copy the linklink copied! Editorial

Perspectivas económicas de América Latina 2019 presenta una nueva estrategia para seguir apoyando la transición de América Latina y el Caribe (ALC) a un desarrollo incluyente y sostenible. Un componente central de la estrategia es la conciencia de que los retos y las oportunidades de desarrollo en ALC han evolucionado en gran medida con el progreso de la región. En consecuencia, el sistema de cooperación internacional para el desarrollo deberá seguir innovando para respaldar a los países en la búsqueda de sus objetivos de desarrollo y, en particular, de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Creemos que varias razones explican la necesidad de esta nueva estrategia.

En primer lugar, vivimos tiempos de cambios económicos, sociales y políticos extraordinarios. El rápido progreso tecnológico y digital, el envejecimiento de la población, una mayor migración, el progreso del capital humano, la mayor prevalencia del cambio climático, el impacto heterogéneo de la globalización en los diversos grupos socioeconómicos y el creciente descontento social son algunas de las megatendencias más notorias que se han intensificado en los últimos años y plantean tanto retos como oportunidades para la región. Estos cambios radicales ponen a prueba nuestras visiones compartidas y exigen soluciones innovadoras para reducir la desigualdad, mejorar el bienestar de las personas y restaurar la confianza en las instituciones, tanto a nivel nacional como multilateral.

En segundo lugar, tras un periodo de marcado progreso socioeconómico, los países de ALC han aumentado sus capacidades internas y su voluntad para contribuir a la agenda de desarrollo mundial. Sin embargo, aún se enfrentan tanto a vulnerabilidades persistentes como a nuevas vulnerabilidades a nivel nacional y mundial que requieren transformaciones fundamentales para maximizar las oportunidades de desarrollo. El crecimiento potencial del PIB disminuyó a cerca de 3%, y la productividad laboral, que equivale aproximadamente a 40% de la de la Unión Europea, se ha mantenido estancada e incluso a la baja en algunos países. El acceso a las tecnologías digitales también sigue siendo un reto, pues apenas 57% de los latinoamericanos tienen acceso a Internet. Además, alrededor de 40% de los latinoamericanos están en riesgo de regresar a la condición de pobreza y tienen empleos informales y una protección social deficiente. Por otra parte, cerca de 64% de la población no tiene confianza en sus gobiernos nacionales. Todas estas tendencias se producen en una región que soporta una carga ambiental desproporcionada. En el LEO 2019 se ofrecen nuevas perspectivas de estos síntomas antiguos y retos nuevos, al centrar la atención en cuatro trampas estructurales que obstaculizan una transformación estructural exitosa. Se trata de las trampas de productividad, vulnerabilidad social, institucional y ambiental, las cuales interactúan entre sí en dinámicas que se perpetúan a sí mismas y limitan las oportunidades de desarrollo incluyente y sostenible de la región.

En tercer lugar, el aumento del ingreso nacional no se ha trasladado a mayores índices de bienestar para todos. Los indicadores de ingreso y bienestar se desvinculan gradualmente a medida que los países adquieren mayor riqueza en términos de PIB per cápita. De hecho, los niveles de ingreso en América Latina y el Caribe no necesariamente reflejan los resultados de desarrollo entre y dentro de los países. Por ejemplo, la tasa de homicidios de Bolivia (seis muertes por cada 100 000 habitantes), un país de ingreso medio bajo, es inferior a la de cuatro de los cinco países de ingresos altos de ALC. Por su parte, la desigualdad del ingreso medida por el índice de Gini en El Salvador (40), país de ingreso medio bajo, es menor que la de Argentina (42), Chile (47) y Panamá (50), todos ellos países de ingresos altos. Además, las desigualdades a lo largo de las diferentes dimensiones de bienestar entre países con ingresos per cápita similares son considerables en la región.

Una nueva estrategia para la transición a un desarrollo más incluyente y sostenible reconoce que no existe un solo camino para el desarrollo y adopta iniciativas de gran alcance para adecuar mejor las respuestas de política al contexto cambiante. Los problemas cada vez más complejos requieren estrategias de desarrollo y políticas públicas más sofisticadas, así como también mayor coordinación y coherencia. Hay que poner en marcha esfuerzos ambiciosos para superar las trampas y transformar estos círculos viciosos en virtuosos. La cooperación internacional puede desempeñar una función facilitadora para apoyar a los países de la región en su trayectoria de transición al desarrollo incluyente y sostenible.

copy the linklink copied! ¿Cuáles son las claves para esta transición?

Un enfoque multidimensional del desarrollo acorde con la Agenda 2030. Trascender la medición del ingreso como único índice del éxito del desarrollo y usar indicadores que reflejen efectivamente los niveles de desarrollo para sustentar la formulación, la ejecución, la vigilancia y la evaluación de las políticas es aún un tema pendiente a nivel mundial. Ya se trabaja mucho dentro y fuera de nuestras instituciones para crear indicadores alternativos útiles, como el Marco de Bienestar y Progreso de la OCDE (OCDE), el Análisis de Brechas Estructurales (CEPAL) y el Índice de Desarrollo Humano (ONU). Tenemos que construir sobre estas iniciativas existentes para crear soluciones de política pública concretas adaptadas a las necesidades y demandas específicas de la región. Esto implica identificar las dimensiones de la vida que más importan a las personas en ALC, reunir información pertinente sobre ellas e incorporarla al proceso de toma de decisiones.

Mayores capacidades institucionales al nivel nacional que efectivamente se plasmen en respuestas integrales. La cooperación internacional para el desarrollo debe arraigarse en las necesidades concretas de cada país, no imponerse desde el exterior. Debe anteponer y centrarse en las estrategias nacionales y fortalecer las capacidades internas de los países. Por eso los planes nacionales de desarrollo (PND) son herramientas decisivas para priorizar las acciones políticas; adoptar una perspectiva estratégica, coordinada e integral de la elaboración de políticas públicas, y, en última instancia, formular, ejecutar y evaluar los planes mediante políticas y programas concretos. Aumentar los recursos internos para financiar el desarrollo y considerar los papeles desempeñados por la tributación, los mercados financieros, las instituciones financiadoras del desarrollo y las asociaciones público-privadas, así como optimizar el gasto público, revisten la misma importancia.

La cooperación internacional para el desarrollo debe desempeñar la función facilitadora pertinente mediante un conjunto ampliado de modalidades e instrumentos que fortalezcan la cooperación Sur-Sur, triangular y multilateral. No debemos considerar la cooperación para el desarrollo como un asunto aislado, sino como parte integral del abanico más extenso de la cooperación internacional. Un conjunto ampliado de herramientas implica romper con las definiciones tradicionales, explorar nuevas estructuras y construir nuevas sinergias. A medida que los países avanzan, en este conjunto de herramientas habrá que incluir instrumentos para una mayor cooperación técnica, como el intercambio de conocimientos, los diálogos multilaterales sobre políticas públicas, el desarrollo de capacidades, el acceso a la tecnología y la colaboración en ciencia, tecnología e innovación. Ampliar la capacidad de recaudación tributaria eficaz de los países mediante el desarrollo focalizado de capacidades, acuerdos internacionales contra la defraudación y la evasión fiscales, nuevas tecnologías de administración tributaria y mejor comunicación y observancia de la ley para fomentar la moral tributaria ejemplifican modalidades innovadoras de cooperación y deben priorizarse.

Una condición indispensable para el éxito de la cooperación internacional es que los países, independientemente de su nivel de ingresos, puedan integrar alianzas políticas, participar en ellas en igualdad de condiciones y atender preocupaciones comunes. Esto no solo es legítimo, sino benéfico para intercambiar enseñanzas y garantizar que la índole mundial de muchos aspectos del desarrollo reciba las necesarias respuestas globales. Los debates internacionales de temas específicos deberán contar con asociaciones y foros sobre temas específicos donde los países intercambien experiencias y soluciones como verdaderos pares. Las organizaciones internacionales como la nuestra ya colaboran entre sí para ofrecer esos espacios de diálogo político; estamos preparados para redoblar esfuerzos a fin de servir como plataformas para estos debates sobre cuestiones específicas.

Creemos firmemente que podemos apoyar aún más a los países de ALC en sus esfuerzos por mejorar el bienestar para todos al seguir replanteando e innovando el sistema de cooperación internacional para el desarrollo. Propugnamos un cambio de paradigmas que no reste recursos financieros ni cree conflictos entre los países con distintos niveles de desarrollo, sino que promueva un modelo de cooperación internacional incluyente. Creemos que la región de ALC, debido a su diversidad y progreso, es un terreno idóneo y fértil para innovar y buscar modalidades nuevas y más eficaces de cooperación internacional. El LEO 2019 esclarece el camino y presenta vías para seguir adelante en esta dirección.

 

Alicia Bárcena

Secretaria ejecutiva

CEPAL

 

Luis Carranza

Presidente ejecutivo

CAF – Banco de Desarrollo de América Latina

 

Angel Gurría

Secretario general

OCDE

 

Neven Mimica

Comisario europeo de Cooperación Internacional y Desarrollo

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https://doi.org/10.1787/g2g9ff1a-es

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