6. Carne

Los precios internacionales de la carne bajaron en 2020 debido al efecto de la pandemia de COVID-19. Los obstáculos logísticos y la disminución del gasto en servicio de alimentos y de los hogares redujeron temporalmente la demanda de importaciones de algunos de los principales países importadores. Las perturbaciones del mercado relacionadas con la pandemia redujeron los ingresos en los países importadores netos de carne y de bajos ingresos, erosionaron en gran medida el poder de compra de los hogares y obligaron a los consumidores a sustituir la ingesta de productos cárnicos con alternativas más baratas. La caída de los precios internacionales de la carne hubiera sido mayor si la República Popular China (en adelante, China) no hubiera incrementado fuertemente su demanda de importaciones debido al brote de peste porcina africana (PPA), que sigue limitando la producción local. Los costos del forraje, significativamente más altos, dificultaron aún más la rentabilidad del sector de la carne al principio del periodo de las perspectivas.

En la edición de este año de las OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas se prevé que la oferta mundial de carne se incrementará durante el periodo de proyección, para sumar 374 millones de toneladas (Mt) para 2030. La expansión de rebaños, en especial en América y en China, combinada con un incremento de la productividad por animal (peso promedio en canal, mejoras en la reproducción y mejores fórmulas de alimentación), apuntalará el mercado de la carne. Se prevé que China representará la mayor parte del incremento total de la producción, seguida por Brasil y Estados Unidos de América (en adelante, Estados Unidos). El incremento de la producción mundial de carne se debe sobre todo al crecimiento de la producción avícola. El aumento de la de cerdo seguirá estando limitado en los primeros tres años de las Perspectivas debido a la lenta recuperación de los brotes de PPA en China, Filipinas y Viet Nam. Se supone que el proceso de recuperación terminará en 2023, en especial en China, apoyado por el rápido desarrollo de instalaciones de producción a gran escala que pueden garantizar la bioseguridad.

Se prevé que el crecimiento del consumo mundial de proteínas cárnicas durante esta década aumentará 14% hacia 2030, en comparación con el promedio del periodo base de 2018-2020, impulsado en gran medida por el aumento de los ingresos y el crecimiento demográfico. Se prevé que la disponibilidad de proteínas de la carne de vacuno, de cerdo, de aves de corral y de ovino crecerá 5.9%, 13.1%, 17.8% y 15.7%, respectivamente, para 2030 (Figura 6.1). Sin embargo, en los países de ingresos altos, los cambios en las preferencias de los consumidores, el envejecimiento y el lento crecimiento demográfico ocasionarán una estabilización en el consumo per cápita de carne y un avance hacia el consumo de cortes de carne de mayor valor.

El consumo de carne ha ido cambiando hacia la de aves de corral. En los países en desarrollo de ingresos más bajos esto refleja el precio menor de la carne de aves de corral en comparación con otras carnes, en tanto que en los países de ingresos altos indica la mayor preferencia de carnes blancas, que son más fáciles de preparar y se perciben como una opción alimentaria más saludable. A nivel mundial, se espera que la carne de aves de corral represente 41% de toda la proteína proveniente de fuentes cárnicas en 2030, un incremento de 2 puntos porcentuales en comparación con el periodo base. Las proporciones mundiales de otros productos cárnicos son menores: carne de vacuno: 20%; de cerdo: 34%; y de ovino: 5%. Se prevé que el consumo per cápita de carne en China regresará a su tendencia a largo plazo en 2023, a medida que disminuyan los efectos de la PPA en los precios internos de la carne de cerdo. Por consiguiente, una tercera parte del incremento general en el consumo de carne durante el periodo de proyección se atribuye a la carne de cerdo. China representará 70% del incremento en el consumo de carne de cerdo del periodo de referencia hasta 2030. En vista de estos factores, se prevé que el consumo mundial de carne per cápita se incrementará 0.3% anual, para sumar 35.4 kg en equivalente en peso al menudeo (r.w.e.) para 2030. Más de la mitad de este aumento se verá motivado por el mayor consumo per cápita de carne de aves de corral.

El comercio internacional de la carne se incrementará en respuesta a la creciente demanda de los países de Asia y el Cercano Oriente, donde la producción seguirá siendo en gran medida insuficiente para cubrir la demanda de dicho producto. La demanda de importaciones en varios países asiáticos de ingresos medios y altos creció de manera constante en los últimos años motivada por el cambio observado hacia dietas que incluyen mayores cantidades de productos de origen animal. Los acuerdos comerciales internacionales cuentan ya con disposiciones específicas para los productos cárnicos que mejorarán el acceso al mercado y generarán oportunidades para la actividad comercial.

En estas Perspectivas se prevé que los precios nominales de la carne de vacuno, de cerdo y de aves de corral se recuperarán en 2021, a medida que la demanda en los países de ingresos altos se recupere de la pandemia de COVID-19. Se prevén más incrementos de los precios nominales, aunque moderados, hasta 2025, pues se supone que los ingresos y los gastos del consumidor se recuperarán en otros países, en especial en aquellos de ingresos medios cuya demanda de carne depende del ingreso obtenido. Durante los primeros años del periodo de proyección, las restricciones de la oferta en varios países asiáticos, sobre todo China, inducirán un aumento en la demanda de importaciones y un incremento de los precios. Esto atañe en particular al sector de la carne de cerdo, cuyas pérdidas relacionadas con la PPA redujeron la producción en Asia.

Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a partir de la producción de carne equivalieron a cerca de 54% del total de emisiones de la agricultura durante el periodo base 2018-2020 (base de CO2eq). El aumento de las emisiones provenientes del sector de la carne de 5% para 2030 es mucho menor que el incremento registrado en la producción de carne, motivado primordialmente por la mayor contribución de la producción avícola y por el incremento previsto de la producción de carne a partir de una determinada población de animales. La adopción de nuevas tecnologías para reducir las emisiones de metano, por ejemplo los suplementos de forraje que no están todavía muy extendidos, podrían también reducir las futuras emisiones por unidad.

Los brotes de enfermedades de los animales, las restricciones sanitarias y las políticas comerciales afectarán a la evolución y la dinámica de los mercados mundiales de la carne. La eficacia de las acciones globales para prevenir y controlar la propagación de la PPA influirá significativamente en el crecimiento de la cantidad de carne comercializada a nivel internacional. Sigue siendo incierto cuánto aumentará la demanda mundial de importaciones para cubrir los déficits de carne debidos a la PPA en los países afectados. Se espera que esto agregue volatilidad a los precios en la primera parte del periodo de proyección. Las modalidades de los acuerdos comerciales vigentes o futuros (por ejemplo, el Acuerdo sobre la Zona de Libre Comercio Continental Africana [AfCFTA] o el Partenariado Económico Comprehensivo Regional [RCEP]) tendrán influencia en el tamaño de los flujos comerciales y los patrones de comercio de la carne durante el periodo de las perspectivas, tanto a nivel mundial como bilateral.

Las proyecciones suponen que el efecto económico de la pandemia de COVID-19 no durará mucho y que afectará al sector de la carne principalmente por los efectos en los ingresos, que reducen la demanda de productos cárnicos de mayor valor. Prevalecen aún algunas incertidumbres sobre la trayectoria de recuperación del sector de servicios alimentarios, que representa una parte importante del consumo de carne y, en particular, de las ventas de cortes caros, que no son del todo sustituidos por las ventas al menudeo. Dichas incertidumbres podrían también repercutir en la oferta y el procesamiento de la carne, a causa de que los protocolos sanitarios y las restricciones del desplazamiento de las personas provocaron que varias instalaciones de procesamiento de carne y mataderos redujeran su capacidad operativa.

Las proyecciones suponen que las preferencias de los consumidores evolucionarán siguiendo patrones históricos y que los ingresos y los precios determinarán las dietas. Sin embargo, otros factores que podrían tener influencia en las perspectivas de la carne a mediano plazo incluyen los cambios en las preferencias y las actitudes de los consumidores hacia un consumo menor de proteína cárnica a un ritmo más acelerado que el observado en años precedentes. El surgimiento, aunque sea desde una base baja, de fuentes alternativas de proteína, como los sustitutos de la carne cultivados y vegetales, así como la automatización de los sectores de procesamiento, envasado (incluido el etiquetado) y distribución, de uso intensivo de mano de obra, influirán también en las proyecciones.

Los precios internacionales de la carne bajaron en 2020 debido al efecto de la pandemia de COVID-19, que redujo temporalmente la demanda de carne por parte de algunos de los principales países consumidores e importadores. Los obstáculos logísticos, la reducción de los servicios alimentarios y la disminución del gasto de los hogares provocada por la bajada de los ingresos fueron factores que contribuyeron a esta reducción en la demanda. La caída de los precios internacionales de la carne hubiera sido mayor de no ser por el pronunciado aumento de las importaciones de carne por parte de China, donde la PPA sigue limitando la producción local.

La producción mundial de carne permaneció estable en 2020, con un estimado de 328 Mt, pues los incrementos de la producción de carnes de aves de corral y de ovino compensaron la disminución de la producción de carnes de cerdo y de bovino. Se estima que la producción total de carne de aves de corral fue de 134 Mt, cifra 1.2% mayor que la de 2019, apuntalada por el fuerte aumento de la demanda en China.

El actual brote de PPA fue el causante principal de la reducción de la producción de carne de cerdo en Asia Oriental, particularmente en China. La producción de carne de bovino también bajó en algunos de los principales países productores, debido a la limitada disponibilidad de animales para sacrificio (en Australia, Nueva Zelandia y la Unión Europea) y a regulaciones relacionadas con el bienestar de los animales, así como a la compra y el transporte de animales por parte del sector de procesamiento (India).

Se espera que las importaciones mundiales de carne en 2020 hayan sumado 36.3 Mt, con un crecimiento interanual de 6.3%, encabezado sobre todo por China e inducidas por la PPA; excluida China, las importaciones mundiales de carne bajaron 1.4 Mt, o 4.3%. Los mayores exportadores —Brasil, Canadá, la Unión Europea, la Federación de Rusia (en adelante, Rusia) y Estados Unidos— abastecieron gran parte de la creciente demanda de importaciones de carne.

Se anticipa que los precios de la carne se recuperarán de los bajos niveles inducidos por la pandemia de COVID-19 en 2020 y que se elevarán moderadamente a mediano plazo, a medida que la demanda se reponga y se transfieran los altos costos del forraje; sin embargo, se espera que permanezcan muy por debajo de sus picos de 10 años atrás (Figura 6.2). Se espera que el aumento previsto de los precios nominales de la carne aplique a todas ellas, aunque cada subsector tiene diferentes dinámicas a causa de sus respectivas respuestas biológicas a perturbaciones recientes en el lado de la oferta. No obstante, se prevé que el coeficiente de precios nominales de la carne-precios del forraje descenderá, aunque a un ritmo más lento en comparación con los últimos años (Figura 6.3). La tendencia a la baja de este coeficiente refleja los aumentos continuos de la productividad del forraje dentro del sector, por lo que se requiere menos forraje para producir una unidad de producción de carne. Sin embargo, el aumento de los costos del forraje obstaculiza aún más la rentabilidad de la producción de carne al principio del periodo de proyección.

Se prevé que los precios de todas las carnes bajarán de los niveles del periodo base de 2018-2020 y volverán a las tendencias reales a largo plazo, pues los costos de la producción de carne bajarán en términos reales. La excepción es la carne de ovino, cuyos precios han mostrado una tendencia ascendente, ya que las exportaciones provenientes de Nueva Zelandia se limitaron por los mayores costos de oportunidad de tierra de pastoreo inducidos por el aumento de los precios reales de los productos lácteos a largo plazo. El precio de referencia de la carne de cerdo en los mercados del Pacífico con una fuerte actividad comercial (representados por el precio base nacional de Estados Unidos) se incrementará a principios del periodo de proyección para cubrir la fuerte demanda, en especial de China, pero se contendrá por el incremento de los suministros de exportación provenientes de Brasil, la Unión Europea y Estados Unidos. Se espera que los precios de la carne de aves de corral (representados por los precios de exportación de carne fresca, enfriada o congelada de Brasil) sigan de cerca a los precios de los cereales, a causa de la alta participación de los costos del forraje en su producción y la rápida respuesta de la producción a la creciente demanda mundial. Se prevé que los precios de la carne de vacuno (representados por los precios del novillo selecto de Estados Unidos) se incrementarán desde los niveles cíclicamente menores del periodo base, pero permanecerán restringidos a medida que los niveles de existencias e inventarios de rebaños aumenten en los países exportadores clave, como Argentina, Australia y Estados Unidos.

Se prevé que la producción mundial de carne aumentará casi 44 Mt para 2030 y llegará a 373 Mt sobre la base de una mayor rentabilidad, en especial en los primeros años del periodo de las perspectivas, a medida que los precios de la carne se recuperen después de la pandemia de COVID-19 (Figura 6.3). En general, la mayor parte del crecimiento de la producción de carne tendrá lugar en las regiones en desarrollo, que representará 84% de la producción adicional. La participación de mercado de las regiones de Asia y el Pacífico volverá a 41%, después de su caída durante la crisis de la PPA, principalmente debido a los acontecimientos en China, que es el mayor productor de carne del mundo. La participación en la producción de los cinco principales productores de carne a nivel global —China, Estados Unidos, la Unión Europea, Brasil y Rusia— tenderá a bajar paulatinamente de su nivel actual, lo cual ilustra una base emergente más amplia para la producción mundial. En el ámbito mundial, las bajas tasas reales de interés facilitarán la expansión ganadera y el aumento del tamaño y consolidación de las unidades de producción hacia un sistema de producción más integrado, en especial en los países emergentes en desarrollo (Figura 6.4).

La carne de aves de corral se mantendrá como el principal impulsor del crecimiento de la producción de carne, aunque crecerá a una tasa más lenta en el periodo de proyección en relación con la década pasada. Los coeficientes carne-forraje favorables en comparación con otros rumiantes, junto con su corto ciclo de producción, permiten a los productores responder con rapidez a las señales del mercado, a la vez que facilitan mejoras rápidas en la genética, la salud animal y las prácticas de alimentación. La producción se incrementará rápidamente a partir de los aumentos sostenidos de la productividad en China, Brasil y Estados Unidos, así como de inversiones hechas en la Unión Europea (motivadas por los menores costos de producción en Hungría, Polonia y Rumania). Se prevé una rápida expansión en Asia, ya que el alejamiento de la carne de cerdo a corto plazo beneficiará a la carne de aves de corral a mediano plazo.

Se prevé que la producción de carne de cerdo aumentará a 127 Mt hacia 2030, 13% por encima del nivel base reducido por la PPA de 2018-20201, y se beneficiará de los coeficientes carne-forraje más favorables en comparación con la producción de carne de vacuno. El brote de PPA en toda Asia, que empezó a finales de 2018, seguirá afectando a numerosos países en los primeros años del periodo de las perspectivas, y China, Filipinas y Viet Nam sufrirán las mayores repercusiones. Se prevé que los brotes de PPA mantendrán la producción mundial de carne de cerdo por debajo de los niveles pico previos hasta 2023, después de lo cual se espera que se incrementen de manera constante durante el resto del periodo de las perspectivas. En estas Perspectivas se supone que la producción de carne de cerdo en China y Viet Nam empezará a incrementarse en 2021 y alcanzará los niveles de 2017 hacia 2023. La mayor parte del aumento de la producción de carne de cerdo en las regiones afectadas por la PPA será el resultado del cambio de las instalaciones de producción casera a instalaciones de producción comerciales. Se prevé que la producción de carne de cerdo en la Unión Europea disminuirá ligeramente, ya que se espera que las preocupaciones ambientales y públicas limiten su expansión. Rusia, el cuarto mayor productor de carne de cerdo, casi duplicó su producción en la última década como consecuencia de las prohibiciones de importaciones y las políticas internas dirigidas a reestructurar y estimular la producción. Se prevé que la producción aumentará 10% más para 2030.

La producción de carne de vacuno aumentará a 75 Mt para 2030, cifra justo 5.8% mayor que la del periodo base. El lento crecimiento se atribuye a la escasa demanda de este tipo de carne, a medida que los consumidores cambian sus preferencias a la carne de aves de corral. Se prevé que África subsahariana tendrá la mayor tasa de crecimiento (15%), debido al alto incremento demográfico. En las principales regiones productoras y exportadoras, el aumento se verá más moderado. En América del Norte, la mayor región productora, se prevé que la producción de carne de vacuno crecerá 6% para 2030. Se prevé que la producción en Europa bajará 5%, a medida que los inventarios de vacas lecheras, responsables de cerca de dos terceras partes del suministro de carne de vacuno, bajen después de los aumentos de la productividad en el sector lechero. Otro factor que limita el potencial de crecimiento de este sector en la Unión Europea es la reducción en el número de vacas nodrizas debido a su baja rentabilidad, lo cual intensifica la competencia en los mercados de exportación y disminuye la demanda interna. En Australia, la oferta de carne de vacuno se mantendrá ajustada, pues la producción de pastos por encima del promedio alentó a los productores a incrementar sus inventarios de rebaños, lo que marca un gran cambio respecto a las condiciones de sequía que prevalecieron en los últimos años. Se espera que después haya una recuperación paulatina de la producción, aunque se prevé que la reconstrucción de los rebaños se prolongará varios años. En India, se prevé que la producción de carne de vacuno se reducirá 33% para 2030 debido a las reformas en las regulaciones sobre el transporte y la recogida de animales que afectan al bienestar de estos, y que se supone permanecerán vigentes durante todo el periodo de las perspectivas. En general, los productores de carne de vacuno tienen menos capacidad de incrementar el sacrificio a corto plazo, pero disponen de más flexibilidad para aumentar el peso en canal, lo que implica que en los primeros años de estas Perspectivas la producción de carne de vacuno se verá motivada por el aumento en la eficiencia más que por el mayor número de animales sacrificados, salvo que se presenten sequías graves.

El crecimiento de la producción de carne de ovino se originará en su mayor parte en Asia, con China, la República Islámica del Pakistán e India a la cabeza, pero se prevé que la producción se incrementará en África, en particular en los países menos adelantados de África subsahariana. Pese a las limitaciones vinculadas con la urbanización, la desertificación y la disponibilidad de forraje en algunos países, las ovejas y las cabras están bien adaptadas a la región y a los sistemas de producción extensiva con que opera. En Oceanía, se espera que la producción se incremente moderadamente debido a la continua competencia por tierras de pastoreo por parte de los productores de carne de vacuno y de lácteos en Nueva Zelandia, que es el principal exportador, así como a la sequía extrema y prolongada en Australia, donde el número total de ovejas bajó de 72 a 63 millones de 2017 a 2020. Se espera que la producción de carne de ovino en la Unión Europea permanezca estable, motivada por el apoyo acoplado voluntario en los Estados miembros que lideran la producción de carne de ovino.

Las proyecciones suponen que las situaciones provocadas por la pandemia de COVID-19 y las enfermedades de los animales (PPA y gripe aviar altamente patógena) se normalizarán a corto plazo y que no se presentarán otros trastornos críticos que afecten a los mercados de cereales para forraje. Por consiguiente, la oferta de carne se incrementará para responder a la creciente demanda a mediano plazo, con una mayor intensificación de la producción y aumentos de la eficiencia. Si la situación evoluciona de manera distinta, será necesario modificar estas proyecciones en consecuencia.

Se estima que los seres humanos y los animales criados para servir como alimento constituyen 96% de todos los mamíferos de la tierra y que las aves de corral representan 70% de todas las aves vivas.2 Se prevé que las existencias de animales de cría para carne se incrementarán durante la década de acuerdo a los siguientes porcentajes: 11% de aves de corral; 9% de cerdos; 2% de ganado vacuno; y 18% de ganado ovino. Estas proyecciones implican coeficientes de producción por animal más altos, los cuales, aunque se desaceleran en comparación con la década previa, representan aumentos continuos en la productividad de las existencias de animales durante el periodo de 6%, 3%, 4% y 2%, respectivamente. Dichos cambios en los inventarios de los rebaños y los incrementos de la productividad se reflejan en las emisiones del sector de la carne, que se prevé aumentarán 5% para 2030. Este crecimiento es considerablemente menor que el de la producción de carne, debido, sobre todo, a los cambios hacia la producción avícola, las iniciativas nacionales de bajas emisiones de carbono y la mayor productividad, que ayuda a obtener una mayor producción de carne a partir de una determinada población de animales. Las nuevas tecnologías orientadas a reducir las emisiones de metano, que por el momento no están ampliamente disponibles, como los suplementos alimentarios y las algas marinas, podrían disminuir aún más las futuras emisiones por unidad. El crecimiento más fuerte de emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la carne se registrará en África (Figura 6.5). Un método renovado para reducir las emisiones de GEI podría incluir políticas públicas, como los impuestos al carbono y regulaciones específicas, combinadas con incentivos para adoptar tecnologías y sistemas de producción que reduzcan la huella de GEI del sector.

Los factores que determinan el consumo de carne son complejos. La demografía, la urbanización, los ingresos, los precios, la tradición, las creencias religiosas, las normas culturales y los intereses ambientales, éticos, de bienestar de los animales y de salud son factores clave que afectan no solo al nivel, sino también al tipo de consumo de carne. En varias décadas pasadas se registraron cambios considerables en el impacto de cada uno de estos factores a lo largo de una amplia gama de países y regiones. El crecimiento demográfico es claramente el principal impulsor del incremento del consumo, y el aumento mundial previsto de 11% sustentará un alza estimada de 14% en el consumo mundial de carne para 2030, en comparación con el periodo base de estas Perspectivas (Figura 6.6). Esta es la razón principal por la que se prevé que el consumo de carne crecerá 30% en África; 18% en Asia y el Pacífico; 12% en América Latina; 0.4% en Europa; y 9% en América del Norte.

El crecimiento económico es otro gran impulsor del consumo de carne. El aumento de los ingresos facilita la compra de carne, que por lo general es una fuente de calorías y proteínas más costosa. También se acompaña de otros cambios estructurales, como una mayor urbanización, una mayor distribución de la fuerza de trabajo y un mayor gasto en servicios alimentarios, los cuales contribuyen a aumentar la compra de carne. La respuesta en términos de consumo per cápita de carne a los incrementos en los ingresos es obviamente mayor en los niveles bajos de ingreso y menor en los altos, donde el consumo está en gran medida saturado y limitado por otros factores, como los intereses ambientales, éticos, de bienestar de los animales y de salud.

La evidencia empírica sobre el comportamiento de los consumidores indica que el incremento de los ingresos estimula un mayor consumo de alimentos de alto valor, como la proteína animal, en comparación con otros alimentos como los carbohidratos. En general, evidencias obtenidas desde 1990 indican que este cambio ha sido marginal (Figura 6.7). Los porcentajes de las proteínas de la carne en la disponibilidad total de proteína aumentaron algo en los países de ingresos medios altos, pero recientemente menos o nada en los países de ingresos medios bajos e ingresos bajos, cuando los incrementos en los ingresos no han sido lo suficientemente elevados para estimular un cambio en la dieta, o en los países de ingresos altos, donde la dieta se mantuvo sin cambios. No se anticipa un gran cambio en las tendencias durante la década. De hecho, es posible que el aumento de los ingresos en los países de ingresos medios bajos, y bajos en particular, induzca un mayor consumo de alimentos per cápita, pero no necesariamente una mayor proporción de carne en las dietas.

Una tendencia clara es el aumento del consumo de carne de aves de corral en casi todos los países y regiones (Figura 6.7). A los consumidores les atrae esta carne motivados por su precio más bajo, su consistencia y disponibilidad, y su mayor contenido proteico y bajo en grasa. Se prevé que el consumo de carne de aves de corral aumentará a nivel mundial a 152 Mt durante el periodo de proyección y representará 52% de la carne adicional consumida. Sobre una base per cápita, la fuerte tasa de crecimiento prevista en el consumo de aves de corral refleja su importante papel en las dietas nacionales de varios países en desarrollo populosos, como China e India.

Se prevé que el consumo mundial de carne de cerdo se incrementará a 127 Mt durante los próximos 10 años y representará 33% del incremento total del consumo de carne. Se espera que, sobre una base per cápita, este consumo se incremente ligeramente durante el periodo de las perspectivas, en tanto que en la mayoría de los países desarrollados disminuirá. Por ejemplo, en la Unión Europea se prevé que se reducirá a medida que los cambios en la composición de la población influyan en las dietas, favoreciendo a la carne de aves de corral en lugar de la carne de cerdo; la primera no solo es más económica, sino que es percibida como una opción alimentaria más saludable. En los países en desarrollo se espera que el consumo per cápita de carne de cerdo, que es la mitad respecto al consumo de los países desarrollados, se incremente ligeramente durante el periodo de proyección. Las tasas de crecimiento son sostenidas en la mayor parte de América Latina, donde el consumo per cápita de carne de cerdo se incrementó con rapidez, respaldado por los precios relativos favorables, que han posicionado este tipo de carne como una de las favorecidas, junto con la carne de aves de corral, para cubrir la creciente demanda de la clase media. Se prevé que varios países asiáticos, que por tradición consumen carne de cerdo, incrementarán su consumo per cápita una vez que mengüe el impacto de la PPA.

Por otra parte, se prevé que el consumo mundial per cápita de carne de vacuno, que ha disminuido desde 2007, se reducirá 5% más hacia 2030. Asia y el Pacífico es la única región en la que se prevé que el consumo per cápita de esta carne se incrementará durante el periodo de las perspectivas, aunque a partir de una base baja. Se prevé que en China, el segundo consumidor más grande en el mundo de carne de vacuno en términos absolutos, el consumo per cápita aumentará 8% más para 2030, después de haber subido 35% en la última década. Sin embargo, en la mayoría de los países con un alto consumo de carne de vacuno per cápita, este disminuirá, al optar por la carne de aves de corral. Por ejemplo, en el continente americano, que tiene uno de los mayores niveles de preferencia por la carne de vacuno en el mundo, el consumo per cápita bajará en Argentina (−7%), Brasil (−6%), Estados Unidos (−1%) y Canadá (−7%). También se espera que se reduzca de manera importante en Australia y Nueva Zelandia.

Se prevé que el consumo mundial de carne de ovino, un nicho de mercado en algunos países y considerado un componente premium de la dieta en muchos otros, se incrementará a 18 Mt durante el periodo de las perspectivas y representará 6% de la carne adicional consumida. El consumo mundial de carne de ovino, sobre una base per cápita, es comparable tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados. Se prevé que en muchos países del Cercano Oriente y África del Norte (NENA), que tradicionalmente consumen carne de ovino, el consumo per cápita seguirá su descenso a largo plazo, a medida que se incremente el de la carne de aves de corral. El crecimiento de la demanda en esta región está ligado al mercado del petróleo, que influye considerablemente en el ingreso disponible de la clase media y en los patrones de gasto gubernamental.

Se prevé que las exportaciones mundiales de carne serán 8% mayores en 2030 respecto al periodo base y sumarán 40 Mt. Esta podría parecer una considerable desaceleración del crecimiento del comercio de carne en comparación con el de la década previa, pero en gran medida es resultado del alto nivel de comercio de carne de cerdo durante la crisis de la PPA en Asia, en especial en China. Para 2030, la proporción de la producción de carne comercializada permanecerá estable, en alrededor de 11%.

Las importaciones que aumentarán durante esta década constarán sobre todo de carne de aves de corral, que será la que más aporte, y de vacuno. En conjunto, se prevé que estos dos tipos de carne representarán la mayor parte de las importaciones adicionales en Asia y África, donde el crecimiento del consumo superará a la expansión de la producción interna.

Las exportaciones de carne están concentradas y se prevé que la participación combinada de los tres países mayores exportadores —Brasil, la Unión Europea y Estados Unidos— permanecerá estable y representará alrededor de 60% de las exportaciones mundiales durante el periodo de las perspectivas. En América Latina, se espera que los países exportadores tradicionales retengan una alta participación del comercio mundial de carne, al beneficiarse de la depreciación de su moneda y del superávit en la producción de cereales para forraje. Brasil, que es el más grande exportador de carne de aves de corral, se convertirá en el mayor exportador de carne de vacuno, con una participación de mercado de 22%. Las exportaciones de carne de vacuno de India se desplomarán 53% para llegar a 0.6 Mt hacia 2030, a causa de las reformas gubernamentales respecto del bienestar de los animales, que se supone estarán vigentes durante el periodo de las perspectivas; las exportaciones bajaron 14% en 2020 y se espera que bajen 26% más en 2021 (Figura 6.9). El valor del comercio de carne está dominado por la carne de vacuno, pero, en términos de cantidad, lo está cada vez más por la carne de aves de corral.

Se espera que la demanda de importaciones aumente con mayor rapidez en términos de volumen en África, 1.4 Mt o 48% respecto del periodo base. A la región asiática corresponderá 52% del comercio mundial para 2030. Los mayores incrementos tendrán lugar en Filipinas y en Viet Nam, en este último de carne de aves de corral. Si bien las importaciones de carne por parte de China seguirán altas al principio del periodo de proyección, se prevé una disminución gradual en la segunda mitad, a medida que la producción de carne de cerdo se recupere del brote de la PPA. Se espera que el aumento de la demanda de carne de cerdo en China rinda grandes beneficios para Brasil, Canadá, la Unión Europea y Estados Unidos. En Rusia, los efectos a largo plazo de la prohibición de importaciones de carne de 2014 extendida de forma rutinaria, que según los supuestos de estas Perspectivas se extenderá hasta fines de 2021, estimularon la producción interna, y se espera que los niveles de importación sigan bajando durante el periodo de proyección.

Las exportaciones de carne de ovino de Australia y Nueva Zelandia se beneficiaron de la debilidad del dólar neozelandés y del australiano en relación con el estadounidense, así como de la fuerte demanda mundial. Se prevé que los embarques a China permanecerán en un nivel alto, ya que se espera un incremento significativo de la demanda china de carne de ovino mientras dure el brote de PPA. Esto contrasta con la menor demanda por parte del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y de Europa continental en la primera mitad del periodo de las perspectivas. Se espera que las importaciones de la región NENA se incrementen. Por consiguiente, Australia seguiría elevando su producción de carne de cordero a expensas de la de carnero. En Nueva Zelandia, se prevé que el crecimiento de las exportaciones será marginal, pues el uso de la tierra cambió de la cría de ovejas a la producción de lácteos.

Varios supuestos impulsan los resultados del análisis de las perspectivas de mediano a largo plazo para los mercados de la carne. El primero se relaciona con el efecto de las enfermedades, humanas y de los animales, sobre los mercados de la carne. Obviamente, la pandemia de COVID-19 afectó los mercados de la carne en 2020 y tendrá implicaciones a mediano plazo, ya que se espera que la disminución en la demanda del consumidor presione a la baja los precios y la producción agrícolas.3 En estas Perspectivas se supone que los efectos de la pandemia de COVID-19 sobre el crecimiento económico y sobre las restricciones en el desplazamiento de personas y productos durarán poco, y que en 2021 comenzará la recuperación. Sin embargo, cualquier nivel de prolongación de la pandemia y desaceleración de la recuperación económica podría repercutir en la oferta en términos de problemas logísticos en los ámbitos de procesamiento, transporte y comercio. Al mismo tiempo, los efectos de la pandemia sobre la demanda de carne a medida que los países se recuperan serán importantes en la medida en que hayan afectado a los sectores de la hostelería y el turismo.

Las enfermedades de los animales como la PPA, la gripe aviar altamente patógena y la fiebre aftosa (FA), plantean siempre grandes riesgos para los mercados de la carne. Los brotes pueden presentarse con rapidez y perturbar los mercados, que pueden tardar años en recuperarse. En estas Perspectivas se supone que la recuperación de la PPA en Asia Oriental se completará al final del periodo de proyección, pero se corre el riesgo de que esto no sea así, o de que la enfermedad surja en alguna otra parte.4 Las inversiones dirigidas a reestructurar y modernizar las instalaciones de producción y de procesamiento del sector de la carne de cerdo, el desarrollo exitoso de una vacuna, así como la puesta en marcha de directrices de compartimentación elaboradas recientemente por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE),5 pueden tener implicaciones para la producción y el comercio futuros. Cabe hacer notar que las inversiones de Rusia en su sector de carne de cerdo le permitieron casi duplicar su producción durante la última década.

En estas Perspectivas se ha sostenido desde hace tiempo que los mercados existentes para la carne de vacuno y la de cerdo están segmentados, esto es, en los mercados del “Pacífico” y el “Atlántico”. Evidencias obtenidas recientemente indican que dicha segmentación es menos evidente, porque los mercados se han integrado cada vez más con el paso del tiempo. Por ejemplo, las correlaciones de precios entre ambos mercados se incrementaron en la última década. La segmentación de los mercados se debió originalmente a la división de los países entre aquellos libres de FA y los que no lo estaban; por ello, el comercio se dividió en consecuencia y los países afectados por la FA no podían comerciar con aquellos libres de la enfermedad. Sin embargo, una vez que la OIE logró facilitar la ordenación territorial de zonas libres de FA dentro de los países sin recurrir a la vacunación, se redujo al mínimo el riesgo comercial de un brote de FA. Lo anterior permitió que otras zonas de un país afectado por la FA incrementaran sus actividades comerciales, como respuesta a las señales del mercado (los precios internacionales), con países libres de FA6. Con el tiempo, países como Brasil, que en un principio fue fundamental en el mercado del “Atlántico”, lograron desarrollar mercados en la zona del “Pacífico”.

Los supuestos relativos a las mejoras en productividad y las políticas de cambio climático afectarán al análisis de las Perspectivas sobre la aportación del sector de la carne al cambio climático. Dado que la carne es una gran usuaria de recursos —de tierra, forraje y agua—, la disminución de la demanda, junto con las mejoras en la productividad, involucran una menor demanda de estos recursos. Por ejemplo, la demanda más baja y la productividad más alta de la carne de vacuno implican menores inventarios de animales y, por consiguiente, menos insumos de forraje (la producción de carne en 2018-2020 utiliza alrededor de 37% de las calorías producidas por los cultivos cubiertos en estas Perspectivas).7 La disminución de la producción conllevaría también menores emisiones de GEI provenientes de la producción de carne, en comparación con las décadas pasadas. El papel del sector de la carne es esencial en los debates sobre el cambio climático y las políticas que se elaboren en el futuro tendrán grandes consecuencias para la producción y el comercio.

Por último, en estas Perspectivas se supone que las preferencias de los consumidores evolucionarán de acuerdo con patrones históricos. Por consiguiente, se supone que las preferencias en los hábitos alimentarios por un menor consumo de carne (por ejemplo, las dietas vegetariana o vegana), o por fuentes alternativas de proteína (por ejemplo, los sustitutos cultivados y vegetales de la carne), se expandirán lentamente y serán adoptadas por una pequeña parte de la población concentrada sobre todo en los países de ingresos altos, y, por tanto, difícilmente afectarán al consumo de carne durante esta década. No obstante, si bien la competencia planteada por los sustitutos se incrementará, las elecciones de los consumidores seguirán influidas por el contenido nutricional de la carne en comparación con los sustitutos proteínicos.

Los consumidores también expresan preocupación acerca de los sistemas de producción de carne, incluidos la rastreabilidad y el uso de antimicrobianos en el forraje. Si bien se han comprobado los beneficios técnicos del uso de antimicrobianos en la producción de animales, aumenta la preferencia por carne libre de estos, debido a los riesgos mundiales relacionados con la resistencia a los antimicrobianos.8 Si los sistemas de producción de carne libre de antimicrobianos son adoptados por un porcentaje creciente de productores, esto podría afectar a los mercados mundiales de la carne, aunque a largo plazo. Hasta qué punto los consumidores están dispuestos a pagar una prima por este tipo de carne aún no está claro.

No obstante, dado que las preferencias de los consumidores por estas dietas aumentan con mayor rapidez que en años precedentes, la demanda de carne podría disminuir y, a su vez, reducir la producción y la demanda de importaciones de dicho producto.

Notas

← 1. A menos que se especifique lo contrario, el porcentaje de cambios se refiere al cambio respecto al periodo base promedio 2018-2020 y 2030.

← 2. Dasgupta, P. (2021), The Economics of Biodiversity: The Dasgupta Review, Abridged Version, HM Treasury, Londres, p.1.

← 3. OCDE (2020), "The impact of COVID-19 on agricultural markets and GHG emissions", Medidas clave políticas de la OCDE ante el coronavirus (COVID-19), Publicaciones de la OCDE, París, https://doi.org/10.1787/57e5eb53-en.

← 4. Frezal, C., S. Gay y C. Nenert (2021), "The Impact of the African Swine Fever outbreak in China on global agricultural markets", OECD Food, Agriculture and Fisheries Papers, núm. 156, Publicaciones de la OCDE, París, https://doi.org/10.1787/96d0410d-en.

← 5. OIE (2020), Directrices sobre compartimentación para la peste porcina africana, París.

← 6. Holst, Carsten y von Cramon-Taubadel, Stephan (2012), "International Synchronisation of the Pork Cycle," Acta Oeconomica et Informatica, Facultad de Economía y Gestión, Universidad Agrícola de Eslovaquia en Nitra (FEM SPU), Vol. 15(1), pp. 1-6, marzo.

← 7. Para consultar un análisis más detallado, véase OCDE/FAO (2020), OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas 2020-2029, Publicaciones de la OCDE, París/FAO, París, https://doi.org/10.1787/a0848ac0-es.

← 8. Ryan, M. (2019), "Evaluating the economic benefits and costs of antimicrobial use in food-producing animals", OECD Food, Agriculture and Fisheries Papers, núm. 132, Publicaciones de la OCDE, París, https://doi.org/10.1787/f859f644-en.

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