca o esta es ineficaz, y el estado de las reservas es deficiente y en proceso de deterioro. Se espera que este avance desigual persista, a menos que se pongan en marcha políticas y medidas adecuadas. Por consiguiente, se tiene la necesidad urgente de contar con nuevos mecanismos que apoyen la aplicación eficaz de las regulaciones políticas y de gestión para pesquerías y ecosistemas sostenibles, para garantizar la sostenibilidad de los productos de pesca en todo el mundo. Esto requerirá un esfuerzo concertado en aguas de mar adentro y más allá de la jurisdicción nacional, que abarque no solo medidas de conservación, sino también el desarrollo de capacidades y apoyo, en especial para los pequeños estados insulares en desarrollo y los países menos adelantados. Más aún, será esencial que las políticas de gestión presten suma atención al impacto del cambio climático y el potencial de migración de poblaciones silvestres debido a la subida de la temperatura de los océanos y la acidificación de aguas oceánicas.

Se espera que la acuicultura sea el principal impulsor del incremento de la producción de pescado a nivel mundial y, si bien muestra un aumento más lento que el de las décadas anteriores, será mayor que el crecimiento de la producción de harina de pescado y aceite de pescado, componentes importantes de la dieta para las especies acuícolas alimentadas (que ahora representan cerca de 70% de la producción acuícola mundial). La harina y el aceite de pescado siguen considerándose los ingredientes más nutritivos y digeribles para el pescado cultivado, y se espera que se utilicen de manera aún más selectiva y eficiente en etapas específicas de la producción. Mantener el crecimiento de la acuicultura requerirá un mayor uso de otras fuentes de alimentación y posiblemente el desarrollo de nuevos tipos de forraje ricos en nutrientes, todo lo cual representa fuentes adicionales de incertidumbre en las predicciones. Por otra parte, el desarrollo regional de la acuicultura es desigual y se ve entorpecido por restricciones relacionadas con la distribución equitativa, la competencia por la tierra, los derechos al agua, la diversidad de especies producidas y el acceso a crédito, semillas y conocimientos expertos. Es necesario abordar estas restricciones de manera adecuada mediante una gobernanza receptiva y eficaz, una inversión mayor, mejoras en la tecnología, innovación e investigación, y una producción y rentabilidad más eficientes. Asegurar la bioseguridad a largo plazo será fundamental, así como brindar apoyo a los sistemas de producción respetuosos con el medio ambiente, como la acuicultura multitrófica integrada en las zonas costeras y la acuicultura integrada con la agricultura en las regiones de interior. Quizá se requiera centrarse especialmente en África, en donde se prevé una disminución en el consumo aparente per cápita durante esta década.

La capacidad de los sectores de la pesca de captura y de la acuicultura para cubrir la demanda dependerá, en parte, de su capacidad de incrementar o mantener la producción con un efecto mínimo en los ecosistemas marinos y de agua dulce, mejorando a la vez la utilización de la cosecha al reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos. Sin embargo, los sistemas acuáticos de producción de alimentos están vinculados al marco más amplio de desarrollo. Muchas políticas públicas de “economía azul” favorecen grandes proyectos como los de petróleo y gas, el transporte marítimo y portuario o incluso el turismo, que aportan beneficios económicos, aunque también causan degradación ambiental, la cual afecta a los alimentos provenientes del océano y la biodiversidad oceánica. Es necesario investigar a fondo las compensaciones en la economía azul para formular políticas sólidas y fundamentadas en los riesgos y las inversiones para el desarrollo resiliente y sostenible. Acerca de estos aspectos, se espera que una de las nuevas áreas prioritarias del Marco Estratégico de la FAO para 2021-2030 sea la Transformación Azul, con sistemas alimentarios azules más eficientes, incluyentes, resilientes y sostenibles promovidos mediante políticas y programas mejorados para la gestión integrada basada en la ciencia, la innovación tecnológica y la participación del sector privado.

Notas

← 1. En las OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas 2021-2030, el término “pescado” define a los peces, crustáceos, moluscos y otros animales acuáticos, aunque excluye a los mamíferos acuáticos, cocodrilos, caimanes, lagartos y plantas acuáticas. Todas las cantidades se expresan en equivalente de peso vivo, excepto las referentes a la harina de pescado y el aceite de pescado.

← 2. Calculado en términos nominales y abarca pescado y productos de pescado.

← 3. El término “aparente” se refiere a la cantidad de alimento disponible para consumo, que no es igual a la ingesta promedio de alimentos comestibles. La cantidad se calcula como la producción + importaciones – exportaciones ‒ usos no alimentarios, +/- variaciones en las reservas, todos expresados en equivalente de peso vivo.

← 4. FAO, FIDA, OMS, PMA y UNICEF (2020), El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2020. Transformación de los sistemas alimentarios para que promuevan dietas asequibles y saludables. Roma, FAO. https://doi.org/10.4060/ca9692es.

Metadata, Legal and Rights

Tanto este documento, así como cualquier dato y cualquier mapa que se incluya en él, se entenderán sin perjuicio respecto al estatus o la soberanía de cualquier territorio, a la delimitación de fronteras y límites internacionales, ni al nombre de cualquier territorio, ciudad o área. Los fragmentos extraídos de las publicaciones pueden estar sujetos a descargos de responsabilidad adicional recogidos en la versión completa de la publicación que se encuentra disponible en el enlace suministrado.

© OCDE/FAO 2021

El uso del contenido del presente trabajo, tanto en formato digital como impreso, se rige por los términos y condiciones que se encuentran disponibles en: http://www.oecd.org/termsandconditions.