8. Pescado

Crecimiento constante y movimiento hacia la acuicultura

Tras décadas de crecimiento constante, el consumo de pescado1 sufrió los efectos de la pandemia de COVID-19, al registrar una ligera disminución en 2020, seguida de un aumento marginal (0.1 kg per cápita) en 2021. Se espera que durante el decenio se mantenga el bajo crecimiento del consumo total de pescado para alimentación en 1.4% anual, en comparación con la tasa de 2.0% anual observada durante la década anterior. Esta tendencia más débil del consumo se deriva de la desaceleración de la demanda causada por el lento crecimiento de los ingresos y la población, y de una mayor competencia generada por la bajada de los precios de las aves de corral a nivel mundial en comparación con la primera mitad de la década anterior. A pesar de dicha tendencia, se prevé que durante los próximos 10 años el consumo de pescado continuará aumentando con mayor rapidez que el de la carne (1.4% anual en el caso del pescado comparado con 1.0% anual de la carne). Se prevé que el consumo aparente2 de pescado para alimentación en el mundo alcanzará 21.4 kg per cápita para 2031, frente a 20.5 kg per cápita en el periodo base (promedio de 2019-2021). El consumo de pescado per cápita aumentará en todos los continentes, excepto en África, la región con el crecimiento demográfico más rápido. Se prevé que la mayor parte de la producción de pescado se consumirá como alimento (183 millones de toneladas [Mt] en 2031) y que solo 10% se destinará a usos no alimentarios (principalmente como harina de pescado y aceite de pescado). Los países asiáticos consumirán cerca de 72% del total de pescado para alimentación. Se espera que en 2031, la acuicultura aporte 59% del pescado destinado al consumo humano, en comparación con 55% en el periodo base.

Los precios nominales promedio del pescado aumentarán a una tasa de 0.8% anual durante el periodo 2022-2031, comenzando desde un nivel alto en 2022, posterior a la bajada provocada por la pandemia de COVID-19 en 2020 y 2021. En términos reales, se prevé que los precios de los productos acuícolas permanecerán sin cambio para 2031, y que bajarán 9.9% los del pescado de captura, 15.6% los de la harina de pescado y 17.5% los del aceite de pescado.

Se prevé que la producción mundial de pescado crecerá a una tasa de 1.2% anual durante el periodo de las perspectivas, lo que implica una relativa desaceleración en comparación con el crecimiento de 2.0% anual de la década anterior. Se espera que la producción ascienda a 203 Mt para 2031, lo que supone un aumento general de 25 Mt (+14%) comparado con el periodo base (promedio de 2019-2021). La mayor parte del crecimiento será en Asia. Se espera que la acuicultura impulse el crecimiento de la producción durante el periodo de las perspectivas, con un aumento de 23% (20 Mt) para 2031 (a una tasa de +1.9% anual). A pesar de la desaceleración en comparación con la década anterior (+1.9% anual frente a 3.8% anual), el crecimiento de la producción acuícola será considerablemente mayor que el de la producción de captura (4.6% para 2031, con +0.4% anual). En consecuencia, se espera que en 2023 la acuicultura supere a la producción de captura. Las menores tasas de crecimiento de la producción acuícola son resultado de los grandes aumentos en el costo del forraje registrados al principio del periodo de las perspectivas y del impacto de los cambios en las políticas públicas de la República Popular China (en adelante, China), los cuales frenan la expansión de la acuicultura. Los cambios mencionados se centran en la protección del medio ambiente y la diversificación de la producción, con mayor énfasis en la producción de especies para el mercado interno. Se espera que para 2031, la producción acuícola mundial alcance 108 Mt, 12 Mt más que la del sector de la captura.

A pesar de la creciente prominencia de la acuicultura en la oferta total de pescado (53% para 2031 frente a 49% en el periodo base) (Figura 8.1), se espera que el sector de la pesca de captura mantenga su predominio en varias especies y su carácter esencial para la seguridad alimentaria nacional e internacional. La producción de captura aumentaría 4.6% en 2031 y llegaría a 96 Mt motivada por la mejora en la captura en algunas zonas pesqueras y en su gestión. Se presentarán algunas fluctuaciones en los años del fenómeno El Niño (se supone que en 2024 y 2028), las cuales también afectarán negativamente a la producción de harina y aceite de pescado. Se espera que para 2031 la producción mundial de harina de pescado alcance 5.6 Mt, es decir un aumento de 1.3% anual con respecto al periodo 2022-2031, y que la producción de aceite de pescado crezca 1.2% anual y ascienda a 1.3 Mt durante el mismo periodo. Hacia 2031, cerca de 29% de la harina de pescado y 47% del aceite de pescado se obtendrán a partir de residuos de pescado.

Se espera que las exportaciones de productos pesqueros de captura y acuícolas en diversas formas para fines alimentarios y no alimentarios sean elevadas. Asimismo, se espera que en 2031 se exporte alrededor de 35% de la producción pesquera total (31% excluido el comercio intracomunitario de la Unión Europea [UE]). Tras su contracción en 2020 (–3.9%) y con solo una ligera recuperación en 2021, se prevé que el comercio mundial de pescado para alimentación aumentará 0.8% anual durante el periodo 2022-2031. La tasa es menor que la observada en la década pasada (1.1% anual), lo cual refleja la desaceleración del crecimiento de la producción y la diversificación de la producción acuícola en China. Los países asiáticos seguirán siendo los principales exportadores de pescado para consumo humano, y su participación en el total de exportaciones se mantendrá estable (47%). Europa y América del Norte permanecerán como los principales importadores, con 25% y 15% del total de importaciones para 2031.

Son muchos los factores que influyen en la evolución y la dinámica de los mercados pesqueros mundiales, y, por tanto, hay gran incertidumbre con respecto al futuro. Algunos de ellos son el cambio climático, que influye en la distribución y el nivel de las reservas de pescado; las políticas públicas orientadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provenientes del sector; la gestión y la gobernanza de la pesca; las políticas comerciales; y las políticas contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR). El surgimiento de nuevas variantes de COVID-19 y los posibles trastornos en la cadena de suministros pueden alterar las proyecciones, sobre todo durante sus primeros años. Dos años después del inicio de la pandemia, la situación, si bien ha mejorado, es aún inestable. La pandemia afectó tanto a la oferta como a la demanda, lo que podría provocar modificaciones a largo plazo en el sector. Además, dada la relevancia de la Federación de Rusia (en adelante, Rusia) como uno de los principales productores y exportadores de pescado, la actual guerra de Rusia contra Ucrania y la reducida disponibilidad de exportaciones rusas genera una gran incertidumbre. Asimismo, el gran cambio ocurrido en las tasas de inflación de la mayoría de los países, en parte resultado de la guerra, aumenta la incertidumbre.

Las respuestas a la pandemia pueden tener efectos estructurales duraderos en el sector

Las consecuencias de la pandemia de COVID-19 en el sector de la pesca y la acuicultura tuvieron distintas repercusiones en cada país y producto. Las medidas tomadas para mitigar la propagación de COVID-19 provocaron que la demanda de alimentos de origen acuático disminuyera y que se interrumpieran la producción, las cadenas de suministro y los mercados. En algunos países, la disminución de la demanda dio paso a la reducción de precios. En consecuencia, muchas flotillas pesqueras dejaron de operar o aminoraron sus actividades, ya que durante los periodos de 2020 y 2021 el trabajo se volvió poco rentable. En algunos casos, las cuotas no se cubrieron debido a la baja demanda y a la falta de almacenamiento de productos perecederos. En la producción acuícola también se enfrentó una menor disponibilidad de los equipos e insumos necesarios (como forraje, alevines y hielo), y problemas de distribución y comercialización, así como el impacto de las medidas sanitarias sobre el sector. La producción de pescado que depende de los mercados de exportación sufrió repercusiones más graves que las de los mercados nacionales, en particular en 2020; sin embargo, en 2021 las exportaciones repuntaron. En general, las cadenas de suministro integradas verticalmente a gran escala resultaron menos afectadas que el sector a pequeña escala, debido a su mayor control sobre la entrega de insumos y productos. El sector a pequeña escala intensivo en mano de obra, y de gran importancia tanto para la pesca como para la acuicultura, se mostró más vulnerable a las restricciones de desplazamiento perjudiciales para los trabajadores y a las interrupciones en el suministro de insumos y el transporte.

En los dos últimos años los hábitos de consumo cambiaron mucho. Los hábitos y las innovaciones desarrollados durante los periodos de confinamiento —como el renovado interés por la cocina casera, el giro generalizado hacia el comercio minorista, la proliferación de servicios de entrega a domicilio, el fuerte énfasis en el marketing digital y el aumento de las ventas a través del comercio electrónico— pueden arrojar fuertes repercusiones estructurales a largo plazo en el sector. Estas nuevas características del mercado no desaparecieron tras la pandemia; más bien, han contribuido de forma permanente a la dinámica y las oportunidades de transformación del sector pesquero y acuícola a nivel mundial. Sin embargo, en el caso de algunos productos, como el atún enlatado, cuyo consumo aumentó significativamente durante los periodos de confinamiento, es poco probable que esos niveles de demanda registrados se mantengan al volver a la normalidad. A finales de 2021 y principios de 2022, los precios del pescado comenzaron a aumentar, lo que causó efectos negativos sobre el consumo en el contexto de una situación económica y geopolítica inestable. Según el índice de precios del pescado de la FAO,3 en 2021 los precios internacionales de dicho producto fueron 7.0% más altos en promedio en comparación con 2020. Los principales impulsores de la situación actual del mercado en los sectores de la pesca y la acuicultura son la inflación elevada y creciente, el aumento de los costos de la energía y la rápida reapertura de las economías después del confinamiento.

Perspectivas de consumo muy prometedoras, porque el pescado es un alimento nutritivo que contribuye a una dieta saludable

Los productos pesqueros y acuícolas seguirán constituyendo un factor esencial para la nutrición y la seguridad alimentaria mundiales, pues representan una valiosa fuente de macronutrientes y micronutrientes. Incluso pequeñas cantidades de pescado y alimentos de origen acuático pueden tener un importante y positivo impacto nutricional sobre las dietas vegetarianas. Consumir alimentos de origen acuático junto con vegetales puede ayudar a mejorar la absorción de varios nutrientes de las plantas, lo que ocurre en muchos países de bajos ingresos y con déficit de alimentos (PBIDA) y en los países menos adelantados (PMA), en particular en las comunidades costeras y del interior cuya dieta depende mucho del pescado.

Se espera que para 2031, una parte creciente de la producción pesquera y acuícola se destine al consumo humano. De la producción prevista de 203 Mt para entonces, alrededor de 90% se consumirá como alimento, 8% se reducirá a harina y aceite de pescado, y el 2% restante se destinará a otros usos no alimentarios. Se prevé que el consumo mundial de pescado comestible sumará 183 Mt en 2031, lo cual representa un aumento global de 24 Mt (o +15%) en comparación con el periodo base (promedio de 2019-2021). Se espera que una proporción cada vez mayor del pescado disponible para consumo humano provenga de la acuicultura y aumente de 55% en el periodo base a 59% para 2031.

La fuerza impulsora del crecimiento del consumo de pescado para alimentación será la combinación del aumento del ingreso y la urbanización, la expansión de la producción de pescado, la mejora de los canales de distribución y la innovación de los productos, junto con el creciente reconocimiento de que el pescado es un alimento nutritivo. Se espera que la demanda crezca durante el decenio. Sin embargo, el ritmo de aumento del consumo de pescado para alimentación se desacelerará y del 2.0% anual registrado durante el periodo 2012-2021 bajará a 1.4% anual en el de 2022-2031. La desaceleración está relacionada sobre todo con un menor crecimiento de la producción, un nivel bastante alto de los precios del pescado en relación con algunos precios más bajos de la carne y la reducción del crecimiento demográfico.

El consumo total de alimento de pescado debería aumentar en todos los continentes, excepto en Europa (–0.4%), donde se espera una disminución inicial en el consumo en Ucrania y Rusia debido a la guerra. Se espera un crecimiento importante en África (+28%), Oceanía (+19%), Asia (+16%) y en el continente americano (+14%, con +15% en América Latina). Si bien la disponibilidad de pescado registró un aumento global para la mayoría de los consumidores, prevalecerán grandes diferencias entre un país y otro, y dentro de cada país y región, en lo referente a la cantidad y la variedad consumidas, y a la consecuente contribución a la ingesta nutricional. La disponibilidad y el ingreso no son los únicos factores que impulsan el consumo de pescado. Es evidente que los factores socioeconómicos y culturales, como las tradiciones, los gustos, la estacionalidad y los precios de los alimentos también influyen mucho en el nivel y el tipo de pescado que se consume.

Se prevé que para 2031, Asia, por ser el continente más poblado y el principal productor, representará 76% del consumo adicional de pescado, así como la mayor parte (72%) del total de pescado para alimentación disponible. África, América y Europa representarán cada una 9% del consumo total de pescado para alimentación en 2031, mientras que a Oceanía solo le corresponderá 1%. Al ser el mayor productor de pescado, China también se mantendrá, por un alto margen, como el país consumidor de pescado más grande del mundo, y se prevé que representará 37% del consumo total de pescado para alimentación en 2031.

En términos per cápita, se prevé que el consumo de pescado alcanzará 21.4 kg en 2031, ligeramente por encima del promedio de 20.5 kg en el periodo 2019-2021, pero su ritmo de crecimiento será más lento que el de la década anterior (0.5% anual en comparación con 0.9% anual). En 2031, el consumo de pescado seguirá siendo mayor en los países de ingresos medios altos y altos (30.2 kg y 26.8 kg, respectivamente) que en los países de ingresos bajos y medios bajos (11.8 kg y 15.1 kg, respectivamente). Sin embargo, se espera que las tasas de crecimiento para el decenio muestren grandes diferencias (Figura 8.2), con grandes aumentos en los países de ingresos medios y una disminución de 6.1% en los de ingresos bajos.

El consumo de pescado per cápita aumentará en todos los continentes, excepto en África, donde se prevé que disminuirá de 10.0 kg en el periodo 2019-2021 a 9.9 kg para 2031, con una bajada mayor en África subsahariana (de 8.8 kg a 8.5 kg). La razón es que la población crece más rápido que la oferta de pescado. Entre 2022 y 2031, se supone que la población de África subsahariana crecerá a una tasa de 2.4% anual, en comparación con la de 2.0% anual de la oferta de pescado para alimentación.

La disminución del consumo de pescado per cápita en África, con la consiguiente reducción de la ingesta de proteínas y micronutrientes del pescado, despierta preocupación en términos de seguridad alimentaria debido a la alta prevalencia de subalimentación en dicho continente.4 El pescado es de suma importancia en las dietas de la región: representa alrededor de 22% de la ingesta total de proteínas de origen animal en promedio y más de 50% en algunos países africanos, en particular en África Occidental. Por consiguiente, en general, la disminución del consumo de pescado puede debilitar la capacidad de los países más dependientes de dicho producto de cumplir con las metas sobre nutrición (2.1 y 2.2) del ODS 2 (Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible).

La producción pesquera y acuícola utilizada para fines no alimentarios se convierte en harina de pescado y aceite de pescado o se destina a otros usos no alimentarios.5 Se espera que el consumo de harina y aceite sigan siendo objeto de la competencia tradicional entre la acuicultura y la ganadería por la harina de pescado, y entre la acuicultura y la industria de suplementos dietéticos para consumo humano directo por el aceite de pescado, aunque en general se limita por un crecimiento estable de la producción. Dados sus altos precios y las importantes iniciativas de innovación, es probable que el uso de la harina y del aceite para forraje en la acuicultura disminuya y que se les utilice con mayor frecuencia como ingredientes estratégicos para reforzar el crecimiento en etapas específicas de la producción de pescado. Se espera que la proporción de harina de pescado utilizada para forraje para la acuicultura disminuya de 5% en el periodo 2019-2021 a 4% en 2031. La disminución del uso de harina de pescado se conjuntará con la expansión del mercado para las harinas oleaginosas en la acuicultura, en el cual se prevé que el uso de dicha harina ascenderá a cerca de 10.6 Mt en 2031 (Figura 8.3), es decir 10% del total del forraje utilizado en la acuicultura (9% en el periodo 2019-2021). China será el mayor usuario de harina de pescado para forraje, con una participación de 51% del total para 2031. En cuanto al aceite de pescado, se espera que la acuicultura se mantenga como el usuario principal. Sin embargo, el consumo humano directo de aceite de pescado procesado seguirá siendo relevante, ya que es rico en ácidos grasos omega-3, que se consideran beneficiosos para múltiples funciones biológicas humanas. La UE y Noruega mantendrán su posición como los mayores consumidores de la oferta mundial de aceite de pescado.

La acuicultura superará a la producción de pesca de captura en 2023

Se espera que para 2031, la producción mundial de pescado (de captura y acuícola) aumente de 179 Mt (promedio de 2019-2021) a 203 Mt, un incremento de 14% (+1.2% anual). Si bien se trata de un aumento de 25 Mt durante el periodo de proyección, la cifra es menor que la de la década anterior (2011-2021), cuando la producción creció 33 Mt. El incremento de la producción pesquera es impulsado en su mayor parte por el crecimiento continuo de la producción acuícola, la cual crecerá 20 Mt (+23%) a una tasa de 1.9% anual, y se espera que alcance 108 Mt anuales para 2031. Pese a este crecimiento continuo previsto, se observa una considerable desaceleración en comparación con la década anterior, cuando la producción acuícola creció 30 Mt (+56%), a una tasa de 3.8% anual. Se espera que en 2023 la producción acuícola supere a la producción de captura y que para 2031 represente 53% de la producción pesquera total.

La disminución del crecimiento previsto de la producción acuícola puede atribuirse a varios factores. En primer lugar, entre 2013 y 2019, el costo del forraje fue relativamente bajo, lo que arrojó mayores beneficios para los productores. En segundo término, el coeficiente acuicultura-precio del forraje se mantendrá por debajo de los niveles de 2019 hasta 2025, motivado por el elevado precio del forraje durante la primera mitad del decenio. Se espera que partir de 2025, el coeficiente de precios del forraje mencionado se mantenga en niveles rentables para los productores, lo que dará paso a un nuevo periodo de crecimiento de la producción acuícola en la segunda mitad del periodo de proyección. Otros varios factores contribuyen al crecimiento más lento de la producción acuícola, como el menor aumento de la productividad, las regulaciones ambientales más estrictas en los mayores productores del mundo, sobre todo en China, y las dificultades para construir nuevas instalaciones de producción debido a la competencia por las tierras.

En China, se espera que las regulaciones dirigidas a incrementar la sostenibilidad del sector y enfocarse en el crecimiento de las especies para los consumidores nacionales limiten el incremento de la producción. No obstante, se espera que la participación de este país en la producción acuícola mundial disminuya ligeramente, de 57% en el año base a 56% en 2031. A nivel regional, se espera que Asia conserve su posición como el mayor productor y que la participación de la región en la producción mundial represente 88% en 2031. Se espera un fuerte crecimiento de la producción en otros grandes productores asiáticos: India (+39%), el Reino de Tailandia (+25%), Indonesia (+24%), Filipinas (+22%) y la República Socialista de Viet Nam (en adelante, Viet Nam) (+11%).

Con referencia a las especies, se espera un fuerte crecimiento de la producción de camarón y langostino (+31%) y de tilapia (+25%) (Figura 8.44). Sin embargo, en la mayoría de los casos el crecimiento de la producción es considerablemente más lento que el registrado durante los 10 años previos. La carpa se mantendrá como la especie más producida, con un estimado de 36 Mt para 2031. Sin embargo, el crecimiento previsto de 17% en la producción de carpa es moderado y menor que el de otros grupos de especies; esto se debe a los cambios en las políticas públicas de China, su principal productor.

En comparación, se espera que las continuas mejoras en la gestión de la pesca y en la tecnología, las cuales reducen los descartes y residuos, impulsen un crecimiento relativamente modesto de 4.2 Mt o 4.6% (+0.4% anual) de la producción de la pesca de captura durante el periodo de proyección, para sumar 96 Mt en 2031. Se espera que el crecimiento de la producción de la pesca de captura sea similar al de la década anterior. Específicamente, si bien se espera que en África siga registrándose la tasa de crecimiento más fuerte (+11% [+1.1 Mt]), este es un crecimiento mucho más lento que el de la década anterior (+32%). Se espera que la producción de la pesca de captura en Asia se incremente 1.2 Mt, aunque el crecimiento (+2.4%) será más lento que el de África (+11%) y Europa (+6.3%). En consecuencia, se prevé que la participación de Asia en la producción mundial de pesca de captura disminuirá ligeramente a 51% en 2031, en comparación con 52% en el periodo base. Después de disminuir en la década anterior (–6.9%), se prevé que la producción de pesca de captura en el continente americano volverá a crecer, con un incremento de 5.7% (+0.2% anual) durante el periodo de las perspectivas. En cuanto a países, se prevé que los mayores aumentos de dicha producción hacia 2031 tendrán lugar en Viet Nam (+0.6 Mt), Rusia (+0.5 Mt), Perú (+0.4 Mt), Filipinas (+0.3 Mt) e India (+0.3 Mt). Sin embargo, se desconoce hasta qué punto el crecimiento de la producción rusa será afectado por la guerra en curso.

Se espera que la popularidad de la harina de pescado y el aceite de pescado para uso como forraje impulse la producción. Se espera que la producción de ambos productos aumente durante el periodo de las perspectivas, para sumar 1.3 Mt y 5.6 Mt, respectivamente, en 2031, en comparación con 1.1 Mt y 4.9 Mt en el periodo base. Sin embargo, en el caso de la harina de pescado, el crecimiento de la producción será más rápido que el de la década pasada (1.3% anual frente a 1.1% anual), aunque la producción total se mantendrá por debajo de los niveles previos a 2005. Tanto la harina como el aceite de pescado pueden producirse a partir del pescado entero o como subproducto del procesamiento del pescado (llamado residuos de pescado). Se espera que para 2031, la proporción de harina y aceite de pescado producidos a partir de los residuos se mantenga estable en términos generales, alrededor de 47% y 29%, respectivamente.

Desaceleración del comercio de pescado y productos pesqueros

El comercio es fundamental para los sectores de la pesca de captura y de la acuicultura, con cadenas de suministro que funcionan a escala mundial. El pescado puede producirse en un país, exportarse para su procesamiento en otro y reimportarse para su consumo en algún otro sitio. En consecuencia, el comercio de pescado es de suma importancia para muchas economías, al ser fuente de nutrientes, ingresos y empleo. Se prevé que en 2031 se exportará alrededor de 35% (31% si se excluye el comercio intracomunitario en la UE) de la producción en diferentes formas de productos y especies. La acuicultura aportará una proporción cada vez mayor del comercio internacional de productos pesqueros para consumo humano.

El comercio mundial de pescado y productos pesqueros disminuyó ligeramente en 2019 debido a una menor producción. En 2020, se contrajo debido a la pandemia de COVID-19; la disminución de las actividades comerciales abarcó a todos los continentes, lo cual señala el carácter mundial de la pandemia. El comercio de pescado se interrumpió considerablemente con la aplicación de medidas de control motivadas por la incertidumbre sobre el origen de la enfermedad y las vías de transmisión, así como por el deterioro general de las condiciones del mercado. Sin embargo, en 2021 se observó una recuperación, una vez que los actores se adaptaron a las nuevas limitaciones operativas y al impulso de la demanda por la reapertura del sector de la hostelería. Se espera que durante el periodo de proyección el comercio internacional de pescado aumente, aunque a un ritmo considerablemente menor que el registrado en la década anterior. La desaceleración es resultado de la relativa disminución de las oportunidades de expansión hacia nuevos mercados y la mayor demanda interna en algunos de los principales países productores que tradicionalmente abastecían a las economías prósperas. Se prevé que para 2031 las exportaciones mundiales de pescado para consumo humano alcanzarán casi 46 Mt de peso vivo, 3 Mt más (+0.8% anual) que el nivel promedio del periodo 2019-2021.

Se espera que los países asiáticos permanezcan como los principales proveedores de los mercados mundiales (Figura 8.5). Se espera que para 2031 representen 47% del comercio total de pescado para consumo humano, proporción que prácticamente no ha cambiado desde el periodo base. China será el mayor exportador, con una participación de 17% en 2031. Entre los países no asiáticos, Noruega, la UE27 y Rusia mantendrán su posición como grandes exportadores de pescado. Sin embargo, dadas las numerosas sanciones impuestas a los productos rusos en respuesta a la guerra contra Ucrania, las exportaciones rusas podrían ser mucho menores de lo previsto si más países imponen sanciones en 2022 y si dichas sanciones se mantienen después de 2022. A pesar del predominio de los países asiáticos en las exportaciones mundiales de pescado, se espera que durante el periodo de proyección, el crecimiento adicional provenga sobre todo de Europa. La razón es la diversificación de la acuicultura china, cada vez más centrada en su mercado interno. La pandemia aceleró el cambio debido a las numerosas dificultades logísticas vinculadas con el comercio.

Los países de la OCDE mantendrán su posición como los principales importadores de pescado para consumo humano, al representar 52% de las importaciones mundiales para 2031. La UE27 será el mayor mercado individual, con una participación de 18%, seguida de Estados Unidos (14%) y China (10%). Japón solía ser el segundo mayor importador hasta principios de la década de 2000, pero sus importaciones han tendido a la baja durante casi 20 años, como reflejo del cambio de las dietas y el decrecimiento de la población. Se prevé que para 2031, Japón únicamente representará 6% de las importaciones mundiales de pescado, en comparación con una participación sin precedentes de 21% registrada en 1992. Si bien a África solo le corresponde 14% de las importaciones mundiales de pescado para consumo humano, se prevé que la mayor parte del crecimiento de dichas importaciones provendrá de este continente. Se espera que, con un crecimiento mucho más fuerte de las importaciones que el de la producción, África dependa cada vez más de la importación de pescado para alimentación, con un aumento general de 34%, con 2.7% anual. Se prevé que para 2031, la participación de las importaciones en su oferta de pescado para alimentación ascenderá a 37%, en comparación con 35% en el periodo base.

Se prevé que el comercio de harina de pescado registrará un crecimiento relativamente reducido de 7.1% (o +1.0% anual), para sumar 3.5 Mt de peso de producto en 2031. La producción y el comercio de harina de pescado están sujetos al fenómeno meteorológico de El Niño en Perú, lo cual dificulta las previsiones. Perú es (y se espera que siga siendo) el mayor productor y exportador de harina de pescado del mundo, y se espera que su consumo interno siga siendo insignificante. China se mantendrá como el principal mercado de importación de harina de pescado durante el periodo de proyección, al absorber 54% de las importaciones mundiales para 2031, en comparación con 46% en el periodo base. La demanda china de harina de pescado se origina en el sector acuícola —pese a los esfuerzos emprendidos en busca de reducir la proporción de harina de pescado en el forraje para la acuicultura— y en la industria de cría de cerdos, que requiere harina de pescado como ingrediente del forraje para lechones. Otros grandes importadores son Japón, Noruega y Viet Nam. Se prevé que las exportaciones de aceite de pescado aumentarán 8.5% durante el periodo de proyección. El principal importador de dicho aceite seguirá siendo Noruega, donde se utiliza como ingrediente del forraje para salmón. Le sigue la UE27, donde constituye un suplemento alimentario muy popular gracias a su rico contenido en ácidos grasos omega-3. Se espera que para 2031, Noruega y la UE27 absorban 25% y 24%, respectivamente, de las importaciones mundiales de aceite de pescado.

Se espera que los precios se mantengan altos durante los siguientes 10 años

En 2021, los precios del pescado subieron debido al aumento de la demanda provocado por la fuerte recuperación económica tras la pandemia de COVID-19 y a la reapertura de restaurantes y hoteles, en combinación con solo un pequeño aumento de la producción de pescado. Según el índice de precios del pescado de la FAO, en 2021, los precios internacionales de dicho producto fueron 7.0% más altos que en 2020. En general, se espera que durante el periodo de proyección los precios del pescado crezcan en términos nominales y se mantengan altos en relación con los niveles históricos. Sin embargo, en términos reales, se espera que los precios de todas las categorías bajen, excepto la acuicultura, donde se prevé un estancamiento (Figura 8.6). Se espera que las repercusiones económicas de la pandemia de COVID-19 provoquen cierta volatilidad en los precios del pescado de acuicultura, de captura y para alimentación comercializados en términos reales, pues a la reducción de los precios debida a la disminución de la demanda seguirá un fuerte crecimiento de los precios (al aumentar la demanda tras la reapertura del sector de la hostelería). Se espera que los precios de la harina y del aceite de pescado disminuyan constantemente durante el periodo de proyección, debido a la evolución esperada de los precios de los productos oleaginosos, con fluctuaciones por la influencia de El Niño en la oferta.

Se espera que, en términos nominales, los precios del pescado capturado suban 19% (+0.7% anual) durante el periodo de proyección. Sin embargo, en términos reales, esto equivale a una caída esperada de 9.9% (–1.4% anual) durante el mismo periodo, similar a la tendencia registrada en la década anterior (+18% en términos nominales y –3.6% en términos reales). La tendencia detallada de los precios del pescado de captura en términos reales muestra una fuerte recuperación de los precios en 2022, tras las caídas provocadas por la pandemia de COVID-19 en 2020 y 2021 y por el impacto de la guerra. A esta tendencia le sigue una disminución sostenida a partir de 2023. Como ya se mencionó, la bajada es reflejo de la creciente competencia por parte de otras fuentes de proteínas, sobre todo de la carne de aves de corral, y el aumento de la tasa de crecimiento de la producción acuícola en China a partir de 2023. También se puede señalar un cambio en la mezcla de producción a favor de especies menos valiosas. Se prevé que en el mismo periodo, los precios de los productos acuícolas aumentarán 33% (+1.5% anual) en términos nominales y en términos reales se mantendrán sin cambio. Se espera que, después de un repunte inicial en 2022, los precios del pescado para alimentación comercializado permanezcan prácticamente iguales durante el periodo de proyección (en términos reales) y, a pesar de cierta volatilidad, disminuyan apenas 3.4% (–1.3% anual).

Los precios reales de la harina de pescado disminuirán 16% (–1.2% anual). El precio de las harinas de semillas oleaginosas, que son un competidor directo en el mercado del forraje, bajará más que el de la harina de pescado, lo cual dará paso a un pequeño incremento del precio relativo de la harina de pescado en comparación con 2021, aunque aún será considerablemente más bajo que el de la década anterior. Se prevé que, en términos reales, el precio del aceite de pescado bajará 17% (–2.2% anual). Este descenso contrasta con la década anterior, cuando el precio del aceite de pescado creció 44%, impulsado sobre todo por el enorme aumento del precio del aceite vegetal, un sustituto directo. Son varios los factores que contribuyen a la disminución prevista de los precios reales del aceite de pescado durante el periodo de proyección, entre ellos la bajada esperada del precio del aceite vegetal, la desaceleración del crecimiento de la producción acuícola, el uso más eficiente del forraje basado en aceite de pescado en el ciclo de producción y la estabilización de la demanda de omega-3 (del cual el aceite de pescado tiene un alto contenido) como suplemento dietético del sector alimentario. En el caso de la acuicultura, el precio relativamente alto del forraje basado en aceite de pescado restringió su uso a etapas específicas del ciclo de producción, en las cuales se requiere alimento con alto contenido de nutrientes (por ejemplo, para incubación y dietas de acabado). Se espera que el precio del aceite de pescado en relación con el vegetal vuelva a acercarse de manera paulatina al promedio registrado desde que se alcanzó el nuevo nivel en 2012. En general, los precios reales del aceite y de la harina de pescado permanecerán altos en comparación con los niveles previos a 2005.

La volatilidad de los mercados energéticos, de las prácticas de gestión y de las políticas ambientales podría repercutir considerablemente en el sector pesquero

Son numerosos los factores que influirán en la evolución y la dinámica de los sectores de la pesca y la acuicultura en el mundo. Algunas incertidumbres, analizadas en ediciones anteriores de las Perspectivas, como el estado de las reservas y las políticas pesqueras nacionales, son aún relevantes. Sin embargo, en esta edición de las Perspectivas, una gran incertidumbre es la despertada por la guerra de Rusia contra Ucrania, la cual afecta a las cadenas globales de valor y el comercio, aún en proceso de recuperación de la pandemia de COVID-19. Grandes incógnitas para las proyecciones son la magnitud del aumento de los costos de producción y distribución durante los próximos 10 años y su efecto en la inflación general. Las guerras, las repercusiones en los precios del petróleo, las pandemias, las sanciones comerciales, la contaminación y el cambio climático, así como los fenómenos meteorológicos extremos, indican un aumento de los costos de producción en todo el sector pesquero.

El costo de los combustibles y otras fuentes de energía es cada vez más volátil, como demuestran las variaciones de precios registradas desde principios de 2020. La pandemia de COVID-19 provocó un desplome histórico del consumo de energía a nivel mundial a principios de 2020, lo cual provocó que los precios de muchos combustibles alcanzaran su nivel más bajo en décadas. Sin embargo, desde entonces, los precios han repuntado con fuerza, debido sobre todo a una rápida recuperación económica mundial, a un aumento de la oferta más débil de lo previsto y a un invierno frío en el hemisferio norte. La guerra provocó que los precios del petróleo y del gas natural en Europa aumentaran aún más. El gasto en combustible representa el mayor costo variable en las operaciones modernas de pesca de captura. Si bien el uso de los combustibles varía mucho según el equipo, los niveles de rentabilidad y de actividad del sector de la pesca de captura son muy sensibles a los costos energéticos. Aunque la dependencia del combustible por parte de la acuicultura es menos directa, su demanda de energía es importante para la producción de forraje, pero también para el bombeo, la aireación, el control de la temperatura y el tratamiento de aguas residuales. Las actividades de poscosecha y de procesamiento también dependen en gran medida del combustible. El gran aumento del comercio de pescado en las últimas décadas —el cual propició una distribución más amplia del pescado—, los productos de valor agregado más sofisticados y la mayor dispersión geográfica de las cadenas de suministro contribuyeron también a incrementar los requerimientos energéticos. Si se consideran todos estos factores, la rentabilidad de los sectores de la pesca y la acuicultura se verá reducida por los altos precios del petróleo a corto plazo, pero es probable que la volatilidad de los mercados energéticos prevalezca como uno de los principales desafíos que el sector deberá afrontar durante el periodo de proyección.

Desde una perspectiva comercial, las decisiones inesperadas en materia de políticas públicas podrían afectar también a las proyecciones. Una guerra comercial entre China y Estados Unidos, o las sanciones impuestas a las importaciones rusas por diversos países tras la invasión de Ucrania, son ejemplos de los numerosos casos de incertidumbre relativa al comercio surgidos durante el periodo de proyección. Aún no está claro si las sanciones mencionadas se suavizarán, se reforzarán o se mantendrán durante todo el periodo de las perspectivas. De cualquier modo, es probable que dichas prohibiciones conlleven por lo menos cambios a corto plazo en algunas relaciones y flujos comerciales.

En general, se espera que los sectores de la pesca y la acuicultura sigan encarando muchos retos, como el cambio ambiental, la disponibilidad de recursos y la inquietud ante la ineficacia de la gobernanza. En particular, el cambio climático representa una importante fuente de incertidumbre difícil de reflejar en las proyecciones. En lo que respecta a la pesca de captura, el cambio climático puede repercutir en la ubicación, la abundancia y la composición de las especies de las reservas, con consecuencias inciertas tanto para los pescadores que pretenden explotar los recursos como para los formuladores de políticas públicas que pretenden gestionarlos. Además, puesto que consumen grandes cantidades de combustible y energía en general, la pesca de captura y la acuicultura podrían afrontar nuevas fuentes de riesgo regulatorio, pues los gobiernos buscan reducir las emisiones de GEI, y esto repercutiría aún más en los costos de la energía. A la inversa, las políticas climáticas pueden favorecer la producción de acuicultura y de captura, dada su intensidad de emisiones relativamente baja en comparación con otros sistemas de producción de proteínas. Tomando en cuenta los compromisos internacionales y nacionales dirigidos a reducir las emisiones de GEI (por ejemplo, los compromisos de cero neto, las medidas reguladoras de emisiones de la Organización Marítima Internacional [OMI] y el Acuerdo de París), parece probable que la futura normativa afectará de forma impredecible tanto a la acuicultura como a la producción de captura.

Pese a los avances logrados por varios países y regiones que disponen de reservas de pescado que constantemente superan los niveles de reconstrucción deseados cuando la pesca se gestiona en forma adecuada, son aún muchas las zonas en las que la pesca no se gestiona, o se gestiona con ineficacia, y el estado de las reservas de pescado es deficiente y está en proceso de deterioro. Se espera que este avance desigual persista, a menos que se apliquen políticas y medidas acertadas y adecuadas. La acuicultura será el principal motor del aumento de la producción pesquera a nivel mundial, aunque su crecimiento se frenará por diversas limitaciones, como la distribución equitativa, la competencia por la tierra, los derechos al agua, la diversidad de especies producidas y el acceso a crédito, semillas y conocimientos expertos. Dichas limitaciones deberán abordarse adecuadamente mediante una gobernanza ágil y eficaz, aumento de la inversión y mejoras en la tecnología, la innovación y la investigación, así como una producción y rentabilidad más eficientes. Será esencial garantizar la bioseguridad a largo plazo, así como el apoyo específico a sistemas de producción sostenibles y respetuosos con el medio ambiente. Sobre los aspectos mencionados, una de las nuevas áreas prioritarias del Marco Estratégico de la FAO para 2022-2031 es la Transformación Azul, centrada en sistemas alimentarios azules más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles, tanto de la pesca de captura como de la acuicultura, promovidos por medio de políticas y programas mejorados para la gestión integrada basada en la ciencia, la innovación tecnológica y la participación del sector privado. La Transformación Azul ofrece una vía para reducir el hambre y gestionar de manera sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos al conciliar la sostenibilidad ambiental, la seguridad alimentaria y las prioridades de subsistencia para ayudar a los Estados vulnerables a mitigar los efectos, a menudo devastadores, del cambio climático.

Notas

← 1. En este capítulo y en todo el informe, los términos "pescado" y "mariscos" se utilizan para referirse a peces, crustáceos, moluscos y otros animales acuáticos, pero excluyen a los mamíferos acuáticos, cocodrilos, caimanes, lagartos y plantas acuáticas. Todas las cantidades se expresan en equivalente de peso vivo, excepto las relacionadas con la harina y con el aceite de pescado.

← 2. El término "aparente" se refiere a la cantidad de alimento disponible para consumo, que no es igual a la ingesta promedio de alimentos comestibles. La cantidad se calcula como producción + importaciones – exportaciones – usos no alimentarios, +/– variaciones en las reservas, todos expresados en equivalente de peso vivo.

← 3. Calculado en términos nominales y abarca pescado y productos de pescado.

← 4. FAO, FIDA, UNICEF, PMA y OMS (2021), El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2021. Transformación de los sistemas alimentarios en aras de la seguridad alimentaria, una nutrición mejorada y dietas asequibles para todos, Roma, FAO, https://doi.org/10.4060/cb4474en.

← 5. Otros usos no alimentarios son peces ornamentales, crías, alevines, cebo, insumos farmacéuticos y como forraje directo para la acuicultura, la ganadería y otros animales.

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