2. Informes regionales resumidos

Los informes regionales de las Perspectivas destacan las tendencias generales para las regiones definidas por la FAO en la aplicación de su plan de trabajo a nivel mundial. Al reconocer la diversidad entre las distintas regiones, la intención no es comparar los resultados de unas con otras. Más bien, los informes resumidos describen algunos de los acontecimientos regionales más recientes, poniendo de relieve las respuestas a los retos globales y las tendencias emergentes en cada región, y relacionándolas con los principales mensajes contenidos en las Perspectivas. Por lo general, las evaluaciones comparan el punto final de la proyección de las Perspectivas (2030) con el periodo base de 2018-2020. En los informes resumidos se reconoce que las repercusiones de la pandemia de COVID-19, aún en desarrollo en el mundo, así como la respuesta a esta, difieren en las distintas regiones. Los informes resumidos no contienen una evaluación cuantitativa específica del efecto de la pandemia, pero reflejan las proyecciones macroeconómicas más recientes disponibles y el grado en el cual las medidas impuestas para frenar la propagación de la COVID-19 influyeron en este contexto. Por consiguiente, las tendencias y los retos presentados en este capítulo son los que se espera que apuntalen las Perspectivas, a medida que las economías resurjan de la perturbación inesperada del nuevo coronavirus, suponiendo que sus efectos sobre la producción de alimentos, el consumo y el comercio se moderarán paulatinamente.

Este capítulo consta de seis secciones con textos, cuadros y gráficos informativos por cada región, siguiendo un formato similar. Una sección de contexto define las principales características regionales y establece el entorno a partir del cual se describen las proyecciones en las secciones posteriores sobre producción, consumo y comercio. Cada informe regional contiene un anexo con gráficos y cuadros comunes que exponen los aspectos clave de la proyección para la región.

La región de Asia y el Pacífico1 es, con mucho margen, la mayor de todas las regiones analizadas en este capítulo y excepcionalmente diversa en términos de estructura económica, etapas de desarrollo, niveles de ingreso y dependencia del comercio de los productos alimentarios. Por ejemplo, sobre una base per cápita, los niveles de ingreso varían entre USD 1 157 en los países menos adelantados (PMA) de Asia y USD 61 375 en Australia. Con 4.3 mil millones de personas, la región de Asia y el Pacífico comprende más de la mitad de la población mundial y, sin embargo, constituye solo cerca de 30% de la tierra agrícola a nivel mundial. Por consiguiente, su considerable base de recursos naturales se agota cada vez más. Es probable que durante esta década esta situación se intensifique, pues la población aumenta a una tasa de 0.6% anual, lo cual significará 322 millones de personas más para 2030. La urbanización ha avanzado con rapidez en toda la región, hasta el punto de que, en 2020, 50% de los habitantes vivían en entornos urbanos, y se espera que esta cifra aumente a 55% para 2030. Se prevé que en la República Popular China (en adelante, China), que representa el mayor porcentaje de la población de la región, el porcentaje de habitantes residentes en entornos urbanos llegará a 70% hacia 2030. Dicha urbanización contribuye al cambio en las dietas y sustenta el creciente consumo de productos de mayor valor, así como de alimentos más procesados y convenientemente envasados.

A nivel regional, el producto interno bruto (PIB) per cápita disminuyó 3.2% en 2020, pero este efecto difiere mucho dentro de la región. Australia y Japón experimentaron una disminución de 5%, pero China aún logró un crecimiento de 1.4%. Entre las diversas regiones, la recuperación de la recesión generada por la pandemia de COVID-19 alcanza mayor fuerza en Asia y el Pacífico; se anticipa que el ingreso promedio per cápita crecerá casi 4% anual durante el periodo de proyección. Se prevé que China crecerá 5% anual; India y Viet Nam, 5-6% anual; y el Reino de Tailandia (en adelante, Tailandia) e Indonesia, cerca de 3-4% anual. La participación de la agricultura primaria y el valor agregado del pescado en la economía disminuyó a alrededor de 7.5% y se espera que para 2030 se ubique en 6%. El rápido crecimiento económico redujo la participación de los alimentos en el gasto de los hogares a cerca de 15%, cifra aún bastante alta para que los cambios en los ingresos o los precios ejerzan un efecto notorio sobre los consumidores.2 Dentro de los PMA de la región, dicha participación es considerablemente mayor, lo cual provoca que la seguridad alimentaria de muchos consumidores en estos países sea sumamente vulnerable a las alzas de precios y las perturbaciones en los ingresos provocadas por la pandemia de COVID-19.

La región abarca una gama de importantes exportadores e importadores de varios productos agrícolas y alimentarios, muchos de los cuales afrontan grandes incertidumbres, según las Perspectivas. Las controversias comerciales constantes no se resuelven del todo y las condiciones climáticas siguen siendo volátiles; en particular, Australia enfrenta un prolongado periodo de sequía. La pandemia de COVID-19 puso de manifiesto las vulnerabilidades de la logística del comercio mundial y las enfermedades de los animales continúan representando un riesgo. Los brotes de peste porcina africana (PPA) en China y en partes del Sudeste asiático impactaron enormemente en la producción de carne de cerdo en años recientes y, si bien se ha avanzado con rapidez en la reconstrucción de los rebaños, todavía se registran nuevos casos que implican riesgos permanentes para las perspectivas de producción futuras.

Siendo la mayor productora de productos básicos agrícolas y pesqueros, se anticipa que en 2030 la región representará 53% de la producción mundial agrícola y pesquera. El valor total de la producción aumentará 20% para 2030 en relación con el nivel base de 2018-2020. Esta tasa supera a la del crecimiento demográfico, lo cual sugiere que el valor de la producción agrícola per cápita aumentará durante esta década, impulsado por aumentos en la productividad, en tanto que el uso total de la tierra agrícola disminuirá durante el mismo periodo.

Se prevé que la producción de cultivos, que equivale a aproximadamente 60% del valor de la producción agrícola total, crecerá 22%, en tanto que la ganadera se incrementará 19% durante esta década. En el sector de la carne de cerdo, dicha recuperación parte de una base pequeña debido al efecto de la PPA, que redujo la producción regional 18% en 2019 y 4% más en 2020. En China y Viet Nam, el brote de PPA fue tan grave que arrasó con alrededor de 23% y 13%, respectivamente, de los inventarios de cerdos en estos países. Ambos países han avanzado mucho en la reconstrucción de los rebaños: Viet Nam muestra un aumento de 12% en su inventario en 2020 y China espera un incremento de 10% en el suyo en 2021. La escasez de carne de cerdo provocó que los precios de los productos ganaderos subieran en la región, estimulando la inversión para incrementar la producción de otros tipos de carne que sustentarán un mayor crecimiento durante los próximos 10 años. La producción de carne de aves de corral, cuyo ciclo de producción es más corto, creció 8% en 2019. Junto con el aumento de la producción de carne de bovino, carne de ovino y leche, esto generó apenas una moderada contracción de la producción ganadera total, pese a la pronunciada disminución de la producción de carne de cerdo. Se prevé que el valor de la producción pesquera aumentará 15% durante el periodo de proyección, motivado por el continuo incremento de la acuicultura. Estas tasas de crecimiento son considerablemente menores que las del decenio anterior, cuando el crecimiento de la producción agrícola y pesquera regional promedió 3-4% anual (Figura 2.1). El crecimiento se ha desacelerado a medida que los mercados internos han madurado, las políticas han cambiado, los mercados se han abierto y la competencia comercial se ha fortalecido.

La región contribuye de manera importante a la producción global de cereales, en especial de arroz, con una participación en la producción de 90%. Su contribución a la producción mundial de trigo y maíz es menor: 40% y 30%, respectivamente, pero significativa de todas maneras. Se espera que la participación de la región en la producción mundial de maíz crezca marginalmente durante el periodo de las perspectivas, en tanto que su participación en otros cereales siga siendo similar a la del periodo base. Casi 60% de la producción de arroz de la región tiene lugar en China e India. En tanto que se espera que la producción de arroz de China se incremente solo 4% para 2030, se estima que India agregue 17% a sus volúmenes de producción actuales, con lo que su participación en la producción regional aumentaría a 27%. De igual manera, estos dos países representan más de 75% de la producción de trigo de la región. Sin embargo, el crecimiento se verá impulsado por India y Australia, países a los cuales corresponde 58% y 19% de la producción adicional de trigo en la región de Asia y el Pacífico para 2030 en relación con el periodo base. En el caso de Australia, esto refleja la supuesta recuperación de los rendimientos después de muchos años de efectos de la sequía, que resultaron en niveles de producción por debajo del promedio.

La región de Asia y el Pacífico representa 58% de la producción mundial de aceite vegetal, gran parte de la cual se obtiene de la producción de aceite de palma en Malasia e Indonesia. La propagación de COVID-19 y las respectivas restricciones en el desplazamiento de personas impusieron retos para este sector, que depende en gran medida de la mano de obra extranjera, lo cual agravó las restricciones estructurales que ya habían reducido la oferta en 2019. La desaceleración de la expansión de la superficie madura de la palma aceitera implica que el crecimiento de la producción en Indonesia y en Malasia seguirá siendo más lento esta década.

Debido a la escasez de tierra dentro de los países de la región, el crecimiento de la producción de cultivos se deberá al incremento e intensificación de la productividad. La expansión del riego y la mejora de las variedades de semillas explican gran parte del incremento de la producción, pero están aumentando las preocupaciones relacionadas con el medio ambiente y la inocuidad de los alimentos, asociadas con la escasez de agua y el uso intenso de insumos químicos. Las cosechas múltiples y dobles serán las responsables del aumento del uso de la tierra de cultivo a 1 millón de hectáreas (Mha) adicionales, en comparación con el aumento de 15 Mha de la superficie cosechada, que se asignará sobre todo al maíz, el trigo, las semillas oleaginosas y las legumbres.

La producción ganadera durante el periodo de las perspectivas también provendrá en gran parte de los aumentos de la productividad relacionados con una mayor intensidad del forraje y mejoras en la reproducción. El número de animales crecerá a una tasa más lenta que la producción total de carne, pese a la recuperación inicial del inventario de cerdos tras las reducciones de los rebaños inducidas por la PPA en el periodo base. El uso de forraje crecerá a una tasa marginalmente más lenta que la producción de carne, y el aumento de la intensidad del uso de forraje en algunos países se verá compensado por las ganancias en la eficiencia en su utilización en otros. Se espera que el aumento de la producción de carne se acelere durante el periodo de las Perspectivas, con una considerable contribución de la carne de aves de corral y la carne de cerdo, donde una mayor concentración en la bioseguridad da como resultado que una mayor proporción de la producción de carne de cerdo provenga de unidades de producción grandes y modernas. La participación del cerdo en la producción ganadera total se recuperará apenas marginalmente del periodo base y no alcanzará los niveles previos a la PPA en 2030.

Casi 70% de la producción pesquera mundial se realiza en la región de Asia y el Pacífico, en su mayoría proveniente de una combinación de la producción de pesca de captura y acuícola en China. Se espera que los cambios de eficiencia y sostenibilidad establecidos en el 14º Plan Quinquenal de China restrinjan el crecimiento, pero aun así la región de Asia y el Pacífico representará 80% del crecimiento de la producción mundial en el sector.

Se prevé que las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI) de la región se incrementarán 2.7% para 2030 y que las emisiones provenientes de fuentes animales lo harán 5.6%, en tanto que las de cultivos disminuirán 0.8%.

La región asiática ha avanzado considerablemente en el objetivo de reducir la prevalencia de subalimentación en sus países en desarrollo y menos avanzados. Sin embargo, en 2020, esta tendencia se revirtió debido a las repercusiones de la pandemia de COVID-19 sobre los ingresos y la asequibilidad de los alimentos. Ese año, la subalimentación y la inseguridad alimentaria en la región aumentaron, y podrían seguir bajo presión a corto plazo. A medida que la recuperación de la pandemia de COVID-19 cobra impulso, resulta positivo el aumento de los ingresos en la región. Junto a la desaceleración del crecimiento demográfico y la continua urbanización, dicho incremento de ingresos sustenta la constante evolución de los hábitos alimentarios y provoca una demanda creciente de alimentos ricos en calorías y nutrientes (Law, Fraser y Piracha, 2020[1]) (Kelly, 2016[2]) (Reardon et al., 2014[3]). Se prevé que para 2030 la disponibilidad promedio de calorías en la región se incrementará en casi 200 kcal diarias por persona para promediar poco más de 3 000 kcal, principalmente motivado por el aumento del consumo de aceites vegetales, azúcar y productos de origen animal, sobre todo lácteos. La ingesta promedio de proteínas se elevará 10 g diarios por persona, pasando a 109 g diarios por persona, gracias al mayor consumo de lácteos y productos cárnicos.

La población de muchas partes de la región está envejeciendo y se espera que las tasas de dependencia3 en Japón y República de Corea (en adelante, Corea) se incrementen a 53.2% y 38.2% para 2030, respectivamente. En China la proporción aumentará a 27.3%, cifra mayor que el promedio mundial (18.3%) en 2030 (Naciones Unidas, 2019). En general, se supone que la tendencia de envejecimiento de la población afectará negativamente a las tasas de crecimiento del consumo total de alimentos en estos países. En la región en su conjunto, los estilos de vida urbanizados generarán un crecimiento en el consumo de azúcares y grasas que superará al de la mayoría de los demás grupos de alimentos. Para 2030, el consumo de aceite vegetal excederá el promedio mundial, al ascender a 21 kg/cápita por año. Aunado al fortalecido crecimiento demográfico en varios países, como India, esto implica que la región representará 71% del aumento del consumo mundial de aceite vegetal durante los próximos 10 años. La proporción de calorías obtenidas de productos de origen animal, azúcares y grasas se incrementará en toda la región hacia 2030, al tiempo que la de los alimentos básicos bajará.

Se prevé que el consumo de arroz per cápita, que es tan importante en muchos países de la región y que a menudo representa hasta 50% o más de la disponibilidad de calorías, se estancará a nivel regional, aunque el mayor consumo per cápita en India compensará la disminución en países como Indonesia. En cambio, se espera que el consumo de trigo se incremente 2.1 kg per cápita a nivel regional, con considerables aumentos en Corea, Viet Nam, Indonesia, Tailandia y muchos otros PMA de la región.

El consumo de carne se elevará 2.6 kg/cápita, llegando a un promedio anual de 29 kg/cápita, aunque habrá divergencias dentro la región. En países como Corea, Viet Nam y China, la demanda aumentará 5-10 kg, en tanto que en India, el crecimiento del consumo per cápita seguirá siendo de menos de medio kilo. La región de Asia y el Pacífico es una gran consumidora de pescado, con la mayor ingesta per cápita de todas las regiones. Se espera que el consumo crezca 1.7 kg/cápita, a un promedio de 25 kg/cápita por año, impulsado principalmente por China, India e Indonesia. El consumo de productos lácteos también aumentará 24%, debido en su mayor parte al consumo de India, la República Islámica del Pakistán (en adelante, Pakistán), la República Islámica del Irán y China, así como al rápido crecimiento de Viet Nam, aunque a partir de una base mucho más pequeña.

Con una producción ganadera y de lácteos en aumento, la intensificación mediante el mayor uso de cereales para forraje, así como las paulatinas ganancias en eficiencia, se prevé que el uso de forraje aumentará 20% para 2030. Se prevé que el uso para forraje del maíz y las harinas proteicas aumentará 17% y 21%, respectivamente. Este crecimiento en el forraje se relaciona también con la mayor comercialización de las explotaciones agrícolas y con una menor producción doméstica, que puede utilizar insumos no cerealeros como forraje.

A causa del incremento constante de las normativas obligatorias, principalmente en India, se prevé que para 2030 la región de Asia y el Pacífico aumentará su participación en el uso global del etanol a 19%, de 16% en el periodo base. De igual manera, se espera que la participación de la región en el uso mundial para biodiésel se eleve de 23% en el periodo base a más de 30% en 2030, respaldado por el aumento registrado en Indonesia.

En estas Perspectivas se parte del supuesto de que China no implementa del todo la ambiciosa norma obligatoria E10 para todo el país antes de 2030. Teniendo en cuenta la disminución de las reservas de maíz, su creciente demanda para forraje y usos industriales no puede cubrirse en su totalidad con la producción interna, por lo que se anticipa una mezcla de combustibles tipo gasolina de 2%. En cambio, se supone que, según los planes establecidos, el Gobierno de Indonesia continuará aplicando el programa B30 en toda la nación, pero el logro de la meta fijada de incrementar la demanda de biocombustibles dependerá en gran medida de la relación entre los precios interno e internacional del aceite de palma, así como de sus exportaciones del mismo. El alza de los costos de producción podría poner en peligro la meta. Para 2030, la demanda de biodiésel llegaría a alrededor de 9.5 miles de millones de litros (Mml).

En Indonesia, se espera que la norma obligatoria de mezcla con biorcarburantes dirija la oferta interna de aceite de palma al mercado de biodiésel. Junto con un fuerte apoyo a corto plazo al precio del aceite vegetal debido a las restricciones actuales en la oferta, esto podría ayudar a catalizar la inversión en el sector. Sin embargo, la disponibilidad de tierra sigue siendo una restricción y un factor que contribuye a los retrasos en la replantación de palma aceitera en años recientes. Esto también desacelerará el crecimiento de la producción de aceite vegetal en la región de Asia y el Pacífico en el periodo de las perspectivas, con una producción que se espera que aumente 18% para 2030, en comparación con 47% durante los 10 últimos años.

En términos de productos básicos agrícolas primarios, la región de Asia y el Pacífico es la mayor importadora neta y representa más de 30% de las importaciones mundiales. Las importaciones netas tienen una tendencia al alza a mediano plazo, a medida que la demanda supera a la oferta. China es uno de los mayores importadores de la región y el principal producto que contribuye a su monto total de importaciones es la soya. Tras la disminución en 2018 y 2019 debido a la combinación de medidas comerciales y la reducción de la demanda de su ganado porcino, las importaciones chinas de soya recuperaron niveles sin precedentes en 2020. La razón fue la rápida expansión de su sector avícola, así como la recuperación de su ganado reproductor porcino, y tuvo lugar pese a las dificultades y restricciones logísticas relacionadas con la actual pandemia de COVID-19, de la que China fue uno de los países que se recuperó con mayor rapidez. Dado que los factores de la demanda se mantienen firmes y el entorno comercial es menos restrictivo, se espera que las importaciones de soya se eleven 17% para 2030 en relación con el periodo base, para representar poco más de 60% del comercio mundial de esta oleaginosa. Las importaciones de maíz, menores pero aún importantes, también aumentaron mucho en 2020, pero se espera que disminuyan para 2030, porque la producción interna crecerá con fuerza.

Se espera que las importaciones netas de productos ganaderos a la región de Asia y el Pacífico se incrementen durante los próximos 10 años, pese a la reducción de la demanda de importaciones de China. Las importaciones chinas alcanzaron un punto máximo durante el periodo base como resultado de las restricciones de la oferta provocadas por la PPA, y la disminución prevista de las importaciones de cerdo se compensará apenas en parte por el aumento de las importaciones de carne de vacuno y de ovino durante esta década. Si bien se espera que las importaciones totales de carne bajen en China y Viet Nam, se estima que en Filipinas, Malasia y Corea se eleven. Lo anterior se compensa en parte por el crecimiento de las exportaciones de carne de bovino de Australia y de aves de corral de Tailandia. En el caso de los productos lácteos, las importaciones netas de la región se elevarán debido a la creciente demanda de importaciones del Sudeste asiático.

Asia y el Pacífico es también una importante región exportadora que aporta 26% de las exportaciones mundiales. El principal producto básico primario de exportación es el arroz, que se prevé que aumentará a 54 millones de toneladas (Mt), encabezado principalmente por India, Viet Nam, Myanmar y Tailandia. Sin embargo, se prevé que las exportaciones netas de aceite vegetal de la región se reducirán 28% para 2030, a medida que el crecimiento en las importaciones rebase al de las exportaciones. Al ser la principal productora de pescado, la región es exportadora neta de pescado y sus productos. A pesar de la desaceleración del crecimiento de las exportaciones, en 2030 aún constituirá 47% de los volúmenes mundiales de exportación. En la región se da un importante porcentaje de este comercio, pues también contribuye con 36% de las importaciones mundiales para 2030.

Entre las seis regiones4 incluidas en este capítulo, destaca el perfil del crecimiento demográfico y económico de África subsahariana (en adelante, ASS).5 Su crecimiento demográfico es el más alto y, a pesar de su rápido avance, la urbanización es, con diferencia, la más lenta entre las regiones. Se anticipa que ASS tendrá cerca de 329 millones de personas más en 2030 respecto al periodo base 2018-2020, lo cual refleja un crecimiento de 2.5% anual. Si bien casi dos tercios de esta adición serán urbanos, para 2030 el 53% de la población seguirá viviendo en zonas rurales. Esto la convierte en la única región en la que más de la mitad de la población aún residirá en zonas rurales en 2030 y una de las dos únicas (junto con el Cercano Oriente y África del Norte) en la que aún se espera un incremento del tamaño absoluto de la población rural durante esta década.

Por lo común, las economías de la región dependen mucho de productos básicos basados en recursos, como los agrícolas, el petróleo y los metales. La agricultura, la pesca y la silvicultura equivalen a cerca de 14% del PIB y se espera que disminuyan a 12% hacia 2030. En términos per cápita, se estima que el crecimiento económico sea menos sólido que en otras regiones emergentes en desarrollo y aumente 1.3% anual durante el periodo de las perspectivas. Esto ocurrirá tras la contracción de 6% en 2020, seguida por una recuperación de solo 0.5% en 2021, lo cual refleja el prolongado efecto de las restricciones económicas para frenar la propagación de la pandemia, los limitados recursos para apoyar la recuperación, así como la fuerte dependencia de las exportaciones de productos básicos y el turismo. El desempeño económico varía considerablemente dentro de la región; se observa un crecimiento más veloz de las economías menos desarrolladas, aunque a partir de una base más baja. El ingreso promedio regional per cápita es el más bajo a nivel mundial: USD 1 675, y se supone aumentará a USD 1 793 para 2030 en términos reales de 2010; sin embargo, se espera que el ingreso promedio per cápita en los PMA de la región llegue a solo USD 1 064 por año. Los hogares de la región gastan en promedio alrededor de 38% de sus ingresos en alimentos, pero esta proporción varía considerablemente de un país a otro, desde 16% en Sudáfrica hasta alrededor de 50% en Nigeria.6 La disponibilidad de calorías per cápita en la región es significativamente menor en relación con casi todas las demás, lo cual implica que la seguridad alimentaria y el bienestar económico son particularmente vulnerables a los precios de los alimentos o a las perturbaciones en materia de ingresos. Esto también magnifica el efecto de la pandemia de COVID-19, la cual ha afectado de manera importante la asequibilidad de los alimentos y, por consiguiente, la seguridad alimentaria en la región.

En África subsahariana vive 14% de la población mundial y es una tierra agroecológicamente diversa y abundante que representa 15% de la tierra de cultivo mundial y 20% de la de pastoreo. Sin embargo, en muchos países la alta densidad poblacional en zonas rurales provocó que el sector agrícola afrontara escasez de tierras. Gran parte de la tierra aún disponible en la región se concentra en unos cuantos países y/o se encuentra en gran medida por debajo de la cubierta forestal. De ahí que la región produjera solo 7% del valor mundial de la producción agrícola y pesquera en 2018-2020. En cambio, el gran volumen de habitantes, con sus grandes necesidades de consumo y su singular composición dietética, provocó que la región represente 37% del consumo global de raíces y tubérculos, en comparación con solo 7% del consumo mundial de cereales y 6% del consumo mundial de azúcar, aceite vegetal y pescado. La participación comparativamente pequeña de la región en el consumo mundial de carne (4%) y lácteos frescos (5%) refleja un menor poder adquisitivo y una escasa diversidad alimentaria. En general, la autosuficiencia de África subsahariana en los principales productos básicos alimentarios está disminuyendo, pues la población de la región aumenta con mayor rapidez que el crecimiento de la oferta interna.

Se espera que la producción agrícola y pesquera de ASS crezca 23% durante los próximos 10 años en términos de valor agregado neto, es decir, que la producción per cápita de la región seguirá registrando el descenso en marcha desde 2015 (Figura 2.6). Se prevé que para 2030 la producción de cultivos representará más de 72% de la producción total, en tanto que la proporción de productos ganaderos se incrementará 20% y la proporción de la producción pesquera disminuirá 7%. Los alimentos y forrajes básicos, esto es cereales, legumbres, raíces y tubérculos, serán las principales fuentes de crecimiento para la región. En todos estos productos básicos, la participación de la región en el mercado mundial se elevará durante el periodo de las perspectivas. Para 2030, la región ASS podría representar casi 40% de la producción mundial de raíces y tubérculos, 21% de la producción de legumbres y 6% de la producción de cereales. La expansión de la superficie en África Occidental, junto con el apoyo al sector del algodón, sustentarán la producción de algodón a nivel regional de casi 22% hacia 2030, para constituir 7% de la producción mundial.

Se espera que la superficie cosechada total aumente casi 6 Mha para 2030. Motivado por la intensificación de los cultivos, se espera este crecimiento neto a pesar del aumento menor de 4 Mha en el uso de tierra agrícola. En muchos países se registra el intercultivo de frijoles y cereales. Por otra parte, en las regiones tropicales con precipitación bimodal también prevalecen los cultivos dobles, así como sistemas de riego en África austral, donde la soya y el trigo suelen producirse consecutivamente en un solo año. Asimismo, se espera que la expansión del cultivo de arroz en la región, especialmente en Nigeria, se base en cosechas múltiples por año.

En otras partes de la región, el uso continuo de tierra agrícola se ve limitado por diversas fuentes de incertidumbre, como las tendencias de fragmentación de la tierra, el conflicto en los países con abundancia de tierras y la presencia de otros usos competidores, como la minería y la expansión urbana.

Se prevé que los rendimientos promedio de los cereales en toda la región crecerán 21% durante el periodo de las perspectivas, una tasa similar a la de la década pasada. Los continuos incrementos en el rendimiento en la mayoría de los cultivos principales provienen de inversiones en variedades de cultivos localmente adaptadas y mejoradas, así como mejores prácticas de gestión. El crecimiento del rendimiento en la mayoría de los cultivos supera las tasas previstas a nivel mundial, pero ocurre a partir de una base que suele ser de menos de la mitad del promedio mundial. Por consiguiente, la brecha considerable de la región en relación con los rendimientos logrados en el resto del mundo se reducirá, pero seguirá siendo significativa para 2030. Si bien las mejoras de productividad serán fundamentales para el crecimiento de la producción a mediano plazo, los esfuerzos para cerrar por completo la brecha de rendimientos son entorpecidos por el uso limitado de insumos, riego e infraestructura agrícola.

Se prevé que el valor neto de la producción ganadera aumentará 26% durante los próximos 10 años y que los incrementos más rápidos corresponderán a la producción de carne de aves de corral y de leche. La región sumará 2.9 Mt a la producción de carne hacia 2030: casi 1.3 Mt a la de carne de aves de corral, 740 miles de toneladas (kt) a la de carne de bovino, 650 kt a la de carne de ovino y 260 kt a la de carne de cerdo. Los sistemas de producción de carne de bovino y de ovino de la región siguen siendo bastante extensos y el crecimiento en durante esta década se verá impulsado por la expansión de los rebaños, más que por los aumentos en productividad. En el periodo base 2018-2020, ASS representa 7% de la producción global de carne de bovino, pero 17% del rebaño de bovino mundial. Se prevé que la participación de la región en el rebaño bovino mundial se incrementará a casi 20% para 2030. De igual manera, la región aporta 14% de la producción mundial de carne de ovino, con 24% del rebaño de ovino mundial. Además, se espera que la producción de carne de ovino aumente 30% en los próximos 10 años, lo que permitirá que ASS eleve su porcentaje de la producción global a 15%. Estas expansiones de los rebaños ocurrirán a pesar de que la tierra utilizada para pastoreo permanecerá casi sin cambio para 2030. En tanto que aún son comunes los sistemas de producción avícola extensiva en la región, en dicho sector ha sido evidente un mayor grado de intensificación, en particular en países como Sudáfrica, que produce excedentes de cereales para forraje. Se espera que la intensidad del forraje continúe en aumento en la región más amplia de ASS, a medida que se modernice la cadena de suministros en países como Zambia y Tanzania. Este incremento parte de una base pequeña y muchos pequeños productores siguen utilizando insumos de forraje que no son cereales, a menudo adquiridos de manera informal. En países que ya usan el forraje de forma más intensiva, las mejoras genéticas y una optimizada conversión del forraje con el tiempo reducen la cantidad de forraje requerido por animal. En el ámbito regional, esto provoca que el uso para forraje crezca marginalmente más lentamente que la producción de carne. Parte del uso para forraje también corresponde a la producción pesquera, que se espera aumente 13% para 2030. La expansión prevista de 28% en el sector de acuicultura es más rápida que la de la pesca de captura en 12%, pero parte de una base pequeña y, para 2030, la acuicultura representará solo 9% de la producción pesquera de la región, en comparación con 8% en el periodo base.

Sobre la base de estas proyecciones sobre producción, se espera que las emisiones de GEI directamente provenientes de la agricultura crezcan 16% para 2030 respecto al periodo base. África subsahariana representará 62% del incremento mundial de las emisiones directas de la agricultura y para 2030 llegará a una participación de 16% de las emisiones directas mundiales.

La región ASS concentra a la mayoría de los pobladores pobres del mundo. Asimismo, la prevalencia de personas subalimentadas en la región es la más alta del mundo. La deficiente seguridad alimentaria de la región se agravó aún más con la pandemia de COVID-19. Las interrupciones en la cadena de suministro, sobre todo en los sectores informales, afectaron a la accesibilidad, en tanto que las perturbaciones en los ingresos y en el empleo debilitaron la asequibilidad. La seguridad alimentaria y la subalimentación probablemente seguirán constituyendo un reto y, aun cuando los niveles de ingreso empiezan a recuperarse, sostener esa recuperación requerirá mejorar la disponibilidad, la accesibilidad, la asequibilidad y la utilización de los suministros de alimentos en el futuro.

Los niveles promedio de ingreso se recuperan lentamente después de la contracción económica de 2020, por lo que el crecimiento demográfico se mantiene como el más grande impulsor del creciente consumo de alimentos (Figura 2.10). Esta combinación de un rápido crecimiento demográfico y el aumento de la disponibilidad de calorías per cápita convierte a la región en una de las mayores fuentes de demanda adicional para el sector agrícola mundial en esta década. Se anticipa que la participación de la región en el consumo mundial de calorías de los alimentos se elevará de 10% en el periodo base a 11% para 2030.

La contribución de los alimentos básicos a la disponibilidad de calorías total es mayor en ASS que en cualquier otra región y se espera que el consumo per cápita de alimentos básicos se incremente aún más para 2030. En la mayoría de los demás grupos de productos básicos, entre ellos carne, lácteos, pescado, azúcar y aceites vegetales, los niveles de consumo per cápita son actualmente los más bajos del mundo. Excepto el pescado, el consumo per cápita de todos los grupos de productos básicos mencionados se incrementará durante el periodo de proyección, lo cual generará un crecimiento considerable del consumo total, pero la diversificación de la dieta será aún lenta y los alimentos básicos seguirán contribuyendo con la mayor parte de la ingesta total de calorías en 2030.

El aumento de 61 kcal/día durante el periodo de las perspectivas permite a la región alcanzar una disponibilidad promedio de casi 2 500 kcal diarias por persona en 2030. Esta cifra es mucho menor que el promedio mundial de 3 025 kcal/día e implica que la ingesta de calorías de la región aún será la menor del mundo para 2030. Una proporción creciente de calorías provendrá de los cereales y el azúcar, y, si bien el consumo de carne aumentará marginalmente, esto se verá totalmente compensado por la disminución del consumo per cápita de pescado durante esta década, lo cual limita el aumento de nutrientes vitales.

Las raíces y tubérculos, seguidos por los cereales, son las principales fuentes de forraje para el sector ganadero de la región. Sin embargo, el uso total para forraje en la región es bajo y representa menos de 4% del consumo mundial de forraje.

La mayoría de los productos básicos alimentarios de la región se producen para consumo interno y no para exportación, ya que la región en su conjunto depende cada vez más de las importaciones para cerrar la brecha entre la producción y el consumo internos. Al mismo tiempo, muchos países se benefician de la contraestacionalidad en el hemisferio norte y los costos competitivos de la mano de obra, que propician las exportaciones netas de productos frescos de alto valor.

Se anticipa que el déficit comercial de la región en los principales productos alimentarios aumentará durante los próximos 10 años. Asimismo, se anticipa que el déficit, evaluado a precios de referencia mundiales constantes (2014-2016), aumentará de alrededor de USD 7 mil millones (Mm) a USD 18 Mm para 2030.

Entre los retos relacionados con la pandemia en 2020, los volúmenes de las importaciones de cereales y aceite vegetal se incrementaron, en tanto que las importaciones de carne y azúcar disminuyeron. En el punto álgido de la primera ola de la pandemia, el comercio intrarregional en particular afrontó numerosas dificultades logísticas, que ocasionaron largos retrasos en las aduanas terrestres (Njiwa y Marwusi, 2020[4]). Durante el transcurso de esta década, los volúmenes de importación de cereales, carne, pescado, azúcar y aceite aumentarán considerablemente, a una tasa más rápida que la producción. Excepto para los cereales y los productos frescos, los volúmenes de exportación tienden a disminuir con el tiempo. La región en su conjunto no es autosuficiente en alimentos básicos y se espera que su dependencia de las importaciones se intensifique durante los próximos 10 años.

A diferencia de los cultivos de alimentos básicos, la mayor parte de la producción de algodón se vende en los mercados mundiales y para 2030 casi 90% de la producción de algodón de la región se exportará. Casi todo esto provendrá de los PMA de la región. Se espera que la participación de ASS en las exportaciones mundiales se mantenga bastante constante durante el periodo de las perspectivas.

Mejorar el comercio interno dentro de la región de ASS es un objetivo importante de políticas públicas. El Acuerdo sobre la Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA) entró en vigor el 30 de mayo de 2019 y, después de los retrasos iniciales debido a la pandemia, el comercio conforme a lo establecido en el acuerdo empezó de manera oficial el 1 de enero de 2021. El propósito del acuerdo era que 90% de las líneas arancelarias se eliminaran gradualmente hasta llegar a cero de forma lineal durante un periodo de 10 años para los PMA y cinco años para otros países. Sin embargo, solo se ha logrado firmar acuerdos sobre las normas de origen para 81% de las líneas arancelarias y, si bien el comercio arrancó oficialmente sobre la base de este este porcentaje, muchos países aún no han presentado ofertas de reducción de aranceles. Además, en algunas uniones aduaneras, el acuerdo no ha sido ratificado por todos sus miembros, lo cual impide que la unión realice operaciones comerciales en condiciones preferenciales, a menos que puedan ponerse en marcha legalmente concesiones sobre bases individuales. Pese al lento inicio y a la necesidad de concluir compromisos posteriores relativos a las normas de origen, a fin de cuentas el acuerdo solo excluye 3% de las líneas arancelarias y, por tanto, tiene grandes posibilidades de aumentar el comercio intraafricano a mediano plazo. De acuerdo con estimaciones recientes de la Comisión Económica para África de las Naciones Unidas, se prevé que el acuerdo incrementará el comercio intraafricano de productos agrícolas y alimentarios en 20-35% (o USD 10-17 Mm). Se espera que los incrementos en el comercio entre los países africanos sean particularmente pronunciados en el caso de los productos cárnicos, pescado, leche y demás productos lácteos, azúcar, bebidas y tabaco, verduras/frutas/nueces y arroz con cáscara y procesado. Sin embargo, el comercio dentro de la región se ve entorpecido por las altas barreras no arancelarias y, si bien el acuerdo incluye el reconocimiento mutuo de estándares y licencias, así como la armonización de las medidas sanitarias y fitosanitarias (MSF), muchas de estas barreras no arancelarias siguen siendo más difíciles de eliminar o reducir. Un contribuyente importante a este respecto es el alto costo del transporte terrestre, el cual se deriva de la deficiente infraestructura, así como de la deficiencia en los puestos fronterizos. Lo anterior incrementa los costos y menoscaba el desempeño logístico, como se demuestra con la presencia de solo seis países de ASS en la mitad superior de la clasificación del índice de desempeño logístico del Banco Mundial, el cual cubre a 160 países en total. Además del desempeño logístico, la imposición de los controles de exportación discrecionales debilita la integración del mercado. Teniendo en cuenta las regulaciones puestas en práctica hasta la fecha y la necesidad de finalizar los calendarios para la reducción de aranceles y las listas de productos sensibles, en la proyección de referencia de este año no se incluyó un efecto perceptible.

La región del Cercano Oriente y África del Norte7 es un entorno lleno de retos para la producción agrícola y pesquera. Su patrimonio de recursos terrestres e hídricos es limitado: menos de 5% de la tierra se considera arable. Todos los países de la región, excepto Iraq y Mauritania, afrontan escasez de agua y en algunos esta condición es extrema, con menos de un cuarto de los niveles sostenibles sobre una base per cápita.

La región se conforma de una amplia gama de países y tiene diversos perfiles de ingresos y recursos. Entre ellos se encuentran países menos adelantados, países de ingresos medios y los países exportadores de petróleo con ingresos altos del Golfo. Por ser una de las regiones con el más alto índice de importación neta de alimentos, las tasas de autosuficiencia de la mayoría de los productos básicos son bajas, en especial de los cereales, los aceites vegetales y el azúcar (Figura 2.11). Hay mucha incertidumbre del lado de la oferta y también de la demanda, y esto genera preocupación sobre un acceso confiable a los alimentos básicos. La pandemia de COVID-19 y las restricciones relacionadas con la actividad económica revelaron vulnerabilidades en la logística del comercio mundial, en tanto que las respuestas en materia de políticas públicas orientadas a limitar las exportaciones de algunos proveedores clave influyeron en los precios de los cereales a corto plazo. Dentro de la región, los limitados recursos de tierra y agua característicos de la mayoría de los países coartan el crecimiento, y se han visto aún más mermados en algunos países debido a incentivos establecidos en políticas públicas que pretendían aumentar la producción y limitar el déficit del comercio de cereales. La producción de cereales a menudo compite por el agua con cultivos de mayor valor. Además, los conflictos geopolíticos dificultan la producción agrícola y pesquera, reducen las inversiones que se requieren e inducen al desplazamiento de grupos de la población. Por otra parte, en una región en la que los ingresos por exportación de petróleo representan la principal fuente de ingresos, los mercados inestables de energía afectan a la actividad económica, incluidos el consumo y la inversión. Con gastos de alimentos que promedian cerca de 13% del gasto total de los hogares, las perturbaciones en los ingresos y en los precios pueden ejercer un efecto importante sobre el bienestar.8

El crecimiento demográfico fue de más de 23% en la década pasada y constituye una fuente clave de la demanda adicional. Dado el crecimiento anual de 1.7% durante los próximos 10 años, la población de la región se acercará a 500 millones de personas para 2030. Se espera que más de la mitad de la población resida en zonas urbanas, lo cual puede fomentar el consumo de productos de mayor valor, como la carne y los productos lácteos, pero también productos de conveniencia que contienen aceite vegetal y azúcar. La fuerte dependencia de los ingresos respecto de la exportación de petróleo significa que las economías de la región fueron algunas de las más afectadas por la pandemia en 2020, con una contracción de 8% del PIB per cápita. Se estima que la actividad permanezca limitada en 2021 y durante esta década, en promedio, crecerá solo 1.1% anual. Por consiguiente, es poco probable que constituya un importante impulsor de la demanda durante los próximos 10 años.

Egipto produce casi 30% del valor neto de la producción agrícola y pesquera de la región, y otro 49% se atribuye al resto del África del Norte (15% de los PMA y 34% de otros países del África del Norte). Se espera que estas proporciones se incrementen esta década, de manera que África del Norte constituirá casi 80% del valor de la producción agrícola neta en la región en su conjunto para 2030. El producto interno bruto del sector agrícola, forestal y pesquero actual es de alrededor de 6% del PIB total de la región y se espera que permanezca bastante estable con el tiempo.

La producción pesquera es de alrededor de 12% de la producción agrícola y pesquera neta total. La captura en zonas costeras aumentó recientemente, pero las reservas de pescado están bajo presión. La contribución de la acuicultura a la producción pesquera total va en aumento y el país que más aporta es Egipto.

Se prevé que la producción agrícola y pesquera de la región del Cercano Oriente y África del Norte aumentará 1.5% anual durante los próximos 10 años, cifra ligeramente menor que el crecimiento demográfico de 1.7%. Por consiguiente, la región será cada vez más dependiente de los mercados mundiales (Figura 2.10). La producción de cultivos aporta la mayor parte del valor total, pero la participación del crecimiento anual promedio de 1.3% disminuirá un punto porcentual, a 61% del valor neto total para 2030. El crecimiento de la producción ganadera es más sólido, 2.2% anual, y esto hará que su participación en el incremento del valor neto total sea ligeramente mayor de 27% en 2030. Se prevé que el valor de producción pesquera tendrá un incremento de 1.2% anual, representando el más lento de los tres subsectores durante el periodo de proyección.

El uso de la tierra para cultivo disminuirá para 2030 en relación con el periodo base y la mayor proporción es de Arabia Saudita, que no cuenta con condiciones propicias para el cultivo a gran escala. Se prevé que para 2030 la tierra utilizada para la producción de cereales representará casi 50% de la tierra de cultivo total, aumento menor respecto al del periodo base. Dicho incremento proviene principalmente de los cereales secundarios y el trigo, que se espera contribuyan con 60% y 35%, respectivamente, al total de la tierra usada para la producción de cereales para 2030. La superficie cosechada total de la región se mantiene casi sin cambio, con un incremento de apenas 3% para 2030 motivado por la mayor intensidad de los cultivos. Las mejoras en el rendimiento explicarán la mayor parte de los aumentos en la producción de cultivos y los rendimientos del trigo, el maíz, otros cereales secundarios y el arroz se elevarán 0.9%, 0.7%, 1.3% y 1.1% anual, respectivamente. Los rendimientos del trigo se mantendrán en 77% del promedio mundial, en tanto que los rendimientos de otros cereales secundarios mejorarán ligeramente, llegando a casi 50% del promedio mundial.

El crecimiento de la producción avícola, de 3% anual, superará al de todos los demás productos cárnicos. Se esperan también aumentos en la producción de carne de ovino, a 1.5% anual, en tanto que los incrementos en la producción de carne de bovino son más lentos, con 1.1% anual. La expansión del sector avícola se desacelera en relación con los 10 últimos años, en tanto que el crecimiento de la producción de carne de ovino se acelera. Los incrementos de la producción de carne de bovino reflejan una recuperación del evidente descenso registrado en el último decenio. Estas tasas de crecimiento ayudarán a frenar la disminución de la autosuficiencia de carne a largo plazo (Figura 2.11).

Con un crecimiento anual promedio de 2.3% y 2.0% para la carne y los productos lácteos, respectivamente, durante esta década, las emisiones de GEI provenientes de las actividades ganaderas en la región aumentarán 4% para 2030 en comparación con el periodo base. Se prevé que las emisiones totales de GEI en la región se elevarán 3.5% hacia 2030.

Tradicionalmente, las políticas alimentarias de la región se han centrado en la seguridad alimentaria, al apoyar el consumo de productos alimentarios básicos, principalmente cereales. En años recientes, algunas políticas ampliaron su espectro para incluir productos animales. Sin embargo, desde 2005, la prevalencia de la subalimentación apenas se redujo moderadamente, de 11% a 9%, e incluso antes de las repercusiones de la pandemia de COVID-19, el número absoluto de personas subalimentadas en la región se había elevado desde 2015. El fenómeno se aceleró como resultado de la pandemia en 2020, y se registraron aumentos tanto en la prevalencia de la subalimentación como en el número de personas subalimentadas en la región. Se espera que, a medida que la recuperación económica se afiance a mediano plazo, la disponibilidad de calorías per cápita en la región aumente 41 kcal/día para 2030 en relación con el periodo base. Esto permitirá a la región rebasar las 3 050 kcal diarias por persona en promedio para 2030, cifra marginalmente mayor que el promedio mundial de 3 025 kcal diarias por persona. Sin embargo, existe una gran diversidad dentro de la región y, a pesar de los aumentos de 106 kcal diarias por persona para 2030, los PMA alcanzarán solo 2 700 kcal diarias por persona, cerca de 11% por debajo del promedio mundial.

La proyección de la dieta promedio en la región indica que para 2030, alrededor de 55% de las calorías provendrán de los cereales, 1% menos que en el periodo base. Esta cifra es comparable con el promedio mundial de 44%. Una evolución semejante ocurre con el consumo de azúcar, en la que la participación de la región en el total de calorías derivadas de este producto será de 10%, en comparación con el promedio mundial de 7%. Esta dieta, que se basa en alimentos con almidón y azúcar, se relaciona con una incidencia creciente de sobrepeso y obesidad, así como de varias enfermedades no transmisibles, entre ellas la diabetes. Junto con la prevalencia de la subalimentación en ciertos países, esto sugiere que la “triple carga” de la malnutrición será un reto de política pública a mediano plazo.

Se prevé que el nivel promedio de disponibilidad de proteínas en la región ascenderá a 85 g/día en 2030, solo 0.6 g/día por encima del periodo base. Se espera que la reducción de las proteínas aportadas por el consumo de cereales se vea más que compensada por el crecimiento de las fuentes de carne y pescado, así como de legumbres. La disponibilidad de proteínas en la región se incrementa a una tasa más lenta que el promedio mundial y, para 2030, se ubicará 13% por debajo de los niveles promedio de disponibilidad en el ámbito mundial.

El crecimiento del sector ganadero incrementará el uso de forrajes en 24% durante esta década. Se espera que tres productos básicos (maíz, cebada y harinas proteicas) representen casi 80% del uso total para forraje. La mayor parte de los materiales para forraje seguirá importándose; por ejemplo, las importaciones de maíz ascenderán a 37 Mt para 2030, en comparación con 28 Mt en el periodo base. Esta tendencia refleja las políticas que priorizan la producción de cultivos de alimentos por encima de los cultivos de forraje en un entorno con un potencial de producción limitado.

El fuerte crecimiento demográfico de la región, junto con la escasa capacidad de producción, impulsarán un incremento en las importaciones de alimentos durante el periodo de proyección. Se espera que la región se convierta en la segunda mayor importadora neta de alimentos, después de Asia y el Pacífico, pero en términos per cápita será la mayor. Dentro de la región, las importaciones de alimentos por persona más altas corresponden a Arabia Saudita y a la zona de Otros países de Oriente Medio, que abarca a los Estados del Golfo, seguidos por Egipto y otros países del África del Norte (Figura 2.10).

Con los retos logísticos y económicos provocados por la pandemia, la facturación total de importaciones de la región, expresada en términos reales, aumentó aún más en 2020 en relación con 2019. Se espera que esta tendencia continúe durante los próximos 10 años. En consonancia con la demanda en aumento, las importaciones de la región se incrementarán para casi todos los productos básicos y los coeficientes de autosuficiencia continuarán su disminución a largo plazo, excepto los productos cárnicos, el aceite vegetal y el azúcar (Figura 2.11). En el caso del aceite vegetal, esto refleja un mayor procesamiento de las semillas oleaginosas importadas, pues el coeficiente de autosuficiencia de este tipo de semillas sigue deteriorándose. Las importaciones de la región mantendrán una alta participación en ciertos mercados mundiales, como el del maíz, otros cereales secundarios y trigo, que para 2030 alcanzarán 18%, 32% y 27%, respectivamente. Las importaciones de la región también representarán 37% del comercio mundial de carne de ovino, así como 18% de queso y 17% de la carne de aves de corral comercializados a nivel mundial para 2030.

Europa y Asia Central9 es una región diversa que abarca a la Unión Europea, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (en adelante, Reino Unido), la Federación de Rusia (en adelante, Rusia), Ucrania, Turquía y Kazajstán como los principales productores agrícolas. Existen variaciones considerables entre todos sus países en términos de etapa de desarrollo, demografía, recursos agrícolas y políticas públicas agrícolas. Las dinámicas de la población son también diferentes: se espera que, en su conjunto, la población de la región aumente paulatinamente, pero que permanezca estática en Europa Occidental y del Este, y crezca cerca de 1% anual en Asia Central. La región tiene un alto grado de urbanización y, para 2030, 75% de su población vivirá en entornos urbanos.

El ingreso promedio de la región es de más de USD 26 000 per cápita por año, pero existen grandes diferencias entre los países. En tanto que las economías de Europa Occidental son diversificadas, las de las regiones más orientales se centran en los productos básicos, en particular Rusia, donde el petróleo y el gas son sectores cruciales. La continua propagación de COVID-19 en el mundo planteó retos para todas las economías de la región. Sin embargo, el grado del efecto de la pandemia difiere en línea con la diversidad de la región, tanto en términos de estructura económica como de las acciones emprendidas para contener el virus. En promedio, en toda Europa y Asia Central, el PIB per cápita disminuyó 7.4% en 2020 y se prevé que se recuperará 4% en 2021, seguido por un crecimiento anual promedio de 1.7% durante los próximos 10 años. La contracción de 2020 resultó más profunda en Europa Occidental: 7.8%. En Asia Central, donde las restricciones económicas fueron menos graves, la contracción fue de 3.3%. En toda la región, el sector agrícola afrontó muchos retos debido a la pandemia, incluidos problemas de logística, escasez de trabajadores y cambios en la demanda, tanto en términos de cantidad como de combinación de productos.

La participación de la agricultura primaria, la silvicultura y la producción pesquera en el PIB total es baja, entre solo 1.6% en la Unión Europea, y 9% en Ucrania. Se estima que la participación de los alimentos en el gasto de los hogares promedió cerca de 11% en la región en el periodo base 2018-2020, alrededor de 5% en el Reino Unido y cerca de 19% en los países de Asia Central, como Kazajstán.10

La región produce 16% del valor global de la producción agrícola y pesquera, participación que sigue a la baja para 2030, debido en gran parte al lento crecimiento de Europa Occidental. La producción de cultivos promedia alrededor de 55% del valor neto de la producción total; la de pescado, cerca de 8%; y la ganadera, el resto, aproximadamente 37%. En tanto que la región representó 12% del crecimiento total del valor neto mundial de la agricultura y la pesca en los últimos 10 años, constituyó 35% del crecimiento de las exportaciones mundiales. Esta creciente orientación exportadora es en gran medida fomentada por Europa del Este, donde los niveles de productividad en los sectores de cultivos y ganadero mejoraron, pero la población estática y los niveles de consumo relativamente maduros significan que el crecimiento de la demanda ha sido débil. El comercio dentro de la región se ve afectado por varios factores, en especial los futuros acuerdos comerciales entre el Reino Unido y la Unión Europea, y los embargos rusos a las importaciones de la Unión Europea que se han renovado de manera constante desde 2014. A esto se ha añadido mayor incertidumbre por las restricciones a corto plazo impuestas a las exportaciones de países de la región del Mar Negro, con el fin de salvaguardar la disponibilidad interna durante los periodos de confinamiento por la pandemia de COVID-19.

En relación con otras regiones, los productos ganaderos y de origen animal son importantes, tanto desde una perspectiva de producción como de consumo. Dichos productos constituyen más de un tercio del valor neto de la producción agrícola y pesquera, y conforman 26% y 53%, respectivamente, de la disponibilidad total de calorías y proteínas. La Unión Europea es una de las principales zonas productoras, consumidoras y comercializadoras de leche y productos lácteos, y, si bien su participación en la producción mundial de leche sigue disminuyendo, la producción y el comercio de productos de alto valor, como el queso y la mantequilla, van en aumento. El consumo per cápita de productos lácteos frescos es 1.5 veces mayor que el promedio mundial, en tanto que el del queso y la mantequilla es seis veces y tres veces mayor, respectivamente.

Dentro de la Unión Europea en particular, se da creciente prioridad a la sostenibilidad ambiental, tanto desde la perspectiva del consumidor como de políticas públicas. Por ejemplo, la Estrategia de la Granja a la Mesa es una estrategia de crecimiento dirigida a promover sistemas alimentarios justos, saludables y amigables para el medio ambiente y a acelerar la transición a la sostenibilidad ambiental. En el futuro, esto puede afectar la estructura de la demanda, así como la tasa de productividad y los aumentos de la producción en la región. El progreso tecnológico, que incluye la tecnología digital, será fundamental para lograrlo.

Se prevé que el valor neto de la producción agrícola y pesquera (neta de insumos de forraje y semillas) crecerá 8% para 2030, en comparación con el promedio del periodo base de 2018-2020, y Europa Occidental crecerá menos de 1% en comparación con el crecimiento de Europa del Este (15%) y el de Asia Central (casi 30%). El sólido crecimiento de Europa del Este se verá encabezado por Rusia y Ucrania (12% y 22%, respectivamente). Si bien el crecimiento de los cultivos y del sector ganadero es fuerte, se espera que los sectores agrícolas crezcan con mayor rapidez que el ganadero en ambos países. En Rusia, los efectos que los embargos a la importación han ejercido sobre los mercados internos estimularon la producción local de productos ganaderos.

Se espera que la disminución a largo plazo del uso de tierra agrícola continúe en el futuro, aunque con lentitud, lo cual indica que los aumentos de la productividad serán los que provoquen un mayor crecimiento del sector. Se espera que para 2030 el uso de la tierra de cultivos y de pastoreo bajen 1.3 Mha y 2.6 Mha, respectivamente. En cuanto a los cambios en el uso de la tierra, se prevé que las emisiones de GEI provenientes de la agricultura bajarán 1.2% durante esta década.

Se estima que el valor de la producción de cultivos en la región aumente 11% durante los próximos 10 años, lo que representa casi 75% del crecimiento de la producción agrícola y pesquera de la región. Dicha expansión se deberá en gran medida al aumento de la producción de cereales y semillas oleaginosas en la región del Mar Negro. Se prevé que Rusia y Ucrania sostendrán un sólido crecimiento del maíz, el trigo, la soya y otras semillas oleaginosas, llevando su participación en la producción regional a 40% en el caso del maíz, 38% en el trigo y 54% en todas las semillas oleaginosas. En Rusia, la producción de maíz es la que crece con mayor rapidez de todos los cultivos, en tanto que en Ucrania el crecimiento de la producción de trigo supera a las de otros productos. Las mejoras de los rendimientos impulsarán la mayor parte del crecimiento de la producción en todos estos productos básicos, aunque aún se prevé que la superficie cosechada total se expandirá en ambos países de aquí a 2030.

El crecimiento de la producción ganadera es más lento y se ubicará en 0.34% anual durante el periodo de proyección. Europa Occidental representa la mayor parte del valor del ganado en la región, pero a medida que la transición a la sostenibilidad ambiental continúe, una contracción menor durante esta década provocará que su participación se reduzca de 64% en el periodo base a 61% para 2030. El crecimiento más sólido en el resto de la región aún impulsa un aumento de 4% del valor total de la producción ganadera durante los próximos 10 años. Este aumento se basará predominantemente en la intensificación de la producción, que dará lugar a mayores pesos en canal del ganado. Se espera que el crecimiento en el volumen total de la producción avícola se fortalezca en toda la región y aumente 10% para 2030 en relación con el periodo base de 2018-2020. La mayor parte de la carne de aves de corral se producirá para proveer al mercado interno y el consumo per cápita se incrementará 1.5 kg y llegará a un promedio de 24 kg/cápita por año. Se espera que la producción pesquera crezca 7% durante esta década. A pesar del crecimiento de 14% de la acuicultura, en comparación con el 6% de la pesca de captura, la primera aún representará solo 20% de la producción total de pescado de la región para 2030.

Se espera que la producción de lácteos se mantenga fuerte. Se prevé un crecimiento positivo en toda la región y, en tanto que la tasa de expansión se desacelera ligeramente en relación con la década pasada en Europa Occidental y Asia Central, el crecimiento de 0.7% anual en Europa del Este representa una aceleración en comparación con los 10 años pasados. En toda la región, la demanda interna de productos lácteos seguirá siendo sólida, aportando 12% de la ingesta diaria de calorías hacia 2030 y 19% a la disponibilidad de proteína diaria. Sin embargo, la expansión de la producción de lácteos alimentará la creciente demanda internacional, pues se espera que un creciente porcentaje de la mantequilla, el queso y las leches en polvo de la región se exporten durante esta década. Para 2030, la región en su conjunto representará 44% de las exportaciones mundiales de productos lácteos. La mayor parte de dichas exportaciones de productos lácteos corresponden a la Unión Europea, cuya participación en las exportaciones regionales totales de productos lácteos aumentará a 72% para 2030. Determinada por la transición hacia la sostenibilidad ambiental, la participación en la producción mundial de leche bajará a 16% para 2030, en comparación con el 18% registrado en el periodo base.

Si bien casi toda la región constituye un mercado bastante maduro, los consumidores no dejaron de sufrir las repercusiones de la pandemia de COVID-19 (De Vet et al., 2021[5]) (FAO, 2020[6]) (OCDE, 2020[7]). Estas repercusiones conllevan implicaciones relacionadas con la asequibilidad a corto plazo, sobre todo en los países donde los consumidores gastan un porcentaje creciente de su ingreso total en productos alimentarios y donde las medidas de apoyo a los ingresos fueron menos integrales, al igual que los cambios en la combinación de productos y los canales de contratación pública. Las ventas al por menor aumentaron y se consumió una cantidad mayor de alimentos en el hogar, en tanto que los consumidores tendieron a optar por productos locales con cadenas de suministros más cortas, así como por productos con una vida útil más larga. La pandemia acentuó tendencias de consumo ya evidentes con anterioridad, como una creciente conciencia de los hábitos alimentarios saludables.

La disponibilidad diaria promedio de calorías per cápita en la región se encuentra muy por encima del promedio mundial y se prevé que aumentará 83 kcal/día, ascendiendo a más de 3 460 kcal/día. Dicho incremento se atribuye principalmente a un mayor consumo de cereales, legumbres y productos lácteos. Se prevé que la demanda de azúcar para uso alimentario seguirá contrayéndose a medida que los consumidores de Europa procuran frenar los altos niveles de consumo debido a la creciente conciencia sanitaria. Se prevé que el consumo de azúcar per cápita de Europa Occidental bajará 1.5 kg por año para 2030, pero se mantendrá casi 50% por encima del promedio mundial.

Se prevé que la disponibilidad de proteínas per cápita en la región se incrementará 3 g/día, para ascender a 105 g/día en 2030, cifra casi 7% mayor que el promedio mundial de 98 g/día. Se estima que el consumo de legumbres, que ha aumentado con rapidez, desde una posición de base baja en la última década, gracias a una imagen positiva sobre la salud, se eleve 27%, hasta 5.5 kg per cápita en 2030. El consumo per cápita de carne podría incrementarse ligeramente a 59 kg por año, motivado en gran parte por el mayor consumo de carne de aves de corral, que se anticipa será el producto cárnico con el crecimiento más rápido y alcanzará la cifra de 24 kg per cápita. Se anticipa que el consumo per cápita de la carne de bovino y de cerdo disminuirá durante el periodo, 2.2% y 2.5%, respectivamente. En cambio, se espera que el consumo de pescado aumente lentamente y llegue a 16 kg per cápita por año para 2030, casi 3 kg por debajo del promedio mundial. Se aprecian diferencias considerables en toda la región: Asia Central muestra un consumo de pescado muy bajo, mientras que los niveles de consumo en Europa Occidental se encuentran muy por encima del promedio mundial. Se prevé que el consumo de productos lácteos se incrementará con mayor rapidez que el de las carnes y para 2030 añada 8% a los niveles actuales.

Debido en gran medida a la importancia de los productos animales, la región consume casi una cuarta parte del forraje proteico mundial. Se anticipa un crecimiento más lento para el sector ganadero, el cual contribuye positivamente al aumento en las carnes de aves de corral y de ovino, pero una disminución en los sectores de carne de cerdo y de bovino, por lo cual se anticipa que el uso para forraje aumentará solo 4% para 2030 respecto al periodo base. Se espera que el uso del maíz para forraje se expanda más rápidamente que el del trigo, lo que refleja mayor crecimiento de la producción de carne en Europa del Este en relación con una leve disminución en Europa Occidental.

Se espera que la demanda no alimentaria de aceite vegetal se contraiga, porque su papel en la producción de biocombustibles en la Unión Europea disminuirá. La región reduce su demanda de diésel, reflejo del cambio que se está produciendo hacia vehículos eléctricos. Por consiguiente, se prevé que la producción regional de biodiésel se reducirá 7% para 2030, con lo cual disminuirá su participación en la producción mundial de este combustible de 34% a 30%.

Los modelos comerciales de la región de Europa y Asia Central cambiaron sustancialmente durante la década pasada. Tradicionalmente, la región ha sido una de las mayores importadoras netas. En la década pasada, el rápido crecimiento de las exportaciones hizo que Europa del Este avanzara a la posición de exportador neto (Figura 2.18). La mayor parte del crecimiento de las exportaciones se originó en Rusia y Ucrania, donde la combinación de la creciente productividad y el lento crecimiento de la demanda interna resultaron en un superávit exportable siempre en aumento. Con su gran base de tierra, tanto Europa del Este como Asia Central poseen una ventaja comparativa en la producción de cereales y semillas oleaginosas. En toda la región de Europa y Asia Central, el crecimiento de las exportaciones totales supera al crecimiento de las importaciones durante el periodo de proyección, lo cual da paso a una mejora importante en su balanza comercial neta para 2030. Dados los ya altos niveles de consumo y el estancamiento de la población, se espera que la tendencia de aumento en las exportaciones persista.

Se espera que el valor total de las exportaciones de la región se incremente 21% para 2030 en relación con el periodo base, apuntalado por la expansión de 25% en las exportaciones de cultivos y por un aumento más moderado, de 14%, de las exportaciones de productos de origen animal. La exportación regional de cereales crecerá de 161 Mt en el periodo base a 209 Mt en 2030 (un incremento de 30%) y la región del Cercano Oriente y África del Norte será una importante importadora. Esto provocará que su participación en el mercado mundial suba de 36% en el periodo base a 39% en 2030, la mayor cifra que ha alcanzado. De igual manera, en 2030 la región agregará casi 28 Mt a sus exportaciones de trigo, para incrementar su participación en el mercado mundial a 57%, de 54% en el periodo base 2018-2020. Desde la perspectiva de las importaciones, se anticipa que las necesidades de harina de soya y harina proteica disminuirán 5% y 7%, respectivamente, para 2030, aunque se mantendrá como una de las principales importadoras de estos productos a escala mundial. La región también seguirá siendo una gran importadora neta de azúcar, pero se anticipa que esta demanda se reducirá 29% para 2030.

En lo que se refiere a la ganadería, la región es una gran exportadora de productos cárnicos y lácteos. Representa 42% de las exportaciones mundiales de carne de cerdo y 29% de las exportaciones mundiales de carne de aves de corral. Lo anterior se atribuye en su mayor medida a la Unión Europea, que representa 90% de las exportaciones regionales de carne de cerdo y 55% de las exportaciones regionales de carne de aves de corral. Asia Central es importadora neta de productos cárnicos y hay una enorme actividad comercial en la región en general. A este respecto, los controles de movimientos a lo largo del periodo de confinamiento por la pandemia en 2020 plantearon retos sin precedentes a los sistemas logísticos, aunque el sector reaccionó con resiliencia para mantener la disponibilidad de los productos. A la luz de la importancia del comercio intrarregional, las condiciones futuras del embargo de Rusia a las importaciones afectarán al comercio dentro y fuera de la región, en tanto que, de repetirse los controles a las exportaciones a corto plazo por un nuevo confinamiento derivado de la COVID-19, esto podría afectar considerablemente a los mercados.

La región es la exportadora más importante de productos lácteos del mundo, con una participación actual de 41% en su comercio mundial. Gran parte de esta situación se atribuye a la Unión Europea, la cual representa 29% del comercio mundial de productos lácteos. En el caso del queso, la región en su conjunto constituye 60% del mercado mundial y la Unión Europea contribuye con 41%. En todos los productos lácteos se espera que aumente la participación de la Unión Europea y la región en su conjunto en el comercio mundial. Para 2030, la Unión Europea aportará 46%, 33%, 35% y 14%, respectivamente, de las exportaciones mundiales de queso, mantequilla, leche descremada en polvo (LDP) y leche entera en polvo (LEP).

Encabezada por Rusia y Noruega, la región es también una de las más importantes exportadoras de pescado. Se espera que las exportaciones rusas aumenten 33% durante el periodo de proyección y apuntalen un crecimiento de 13% en la región de Europa y Asia Central.

América del Norte comprende dos países altamente desarrollados: Estados Unidos de América (en adelante, Estados Unidos) y Canadá, lo cual implica que es más homogénea que otras regiones cubiertas en este capítulo. Ambas economías son maduras y diversificadas, con una participación de la agricultura (incluidas la silvicultura y la pesca) en el PIB total de menos de 1%. La región contribuye de manera importante a la agricultura mundial. Sus 366 millones de personas constituyen solo 5% de la población mundial, aunque le corresponde 10% de la producción agrícola y pesquera global. Tiene la mayor extensión de tierra agrícola por persona y aporta el mayor valor de la producción agrícola y pesquera per cápita. Durante el periodo base de 2018-2020, la región tuvo el segundo mayor superávit comercial de productos básicos agrícolas. Sin embargo, en términos proporcionales, el papel de América del Norte en la agricultura mundial disminuye lentamente con el tiempo, ya que la producción de otras regiones está creciendo con mayor rapidez. Para 2030, se espera que América del Norte constituya 9% del valor mundial de la producción agrícola y pesquera. Si bien se espera que tenga el segundo mayor superávit comercial para 2030, este será de menos de la mitad de valor del periodo base en 2030.

La agricultura en América del Norte se caracteriza por una alta intensidad de insumos en general, pero en particular de capital, puesto que la producción agrícola tiene lugar en gran medida en amplias unidades comerciales. En consecuencia, la región muestra índices muy altos de productividad parcial de los factores para la tierra y el ganado, medidos por los rendimientos de los cultivos, los rendimientos de la leche y las relaciones entre el uso del ganado y la carne. La disminución a largo plazo del uso de tierra agrícola se desaceleró en años recientes, pero la tierra utilizada para la producción de cultivos sigue su tendencia a la baja y se contrajo 2.4% durante la década pasada. Los rendimientos mejoraron hasta el punto de que el valor de producción de cultivos se incrementó 17% durante el mismo periodo. Se espera que esta tendencia continúe. La producción animal es de suma importancia en la región y aporta 35% del valor neto de la producción agrícola. Esto está en línea con la participación promedio de 28% en la ganadería mundial. Sin embargo, el inventario ganadero es proporcionalmente menor, a causa de su alta productividad. Por ejemplo, la producción de carne de bovino por animal en inventario es tres veces mayor que el nivel promedio mundial. La región es una pequeña productora de pescado en comparación con otras regiones, con una participación actual en el valor agrícola de 4% dentro de la región y una participación a la baja en la producción pesquera mundial, que se espera alcance 3% para 2030.

El consumo de alimentos per cápita en la región es el más alto de todos. Esto es posible gracias al mayor ingreso per cápita (USD 54 280) y a la tasa de urbanización más alta (83%), que afectan tanto al nivel como a la composición de la ingesta de alimentos. La pandemia de COVID-19 y las medidas impuestas para frenar su propagación redujeron el PIB per cápita de la región 4.5% en 2020. Pese a que en 2020 tuvo lugar el mayor aumento interanual en la prevalencia de inseguridad alimentaria desde 2014, la base madura de consumidores, combinada con medidas de apoyo al ingreso, provocaron que las alteraciones provocadas por la pandemia afectaran más en la composición y distribución de las ventas de alimentos que en las cantidades absolutas consumidas. Las ventas al pormenor se incrementaron, en tanto que las de alimentos consumidos fuera del hogar disminuyeron, lo cual obligó a hacer cambios en la cadena de suministro de alimentos.

Siguiendo una recuperación del PIB per cápita de casi 3% por año en 2021 y 2022, se prevé que el ingreso per cápita real crecerá un promedio de 1.4% anual durante esta década. Tomando en cuenta que los niveles de ingreso son ya altos y el crecimiento demográfico es de 0.6% anual, los posibles cambios en las preferencias alimentarias podrían ser importantes para influir en la demanda de alimentos durante el periodo de las perspectivas. Además de la influencia en el poder adquisitivo, la pandemia puede tener también efectos duraderos sobre dichas preferencias, al haber provocado un renovado interés en los beneficios de la comida saludable.

Si bien las estimaciones contemplan un considerable desperdicio de alimentos, la disponibilidad de calorías y proteínas en la región ya promedió casi 3 760 kcal diarias por persona y 113 g diarios por persona durante el periodo base, cifra alrededor de 29% y 22% mayor que el promedio mundial. El consumo de alimentos es proporcionalmente alto en productos de origen animal y su contribución al total de calorías y proteínas asciende a 27% y 64%, respectivamente, en comparación con los promedios mundiales de 18% y 35%. Los norteamericanos consumen cantidades considerables de aceite vegetal y edulcorantes, con porcentajes calóricos de 19% y 15% en comparación con los promedios mundiales de 10% y 8%, respectivamente. La dieta de América del Norte ha provocado problemas de obesidad e incidencia de enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación, como la diabetes. Sin embargo, pese a este nivel de consumo agregado, se estima que de 10 a 13% de la población de la región sufría inseguridad alimentaria incluso antes de registrar los efectos de la pandemia (USDA, 2020[8]) (Tarasuk y Mitchell, 2020[9]).

América del Norte (en particular, Estados Unidos) es la mayor región productora de biocombustibles, con una participación en la producción mundial de cerca de 50%. Comprende principalmente etanol derivado del maíz como materia prima y, en un grado mucho menor, biodiésel derivado del aceite de soya. La producción ha sido impulsada principalmente por las políticas públicas y las normas obligatorias se cubren en gran medida con tasas de mezcla cercanas a la barrera de mezcla para los combustibles utilizados en el transporte. El comercio dentro de la región es importante: Canadá depende mucho de las importaciones de etanol provenientes de Estados Unidos para cumplir con su propia norma obligatoria de mezcla.

Se prevé que la producción agrícola y pesquera de América del Norte seguirá en expansión, aunque a una tasa más lenta, de 9%, durante esta década, en relación con la expansión previa de 15%. La causa general de este desacelerado crecimiento es la estabilidad y, en algunos casos, la disminución de los precios reales de los principales productos básicos agrícolas y ganaderos, así como la fortaleza del dólar estadounidense en relación con los países competidores. Se espera que el crecimiento sea más fuerte en los sectores agrícolas, con un incremento de 10% para 2030 en relación con el periodo base, en tanto que el valor de la producción ganadera solo aumenta 8%.

El crecimiento de la producción de cultivos tendrá lugar pese a la persistencia de la histórica disminución del uso de la tierra para cultivo, que se reducirá 3% más para 2030. Se prevé que el uso de la tierra para la producción de cereales se mantendrá casi sin cambios, con lo que su participación en la tierra para cultivo total aumentará 41% para 2030. Se espera que la superficie de tierra para semillas oleaginosas se eleve 3% durante los próximos 10 años, apuntalada por los altos precios en los inicios del periodo de las perspectivas y la demanda de forraje provocada por el crecimiento de la producción ganadera. Lo anterior significa que la participación de las semillas oleaginosas en la superficie total de cultivo aumentará a 28% para 2030. Partiendo de una base mucho más pequeña, la tierra utilizada para la producción de legumbres también aumentará 11% durante los próximos 10 años, en tanto que para las raíces y tubérculos la disminución es evidente. Se espera que la superficie cosechada total de la región permanezca bastante estancada y solo aumente 1.4% durante los próximos 10 años debido a la intensificación. Eso conlleva un incremento en Estados Unidos de 1.1%, junto con un aumento de 2.4% en Canadá. En Estados Unidos, se espera que el volumen de la producción total de cultivos aumente 8% en relación con el periodo base, en tanto que en Canadá dicho crecimiento será más rápido, a 13%, sobre la base de una temporada fuerte en 2020, donde la producción canadiense de cultivos en el campo alcanzó niveles sin precedentes. En ambos países, los aumentos de la producción emanarán en su mayor parte de los incrementos en rendimientos: 9% para los cereales y 10% para las semillas oleaginosas.

El efecto de la recesión relacionada con la pandemia provocó una presión descendente sobre los precios de la carne en 2020, debido tanto al poder adquisitivo de los consumidores como a la influencia de la enfermedad y de las medidas para contener su propagación sobre la capacidad de las instalaciones de procesamiento. Después de una recuperación a corto plazo, los precios reales tienden a bajar con el tiempo. Sin embargo, los precios del forraje mantienen su competitividad y se espera que la producción total de carne en América del Norte aumente a 56 Mt para 2030, 9% más en relación con el periodo base. Del incremento de 4.5 Mt, 4 Mt, es decir, 88%, se atribuyen a Estados Unidos. Se espera que la producción de carne de aves de corral crezca más rápidamente que la de cualquier otro tipo de carne (1.1% anual) y para 2030 represente más de 60% de la carne adicional producida. Se espera que la producción de carne de bovino y de cerdo aumente a tasas anuales moderadas promedio de 0.6% y 0.3%, respectivamente. Por consiguiente, la participación de la carne de aves de corral en la producción total de carne se incrementará a 47% para 2030.

Se logrará un crecimiento de 13.5% en la producción de leche motivado por el aumento del rendimiento de leche de las vacas lecheras de 11%, pues los rebaños lecheros crecerán solo 2% durante el mismo periodo. De acuerdo con las preferencias del consumidor, una proporción creciente de leche se asignará a los productos lácteos procesados y un porcentaje decreciente a los productos lácteos líquidos.

Para 2030, se espera que la producción pesquera en América del Norte, que está dominada por la pesca de captura (89%), se eleve 8% en relación con el periodo base, y que la acuicultura incremente su participación en la producción total a 12.5%. Este último sector sigue desarrollándose a partir de una base baja, alentado por los precios relativos favorables derivados de una sólida demanda de pescado.

Se espera que el incremento total de las emisiones de GEI provenientes de la agricultura se desacelere en relación con la década pasada. Las emisiones serán 1.3% mayores en 2030 que en el periodo base. Las emisiones provenientes de las actividades ganaderas son las que más contribuyen, al crecer 3.2% debido a una pequeña expansión del inventario de rumiantes. Sin embargo, se prevé que las emisiones del sector de cultivos bajarán 2.7%.

Los cambios en el consumo de alimentos sobre una base per cápita se verán determinados en gran medida por los ajustes en las preferencias, que se prevé serán de escasa importancia. Aunque los efectos de la pandemia pueden despertar mayor interés en la alimentación saludable, esto podría ejercer mayor influencia en los productos frescos, que no se abarcan de manera directa en estas Perspectivas. Medido por la disponibilidad calórica, se espera que el consumo de alimentos en América del Norte se mantenga en niveles altos, al aumentar 48 kcal diarias por persona para 2030. Por consiguiente, la disponibilidad calórica promedio de la región superará las 3 800 kcal diarias por persona. A nivel regional, se espera que el mayor aumento provenga de los aceites vegetales (+25 kcal), seguidos por los productos lácteos (+19 kcal), los productos cárnicos (+17 kcal) y las legumbres (+11 kcal). Dichos aumentos se compensan en parte con una disminución en las calorías provenientes de los edulcorantes (−43 kcal) y los cereales (−7 kcal). El incremento de la disponibilidad calórica será mayor en Canadá que en Estados Unidos, pero en 2030 los niveles absolutos de disponibilidad calórica aún serán mayores en Estados Unidos que en Canadá.

La ingesta de proteínas en la región se incrementará apenas marginalmente de 113 g/día en el periodo base a 117g/día para 2030. Se espera que la división entre fuentes animales y vegetales se mantenga constante, y que 64% de la disponibilidad total de proteínas se obtenga de las primeras. Se estima que el consumo tanto de carne como de productos lácteos se incremente aún más y que el aumento sea comparativamente mayor (2.2 kg per cápita) en el primer caso. La mayor parte del crecimiento del consumo en este sector se atribuye a la carne de aves de corral, cuyo consumo aumentará 2.4 kg per cápita por año, en comparación con un incremento menor de 0.7 kg per cápita en la carne de cerdo y una disminución de 0.5 kg per cápita en la carne de vacuno. También se espera que la disponibilidad de proteínas de productos lácteos se eleve, ya que el crecimiento del consumo de queso, mantequilla y LEP compensará con creces la continua disminución en los productos lácteos frescos. Se prevé que el consumo de pescado aumentará 4% para 2030 en relación con el periodo base. Pese a la tendencia a la baja en el consumo de cereales, el crecimiento en la ingesta de legumbres generará aumentos moderados de la disponibilidad de proteínas provenientes de fuentes vegetales.

El uso de forraje en la región representa un rendimiento significativo en la producción agrícola, al consumir más energía o calorías que el uso final de alimentos (Figura 2.19). Después de la producción ganadera, se prevé que el uso total de forraje se incrementará 10% para llegar a 290 Mt en 2030, y las participaciones de las fuentes de maíz (incluidos los granos secos de destilería) se elevarán lentamente con el tiempo a 67%, en tanto que la harina proteica se mantendrá estable en 17%.

La producción de biocombustibles es otro factor importante de penetración de mercado para los cereales forrajeros en la región. Se prevé que la producción de etanol disminuirá a poco menos de 60 Mml para 2030, 3% por debajo del periodo base, debido a la reducción del uso de gasolina en Estados Unidos y Canadá durante esta década. Los programas de descarbonización sostendrán el uso del etanol hasta cierto grado, lo cual limitará la disminución de la producción. Asimismo, se espera que la producción de biodiésel disminuya 2% durante los próximos 10 años. Las perspectivas para los biocombustibles dependen en gran medida de la evolución del sector energético y de las políticas de biocombustibles en la región.

El superávit del comercio agrícola de América del Norte sigue siendo el segundo después de América Latina y el Caribe, pero bajó más de 25% durante la década pasada. Se espera que esta tendencia prevalezca durante el periodo de las perspectivas, pues el valor neto de las importaciones de la región crece con más rapidez que el de sus exportaciones. El crecimiento tanto en las exportaciones como en las importaciones se desacelerará. El crecimiento más lento refleja el debilitamiento de la demanda interna y extranjera, y la desaceleración posterior del crecimiento de la producción. Las relaciones comerciales, en particular entre Estados Unidos y China, afectarán mucho a la región, ya que el comercio bilateral ha sido significativo. Estas relaciones han mejorado y se espera que en 2021 China se convierta de nuevo en el principal mercado para las exportaciones de Estados Unidos. Si bien esto apunta a oportunidades comerciales reanudadas e incluso ampliadas, también es un indicador de la expansión de China en la producción avícola, de la rápida reconstrucción de sus rebaños de cerdos y del consecuente incremento de la demanda de productos para forraje. El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), puesto en marcha el 1 de julio de 2020 para sustituir al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), aumentará el comercio intrarregional, en especial para ciertos productos lácteos.

Se prevé que el valor neto de las exportaciones, medido a precios internacionales de los productos básicos en el periodo de 2014-2016, aumentará 14% para 2030 en relación con el periodo base 2018-2020. Esto se compara con el aumento de 21% en la última década. Las razones del crecimiento más lento tienen que ver sobre todo con las exportaciones de soya, cuyo crecimiento se desacelera considerablemente en comparación con el de la década pasada, pese a la mejora en las relaciones comerciales con China. También se prevé que las exportaciones de etanol disminuirán esta década, junto con las de la carne de cerdo, donde la reconstrucción de los rebaños de China en su recuperación del devastador brote de PPA reducirá su demanda de importaciones. En fechas recientes la región perdió una considerable participación en el comercio de cereales y semillas oleaginosas. En el caso de los cereales, se espera que esta tendencia continúe, aunque a un menor ritmo, debido a la creciente competencia por parte de América Latina y la región del Mar Negro. Se espera que la participación de América del Norte en las exportaciones mundiales de semillas oleaginosas se estabilice en 35% para 2030 (Figura 2.20). Si bien se estima que la participación de América del Norte en el comercio mundial de la carne de cerdo se estabilice, seguirá aumentando en el caso de la LDP.

Pese a su superávit comercial, la región es también la tercera mayor importadora de productos agrícolas del mundo. Se espera que el valor neto de las importaciones, medido en valor constante de 2014-2016, se incremente 25% para 2030. La región solía ser una gran importadora neta de carne de bovino y, aunque aún tiene una gran participación en las importaciones mundiales (18%), se convirtió en exportadora neta en la última década. Se espera que esta tendencia persista. La región sigue siendo una importadora de pescado relativamente grande, con una participación de 15% en los mercados mundiales, y se espera que las importaciones aumenten en 6% para 2030. Asimismo, la región es una gran importadora de frutas y verduras frescas.

La región de América Latina y el Caribe11 comprende alrededor de 8.5% de la población mundial y para 2030 agregará otros 58 millones de personas. La región se ha urbanizado con rapidez y se espera que, en 2030, 84% de la población resida en entornos urbanos. Lo anterior la convierte en la más urbanizada de las regiones en desarrollo. Esta veloz urbanización implica que la mayor parte de los pobladores pobres de la región habitan en ubicaciones urbanas, pero la incidencia de la pobreza en las zonas rurales sigue siendo persistentemente alta. Las estructuras de las explotaciones agrícolas de la región son sumamente diversas: grandes explotaciones comerciales y orientadas a la exportación dominan la actividad agrícola en el Cono Sur, en especial en Argentina y Brasil, pero también hay cerca de 15 millones de pequeños productores y explotaciones agrícolas familiares a cargo de gran parte de la producción de alimentos de la región.

Incluso antes de la pandemia de COVID-19, la región fue afectada por una considerable incertidumbre económica, la cual se incrementó en 2020. Sobre una base per cápita, los ingresos aumentaron solo 0.2% durante la década pasada. Los tipos de cambio, particularmente en Argentina, fueron excepcionalmente volátiles, en muchos casos en torno a una tendencia de rápida depreciación en términos nominales. La región resultó especialmente afectada por la pandemia y en 2020 el PIB per cápita disminuyó 8.4%. Al igual que en muchas otras regiones en desarrollo, los tipos de cambio se depreciaron con fuerza. En países como Argentina, cuya economía ya afrontaba retos estructurales antes de la pandemia, la contracción de los ingresos fue aún más aguda. Después de notables progresos iniciales en la disminución de la prevalencia de subalimentación en la región, esta había empezado a incrementarse de nuevo a partir de 2015. El efecto combinado de la recesión económica, el deterioro de las condiciones financieras y las perturbaciones en la cadena de valor podrían haber acelerado esta tendencia, empujando a 16 millones de personas más a la pobreza extrema en 2020 y, por tanto, exacerbando la inseguridad alimentaria. El aumento interanual de la prevalencia de una inseguridad alimentaria moderada a grave en la región de América Latina y el Caribe en 2020 fue mayor que el de cualquier otra región. Se espera que, partiendo de una base considerablemente mermada, el PIB per cápita de la región se recupere en 1.5% anual promedio durante esta década. Esto propiciará que los niveles promedio de ingreso se eleven a USD 10 100 per cápita para 2030, 22% por debajo del promedio mundial. Se estima que la participación promedio de los alimentos en el gasto de los hogares esté cerca de 13% en el periodo 2018-2020, lo cual implica que la inestabilidad a nivel macro y los precios de los alimentos pueden ejercer un efecto considerable en el acceso a los alimentos en la región.12

Abundante en tierras y agua, la región representa 13% del valor de la producción mundial de productos básicos agrícolas y pesqueros, y 17% del valor neto de exportación de dichos productos. Se espera que esta participación aumente durante los próximos 10 años, lo cual destaca cuán importante es para la región la apertura comercial a nivel mundial. La demanda de exportaciones será la fuente decisiva de crecimiento para el sector a mediano plazo.

Pese a la relevancia de las exportaciones, los sectores agrícolas y pesqueros primarios representan alrededor de 5% del PIB. Dicho porcentaje podría elevarse a corto plazo, tomando en cuenta la mayor resiliencia del sector agrícola a la imposición de restricciones económicas derivadas de la pandemia y el rol ampliado de sus exportaciones agrícolas en momentos en que varios países externos a la región restringieron sus exportaciones para garantizar el suministro interno. En lo que respecta a otras regiones, se anticipa que esta participación bajará marginalmente en la región de América Latina y el Caribe a mediano plazo.

Se prevé que la producción agrícola y pesquera de la región de América Latina y el Caribe aumentará 14% durante los próximos 10 años. Poco menos de 60% de este crecimiento se atribuye a la producción de cultivos y alrededor de 37%, a la expansión del sector ganadero. Solo 3% se deriva del desarrollo de la producción pesquera.

Aunque la región tiene tierras abundantes, la intensificación será importante para incrementar la producción de cultivos. Se prevé que el uso de la tierra para cultivos se incrementará 3%, en tanto que la superficie de cultivo cosechada crecerá 5%, motivado por la creciente prevalencia de cultivos dobles. De este crecimiento de 7.7 Mha de superficie cosechada para 2030, casi 53% y 23% se atribuyen al cultivo adicional de soya y de maíz, respectivamente. La región seguirá siendo la mayor productora de soya y su participación en la producción mundial rebasará 54% en 2030, es decir, un incremento pequeño en comparación con el periodo base. Se espera que los rendimientos promedio aumenten durante los próximos 10 años en cerca de 10% para la mayoría de los principales productos básicos y representarán un porcentaje considerable del crecimiento de la producción.

El crecimiento de la producción ganadera se beneficiará de los aumentos de la productividad y de una mayor intensificación, con un mayor uso de cereales para forraje en la producción. La producción de carne de aves de corral representará casi 70% del crecimiento de la producción de carne para 2030, en tanto que la producción de carne de bovino y de cerdo constituirá 17% y 4%, respectivamente. Pese a los incrementos a corto plazo registrados en los primeros años de las perspectivas, los precios de los cereales para forraje serán favorables a mediano plazo y sustentarán la expansión de la producción de carne de aves de corral y de cerdo, ambas dependientes del uso intensivo de forraje en sus sistemas de producción. La expansión de la carne de bovino se derivará en esencia de incrementos de la productividad y mayores pesos en canal, en tanto que los números de los rebaños se mantendrán casi sin cambio hasta 2030.

La producción pesquera se recuperará de una contracción sufrida durante los últimos 10 años para registrar un crecimiento de 5% para 2030. El crecimiento de la producción se atribuye casi exclusivamente al desarrollo de la acuicultura en varios países de la región. Se espera que la pesca de captura sea volátil durante el periodo de proyección, debido a los efectos de El Niño, que tienden a afectar a los peces (principalmente la anchoveta) utilizados para la producción de harina y aceite de pescado.

Se prevé que las emisiones de GEI se incrementarán marginalmente (0.1% anual) durante esta década. La mayor parte de dicho aumento se deriva de la producción de cultivos, donde las emisiones se incrementarán 4.4% durante el periodo de 10 años. Las emisiones de fuentes de origen animal se mantendrán bastante estables.

Tras una disminución en 2020 y 2021 debida a las repercusiones de la pandemia en el poder adquisitivo, se prevé que la ingesta de calorías per cápita se elevará a mediano plazo hasta alcanzar 3 074 kcal/día para 2030, un aumento de 50 kcal/día en comparación con el periodo base 2018-2020. Casi 57% de dicho incremento se atribuye a los productos vegetales, principalmente cereales y aceite vegetal. El consumo de azúcar disminuirá, en consonancia con la tendencia a largo plazo a reducir la ingesta de azúcar en la región. A pesar de esta disminución, América Latina y el Caribe seguirán conformando la región que más azúcar consume en el mundo sobre una base per cápita. Se han impuesto iniciativas como leyes para mejorar el etiquetado en toda la región, con miras a resolver la creciente prevalencia de sobrepeso y obesidad.

Se espera que la ingesta de proteínas per cápita se eleve 89 g/día para 2030, un incremento de 2.6 g/día durante el periodo. Los productos de origen animal aportarán la mayor parte del aumento de casi 56% y el creciente consumo de productos lácteos será el factor que más contribuya al incremento. Considerando su perfil de ingresos medios, el consumo de carne de la región ya es alto (casi 61 kg/año), casi el doble del nivel mundial promedio. Sin embargo, se prevé que el consumo per cápita de carne se incrementará solo 3.8% durante el periodo de proyección, a medida que los consumidores aumenten su ingesta de proteínas de otras fuentes. El consumo de pescado aumentará solo 0.2 kg/cápita, apenas la mitad del crecimiento observado durante la década pasada.

Se espera que la intensificación creciente del sector ganadero impulse un incremento de 18% en el uso para forraje durante el periodo. En su mayor parte, el incremento provendrá del maíz, cuyo uso para forraje aumentará 21%, pero también se espera que la harina proteica aumente 18%. Por consiguiente, el maíz y la harina proteica conformarán, entre las dos, más de 85% del uso adicional para forraje.

Se espera que la participación de la producción de caña de azúcar dirigida a la producción de etanol disminuya ligeramente para 2030, lo que entraña la reversión de la tendencia observada durante la década pasada, debido a la desaceleración del crecimiento de la demanda mundial. Sin embargo, aún se espera que la producción de etanol de la región se incremente 4% para 2030 en relación con el periodo base, para aportar 26% del crecimiento mundial de la producción. Brasil, con su programa Renovabio, es el mayor productor de etanol de la región y seguirá haciendo una aportación importante al mercado mundial. La evolución de los sectores de energía y transporte a nivel mundial seguirá representando una gran incertidumbre afrontada por el sector de biocombustibles de la región.

El comercio es clave para el éxito de los sectores agrícola y pesquero de la región, lo cual reduce su vulnerabilidad a las perturbaciones exógenas y a los riesgos económicos en la región. La participación de la producción que se comercializa en el mercado mundial también se incrementó constantemente en el pasado. Durante esta década, se prevé que el valor neto de las exportaciones de la región aumentará 31%, apenas poco más de la mitad de la tasa alcanzada durante los últimos 10 años. La cifra refleja una importante desaceleración del crecimiento de las exportaciones tanto de Brasil como de Argentina, que son los mayores exportadores de la región. Puesto que las exportaciones de frutas y verduras de países como Costa Rica y Ecuador se mantienen fuertes, se espera que la participación del valor neto de exportación en la región de América Latina y el Caribe en el valor de la producción agrícola y pesquera alcance 50% para 2030.

La expansión de la región en suministros le permitirá mantenerse como un importante exportador mundial de maíz, soya, carne de vacuno, carne de aves de corral, harina de pescado, aceite de pescado, azúcar y etanol. Con excepción del maíz, que disminuye, y de la soya, que se estabiliza, la región aumentará su participación en el mercado mundial en todos los productos básicos antes mencionados. Se espera que en 2030 represente 63% de las exportaciones mundiales de soya, 56% de las exportaciones mundiales de azúcar, 44% de las exportaciones mundiales de harina de pescado, 42% de las exportaciones mundiales de carne de vacuno y 33% de las exportaciones mundiales de carne de aves de corral y de aceite de pescado.

El grado de apertura mundial al comercio tendrá consecuencias relevantes para el sector. Los acuerdos comerciales, y en particular las relaciones comerciales entre China y Estados Unidos, serán los que más impacto causen en el perfil comercial de la región. La firma del Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y el Mercado Común del Sur (Mercosur) podría ampliar las oportunidades comerciales y así apoyar un mayor crecimiento de los sectores agrícola y pesquero de la región. Si bien los beneficios para la región de un mercado mundial orientado al comercio son claros, la mejora en la integración y la expansión del comercio dentro de la propia la región diversificarán las oportunidades de mercado y, por tanto, impulsarán la resiliencia de los sectores.

Referencias bibliográficas

[5] De Vet, J. et al. (2021), Impacts of the COVID-19 pandemic on EU industries, https://www.europarl.europa.eu/RegData/etudes/STUD/2021/662903/IPOL_STU(2021)662903_EN.pdf.

[6] FAO (2020), “Repercusiones de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) en la alimentación y la agricultura en Europa y Asia Central y la respuesta de la FAO”, Conferencia Regional de la FAO para Europa http://www.fao.org/3/ne001es/ne001es.pdf

[2] Kelly, M. (2016), “The Nutrition Transition in Developing Asia: Dietary Change, Drivers and Health Impacts”, Drivers and Health Impacts. En: Jackson P., Spiess W., Sultana F. (eds) Eating, Drinking: Surviving. SpringerBriefs in Global Understanding. Springer, Cham, pp. 83-90, https://doi.org/10.1007/978-3-319-42468-2_9.

[1] Law, C., I. Fraser y M. Piracha (2020), “Nutrition Transition and Changing Food Preferences in India”, Journal of Agricultural Economics, Vol. 71/1, pp. 118-143, https://doi.org/10.1111/1477-9552.12322.

[4] Njiwa, D. y K. Marwusi (2020), Improving the Functioning of Regional Food Supply Chains and Trade amidst the COVID-19 pandemic in East and Southern Africa, https://agra.org/wp-content/uploads/2020/08/Improving-Functioning-of-Regional-Food-Supply-Chains.pdf.

[7] OCDE (2020), “Supporting livelihoods during the COVID-19 crisis: closing the gaps in safety nets”, OECD Policy Responses to Coronavirus (COVID-19), https://www.oecd.org/coronavirus/policy-responses/supporting-livelihoods-during-the-covid-19-crisis-closing-the-gaps-in-safety-nets-17cbb92d/.

[3] Reardon, T. et al. (2014), Urbanization, Diet Change, and Transformation of Food Supply Chains in Asia, Michigan State University, http://www.fao.org/fileadmin/templates/ags/docs/MUFN/DOCUMENTS/MUS_Reardon_2014.pdf.

[9] Tarasuk, V. y A. Mitchell (2020), Household food insecurity in Canada, 2017-18, Toronto: Research to identify policy options to reduce food insecurity (PROOF), https://proof.utoronto.ca/wp-content/uploads/2020/03/Household-Food-Insecurity-in-Canada-2017-2018-Full-Reportpdf.pdf.

[8] USDA (2020), “Interactive Charts and Highlights”, Food security in the U.S., https://www.ers.usda.gov/topics/food-nutrition-assistance/food-security-in-the-us/interactive-charts-and-highlights/.

Notas

← 1. Sudeste asiático: Indonesia, Malasia, Filipinas, Tailandia y Viet Nam. Otros: Pakistán, Oceanía y otros en desarrollo de Asia. Menos Adelantados: Asia Menos Adelantados. Desarrollados: Australia, Japón, Nueva Zelandia, Corea. Acerca de las regiones mencionadas, véase en el Cuadro condensado la agrupación regional de países.

← 2. La fuente es la base de datos del Proyecto de análisis del comercio mundial (GTAP) 2011, interpolada por la OCDE y la FAO para 2017-2019 utilizando los datos sobre gastos en alimentos y los datos del PIB presentados en estas Perspectivas.

← 3. La proporción de dependencia en la vejez se calcula dividiendo la población de 65 años de edad en adelante entre la población de 15 a 64 años.

← 4. Acerca de las regiones mencionadas, véase en el Cuadro condensado la agrupación regional de países.

← 5. En el informe OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas 2016-2025 se presenta información regional más detallada.

← 6. La fuente es la base de datos del Proyecto de análisis del comercio mundial (GTAP) 2011, interpolada por la OCDE y la FAO para 2018-2020 utilizando los datos sobre gastos en alimentos y los datos del PIB presentados en estas Perspectivas.

← 7. Oriente Medio: Arabia Saudita y Otros Asia Occidental. Menos Adelantados: África Menos Adelantados. África del Norte: Otros África del Norte. Acerca de las regiones mencionadas, véase en el Cuadro condensado la agrupación regional de países.

← 8. La fuente es la base de datos del Proyecto de análisis del comercio mundial (GTAP) 2011, interpolada por la OCDE y la FAO para 2018-2020 utilizando los datos sobre gastos en alimentos y los datos del PIB presentados en estas Perspectivas.

← 9. Acerca de las regiones mencionadas, véase en el Cuadro condensado la agrupación regional de países.

← 10. La fuente es la base de datos del Proyecto de análisis del comercio mundial (GTAP) 2011, interpolada por la OCDE y la FAO para 2018-2020 utilizando los datos sobre gastos y los datos del PIB presentados en estas Perspectivas.

← 11. Otros ALC: Chile, Colombia, Paraguay, Perú y América del Sur y América Central y el Caribe. Acerca de las regiones mencionadas, véase en el Cuadro condensado la agrupación regional de países.

← 12. La fuente es la base de datos del Proyecto de análisis del comercio mundial (GTAP) 2011, interpolada por la OCDE y la FAO para 2018-2020 utilizando los datos sobre gastos en alimentos y los datos del PIB presentados en estas Perspectivas.

Metadata, Legal and Rights

Tanto este documento, así como cualquier dato y cualquier mapa que se incluya en él, se entenderán sin perjuicio respecto al estatus o la soberanía de cualquier territorio, a la delimitación de fronteras y límites internacionales, ni al nombre de cualquier territorio, ciudad o área. Los fragmentos extraídos de las publicaciones pueden estar sujetos a descargos de responsabilidad adicional recogidos en la versión completa de la publicación que se encuentra disponible en el enlace suministrado.

© OCDE/FAO 2021

El uso del contenido del presente trabajo, tanto en formato digital como impreso, se rige por los términos y condiciones que se encuentran disponibles en: http://www.oecd.org/termsandconditions.